A veces el sexo duele. Y no es nada raro que esto ocurra. "Cada vez hay más conocimiento sobre estos problemas sexuales (vaginismo y la dispareunia) y cada vez se hablan más de ellos, pero es verdad que me sigo encontrando con mujeres que cuando acuden a consulta te dicen 'no se lo he contado a nadie', 'no sabía a quién recurrir', 'me sentía rara', 'creía que era la única'... Pero no, esto le pasa a muchas mujeres", cuenta a laSexta Carme Sánchez, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto de Urología Serrate&Ribal.
Los problemas sexuales, en general, tanto masculinos como femeninos, son más frecuentes de lo que pensamos y como tal, podemos consultarlos, abordarlos y tratarlos; quitar el estigma que hay sobre ellos, que dejen ser tabú.
El vaginismo y la dispareunia femenina son dos problemas sexuales que, aunque diferentes, están relacionados con el dolor en las relaciones sexuales. En el vaginismo hay una contracción involuntaria de los músculos de la vagina que impide la penetración (es imposible). Y en la dispaurenia puede ser posible el coito pero hay dolor en la relación, incluso en ocasiones, también en otras prácticas.
Sus causas pueden ser orgánicas y psicológicas, pero lo más importante, es saber que se pueden consultar, que existen especialistas preparados para tratar estos problemas, siempre de forma personalizada, según cada mujer.
"Después de la episiotomía que me hicieron en el parto, no me ha quedado bien la zona. Me da miedo mirarme y no he podido desde entonces mantener relaciones sexuales satisfactorias", asegura una paciente de Ana González, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico (@pelviclana).
Este es sólo uno de los testimonios que esta profesional escucha cada día en su consulta de suelo pélvico. Incluso de mujeres que han sufrido abusos sexuales y se sienten incapaces de poder mantener relaciones: "Desde que un exnovio me tocó sin mi consentimiento, tengo dolor y no sé si alguna vez voy a poder disfrutar del sexo", cuenta otra paciente. O de pacientes que no se han sentido escuchadas o comprendidas por algún profesional sanitario cuando han consultado.
Por ello, "es importante dar voz a tantas y tantas mujeres que sufren —muchas de ellas en silencio— dolor en las relaciones sexuales para que sepan que no hay nada malo ni vergonzoso en ellas", asegura González. Que el dolor no debe ser normal en las relaciones y por ello, es importante siempre, consultarlo y tratarlo. Porque —insistimos— tiene solución y existen especialistas para tratarlo. Que no están solas.
"Es importante visibilizar estos problemas sexuales para que muchas mujeres dejen de normalizar el dolor durante la penetración. No hay que asumir que el dolor forma parte de la relación sexual", afirma González. Y entender que el sexo es mucho más que un coito, que las relaciones sexuales son todo un abanico sexual por descubrir.
Qué son el vaginismo y la dispareunia
En la actualidad, según la última clasificación del DSM-V (el manual diagnóstico por excelencia de la salud mental), el vaginismo y la dispareunia se engloban, en general, dentro de los llamados 'Trastornos sexuales por dolor'.
"En el vaginismo, la mujer tiene una contracción involuntaria de los músculos de la vagina que le impide la penetración. Se trata de una reacción de tipo fóbico donde hay, fundamentalmente, un miedo al dolor", explica la Dra. Francisca Molero, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología (Barcelona) y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).
Por lo que "no sólo se produce una contracción involuntaria de los músculos de la vagina sino que todo el cuerpo, de alguna forma, se cierra para defenderse de algo que considera un 'peligro'. Es un componente psicológico. La mujer puede tener otras relaciones sexuales y disfrutarlas, pero no tener un coito", añade.
Puede existir vaginismo primario, en que la mujer ha experimentado esto desde siempre, desde el comienzo de sus relaciones sexuales y vaginismo secundario, aquel que ha sido desarrollado después por alguna causa concreta, como por ejemplo un suceso traumático, una cirugía o un traumatismo. Las causas suelen ser, por regla general, muy variadas y lo importante es buscar la causa o etiología que lo provoque para después poder tratarlo de forma adecuada en cada mujer.
Por su parte, la dispareunia es una cuestión puramente de dolor. Es decir, "hay dolor en la relación, pero sí puede haber penetración (en el vaginismo es imposible). Y a veces, no ocurre sólo ocurre en el coito sino también incluso con otras prácticas sexuales como la estimulación manual", explica la doctora.
En el vaginismo hay una contracción involuntaria de los músculos de la vagina que impide la penetración. Es un miedo al dolor. Y en la dispaurenia puede ser posible el coito pero hay dolor en la relación (a veces también en otras prácticas sexuales).
Las causas de dispareunia pueden ser causas físicas como enfermedades como endometriosis, toma de anticonceptivos de baja dosis, síndrome genitourinario en la menopausia, casos de privación hormonal como ocurre por ejemplo en mujeres con cáncer, inflamaciones, infecciones, cistitis, lesiones derivadas del parto, etc., así como causas psicológicas (baja autoestima, inseguridades, miedos...).
En cualquier caso, apunta Carme Sánchez, cuando hay dolor en las relaciones sexuales, es importante siempre personalizar cada caso. Es decir, "no se trata de poner una etiqueta a lo que pasa sino que es la mujer quien cuenta y explica qué es exactamente lo que le pasa y desde cuándo, y en base a ello, buscar el tratamiento que mejor se ajuste a su problema".
