¿Te preguntas si es posible que una barra de pan dura como una piedra vuelva a estar comestible? La respuesta es: sí. Vamos a ver algunos métodos para aprender cómo hacer que el pan duro se vuelva blando (pero no gomoso).
El pan es un alimento esencial en muchas sociedades. A lo largo de la historia, se ha hecho con diferentes tipos y calidades de harinas y con diferentes formas. Hoy también encontramos panes de todos los tipos y para todos los gustos. Pero hay algo común entre todos ellos: con el paso del tiempo, se ponen duros.
Por qué el pan se pone duro
Existe una explicación científica a por qué el pan se vuelve duro. La harina utilizada para hacer pan contiene grandes cantidades de moléculas de almidón que, en su estado natural, crean una estructura cristalina muy organizada. No obstante, cuando se le añade el agua, la harina deshace esta estructura, permitiendo que las moléculas de almidón adopten una disposición más desorganizada, tipo gel, que es la que aporta al pan su característica textura suave y esponjosa al salir del horno.
Después, cuando el pan empieza a enfriarse, el agua abandona el almidón y se desplaza hacia otras partes de la mezcla, permitiendo que las moléculas de almidón vuelvan a su estado cristalizado, como explican en este artículo de la BBC. Es esta recristalización -no el secado- lo que hace que el pan se endurezca, y ocurre incluso en condiciones de humedad.
La recristalización se produce más rápido a baja temperatura (a menos que estén por debajo del punto de congelación), por lo que el pan se pone rancio antes cuando se guarda en el frigorífico.
Evitar, retrasar o incluso invertir este proceso es el sueño de panaderos y consumidores. Por suerte, hay algunas cosas que se pueden hacer. Una vez que sepas qué es lo que provoca el endurecimiento, no tendrás ningún problema para mantener tu pan en buen estado un poco más.
Aprende a ablandar pan duro de la manera más fácil y correcta
La mayoría de los trucos para ablandar el pan duro se basan en algún tipo de proceso de calentamiento, ya que el calor puede invertir la retrogradación del almidón casi por completo.
1. Cocer el pan duro en el horno
Si tienes el pan entero, puedes meterlo en el horno a unos 180 grados durante 5 o 10 minutos. Al recalentar el pan se ablandará, pero a la vez lo más probable es que la corteza se vuelva algo más dura. En cuanto al tiempo que el pan debe de estar dentro del horno para que deje de estar duro, esto va a depender del tipo de pan y deberás estar atento. En el caso de que ya tengas el pan cortado en rodajas o tostadas, lo mejor es que las metas en una tostadora porque si utilizas en horno acabarán aún más secas.
2. Calentar el pan duro en el microondas
Para los panes planos blandos (como las tortillas, las chapatas o el naan), recalentar en el horno no es buena idea. El pan se secará ese pan, dejándolo crujiente y duro. En su lugar, lo mejor es recurrir al microondas. El microondas calienta todas las moléculas de agua, así que no lo dejará crujiente, sino que lo calentará desde el interior. En solo unos 10 o 20 segundos, el microondas invertirá los procesos de cristalización del almidón sin secar el pan.
3. Recicla el pan duro para otro plato
A veces lo mejor es usar el pan duro con una nueva elaboración. Puedes improvisar unas torrijas, trocearlo para preparar unos picatostes o unas tostadas francesas.
Cómo guardar el pan para que no se ponga duro
La regla de oro para guardar bien el pan es hacerlo en un lugar: seco, fresco y oscuro. Evita siempre dejarlo dentro de una bolsa de plástico y no lo metas en la nevera. El pan, si se almacena de manera correcta, debería mantenerse fresco durante unos tres días. Si tienes la suerte de tener un pan elaborado con masa madre y que esté muy hidratado, entonces podría aguantar hasta cuatro o cinco días.
1. Usar una panera
Las paneras son un lugar ideal donde guardar el pan. Quién lo diría, ¿verdad? Fuera de bromas, la panera consigue mantener el ambiente justo de humedad, la oscuridad y es bastante hermético, pero deja que algo de aire se mueva, de modo que no debería aparecer moho.
2. Congelar el pan que no necesites
Lo mejor que puedes hacer para guardar el pan que no necesites es congelarlo. Mételo, cortado en pedazos o rebanadas, en algún recipiente hermético. Para descongelarlo puedes dejarlo sobre la encimera unos 10 o 20 minutos o usar un tostador.
3. Dejar el pan en la bolsa de papel
Deja el pan dentro de la bolsa de papel en la que muchas veces lo venden también es buena idea, sobre todo si vas a dejarlo en la encimera. Mete la bolsa de papel cerrada de manera hermética dentro de otra de plástico, pero deja esta última abierta. Al guardar el pan así, el aire circulará libremente dentro de la bolsa de plástico, pero no tanto como si la bolsa de papel estuviera al aire libre.
4. Usar una bolsa de lino
El lino retrasa el proceso por el que el pan pierde su humedad al entrar en contacto con el aire, con lo que se consiguen 2-3 días más de frescura. Guardar el pan en una bolsa de lino es una opción sostenible y respetuosa con el medio ambiente.