Es realmente complicado dar cifras a estos problemas, porque la gran mayoría están sesgados. No obstante, y según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la dispereunia afecta a entre un 8% y un 22% de la población femenina mundial y, según expone por su parte la doctora Molero, el vaginismo podría afectar a un 20-25% de las mujeres, aunque, igualmente asegura que estas cifras podrían estar sesgadas porque "yo veo a muchas pacientes en mi consulta".
Cómo tratar los problemas sexuales por dolor
En primer lugar, siempre es importante descartar una causa orgánica. Según explica Sánchez, cuando una mujer va al ginecólogo y tiene dolor en las relaciones sexuales, es importante descartar un problema físico.
"En ocasiones, solucionando esa causa se elimina el dolor. Pero si el dolor persiste, es importante que haya un tratamiento también más enfocado a la terapia psicológica y sexual. Yo abogo realmente por el trabajo multidisciplinar", añade.
Hay que descartar primero una causa orgánica, pero si el dolor persiste, es importante aplicar un tratamiento físico (si hace falta) y también psicológico y sexual
Porque como señala la doctora Molero, "cuando las relaciones sexuales están relacionadas con el dolor, eso hará disfuncional toda la respuesta sexual (disminuye el deseo, puede haber evitaciones, etc). Por ello, muchas colegas ginecólogas me derivan sus pacientes a la consulta para poder tratar con terapia estos problemas". Porque "el abordaje tiene que ser siempre desde una terapia sexual, abordando principalmente, tres vértices: cuidado y diagnóstico genital (la salud vulvogenital es fundamental) trabajar la relación del dolor y las relaciones sexuales y la dinámica que se ha establecida en la relación de pareja. Trabajar conjuntamente con la pareja es importante porque como hemos comentado en otras ocasiones, es fundamental abordar estos problemas en conjunto: la comunicación con la pareja es clave.
También, a nivel físico, cuenta Sánchez, en muchos servicios de ginecología están trabajando también con muchos fisioterapeutas especializados en suelo pélvico para abordar la parte física más del problema.
"Tener la musculatura del suelo pélvico con mucha tensión (hipertonía), es una de las causas físicas más habituales de dolor", explica González. "La vagina está envuelta por musculatura, que, como cualquier músculo, tiene que ser fuerte pero también flexible. Tiene que poder ser flexible sin que haya dolor (al entrar un tampax, un pene, un dildo...). Si una chica o una mujer tiene hipertonía en su suelo pélvico, puede tener dolor que dificulta o imposibilita la entrada de algo en la vagina", añade esta fisioterapeuta.
Tener la musculatura del suelo pélvico con mucha tensión (hipertonía), es una de las causas físicas más habituales de dolor
Por norma general, en los tratamientos de fisioterapia de suelo pélvico se aprende a identificar y a ser conscientes de las diferentes partes del cuerpo con ejercicios de movilidad y respiración y enseñamos a diferenciar entre tensión y distensión o activación y relajación, algo fundamental para la musculatura.
"También se pueden utilizar otras terapias y/o técnicas como la radiofrecuencia, la vibración, la electroterapia, los dilatadores...", expone González, insistiendo en la necesidad de no olvidarnos de la parte más psicológica y del abordaje multidisciplinar: "Primero hay que saber que es lo que está pasando para poder realizar un tratamiento efectivo ya que cada mujer es diferente. El objetivo siempre es mejorar la calidad de la sexualidad de la mujer y que se sienta acompañada en el proceso por el profesional", añade.
Y es importante tener claro que si un profesional no nos convence o no estamos a gusto, podemos irnos a otro. "La gente en otros aspectos de su vida, pide una segunda opinión. Puede que un profesional no te funcione pero otro sí. Es cierto que no ayuda que este tipo de servicios no están dentro de la cartera de servicios de la sanidad pública y eso también es un handicap", sostiene Sánchez. La confianza en los profesionales es fundamental, tal como es en otros aspectos de nuestra vida.
En cuanto a la pareja, como hemos dicho más arriba, abordar el tema en pareja. "Cada vez hay más parejas, sobre todo parejas adultos jóvenes, que hablan de sus problemas sexuales; con los años, en esto, hemos cambiado mucho. No era así hace antes, pero es cierto que cada vez se va hablando más. Y se habla más porque la mayoría de parejas llevan tiempo incorporando la salud sexual como un ingrediente más de la salud", sostiene la doctora Molero recordando sus años de experiencia en consultas de sexología.
Sin embargo- añade- es cierto que normalmente "se habla desde el dolor y desde el síntoma y no desde la solución. Y esto es fundamentalmente porque falta educación sexual, porque no tenemos una educación sexual integral desde la base. Y no, no se trata de hablar mucho del problema sino de hablar bien".
En terapia, la pareja tiene que entender porqué ocurre esto y en base a ello ir haciendo, lo que en psicología se llama, una desensibilización sistemática: ir poco a poco volviendo a conectar eróticamente con el otro. "Se va dando pautas para que la pareja se vaya aproximando hacia las relaciones sexuales que ambos quieran tener. Puede ser perfectamente también, el coito, pero sin que haya ansiedad. Se va haciendo poco a poco", expone Molero. Porque es importante saber que los problemas sexuales también se han de ir resolviendo poco a poco, que no es de un día para otro, al igual que ocurre con otros problemas físicos que podamos tener.
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"Haciendo un símil entre comida y sexo: cuando un día te empachas de comida, el sentido común te dices que vas a comer menos unos días y vas a ir poco a poco, introduciendo alimentos para ver qué tal nos sientan. Eso no lo extrapolamos jamás al sexo porque no lo hemos aprendido. Parece que el sexo siempre tiene que ser bueno, no nos permitimos que haya fisuras. Y en las relaciones sexuales también hay fisuras que tratar", concluye la doctora.