Impacto positivo en el estado de ánimo
De dónde viene la moda de las luces de Navidad
Desde las calles de Vigo hasta las avenidas de Nueva York, las luces de Navidad están por todos lados. Esta moda sigue evolucionando y lleva el espíritu navideño a todos los rincones.
La Navidad es tiempo de ilusión, encuentro, reflexión, de compartir y disfrutar. Todos sabemos qué es el espíritu navideño, aunque no sea fácil describirlo con palabras. Si hay una cosa que no puede faltar en esta época del año para completar la estampa son las luces de Navidad.
Igual que el árbol de Navidad, las luces navideñas logran crear una atmósfera especial. Hoy, las ciudades e incluso los vecinos compiten por colocar las luces más bonitas, aquellas que logren trasmitir un estado, una emoción, pero ¿de dónde viene la tradición de poner luces en Navidad?
Hay que mirar muy atrás para tratar de entender por qué las luces nos parecen un elemento esencial de la decoración navideña. No en vano, son una expresión cultural con la que se consigue crear un ambiente festivo y, al final, también se han convertido en una atracción turística en sí misma.
El "turismo de luces de Navidad" atrae a cientos de miles de visitantes a las ciudades, impulsando la economía local. Por ejemplo, en diciembre de 2022 y 2023, Madrid y Vigo recibieron un 20% más de turistas que la media mensual de todo el año.
El origen de las luces de Navidad
La tradición de iluminar las noches de Navidad tiene sus raíces en las costumbres vinculadas con las celebraciones del solsticio de invierno. Se utilizaban fuego y velas para iluminar las noches más oscuras del año.
La luz hacía que, por unos días, las noches dejaran de ser tan oscuras y eso diera pie a celebraciones en la calle. Algunos historiadores señalan que la luz en los solsticios eran un símbolo de esperanza y renovación. Con el tiempo, esta práctica evolucionó, convirtiéndose en una de las tradiciones navideñas más icónicas.
El tronco de Yule y las luces de Navidad
Una de las más antiguas tradiciones paganas relacionadas con el solsticio de invierno, quizás la más significativa como origen de las luces de Navidad, es la quema del Tronco de Yule. Se trata de un ritual de los pueblos germánicos y escandinavos, que simbolizaban el triunfo de la luz sobre la oscuridad en las noches más largas del año. Existe un primer registro de este tipo de celebración datado en el año 1184.
El tronco de Yule, encendido en las chimeneas durante esta festividad, representaba la luz que alejaba a los malos espíritus y protegía el hogar. Con la cristianización de Europa estas prácticas se transformaron, pero su esencia se mantuvo viva en la Navidad moderna, donde las luces representan no solo la luz de Cristo, sino también un símbolo de renovación y protección.
Un uso similar de la luz, como parte importante de las tradiciones invernales, se puede ver reflejado en otras tradiciones navideñas cristianas, como la Candelaria.
Del cepo de Nadal, el Nataliegu o el Tió de Nadal
El tronco navideño pervive en varias regiones de España, aunque con diferentes nombres y peculiaridades locales.
Galicia
En Galicia, por ejemplo, encontramos el cepo de Nadal o tizón de Nadal. Los gallegos encienden este tronco como un símbolo protector para el hogar durante la Navidad, manteniendo viva una tradición que conecta con sus antepasados.
Asturias
Asturias tiene su propia versión: el Nataliegu. Este tronco especial arde en las chimeneas asturianas desde Nochebuena hasta Año Nuevo. La tradición le atribuye poderes mágicos: sus cenizas se consideran curativas y protectoras, y se esparcen por la casa y los establos para atraer la prosperidad y alejar las malas energías. En algunas zonas el Nataliegu deja dulces para los niños, añadiendo un toque mágico a la celebración.
Alto Aragón
En el Alto Aragón, el tronco navideño se llama tizón de Nadal. A veces los niños o los más ancianos de la casa recitan frases bonitas y reflexiones mientras el tronco se quema. También hay quien vierte vino sobre el tronco como parte del ritual.
Cataluña
Quizás la versión más conocida sea el Tió de Nadal catalán. Este tronco mágico se "alimenta" durante los días previos a la Navidad y, en Nochebuena, los niños lo golpean con palos mientras cantan canciones tradicionales para que "cague" dulces y pequeños regalos. Esta tradición, que mezcla lo lúdico con lo mágico, es una de las más queridas por los niños catalanes.
Las primeras luces navideñas eléctricas
La transición de las velas a las luces eléctricas en las decoraciones navideñas marcó un hito significativo. En 1882, Edward H. Johnson, socio de Thomas Edison, presentó el primer árbol de Navidad iluminado eléctricamente en su hogar de Nueva York, utilizando 80 bombillas de colores rojo, blanco y azul. Este innovador despliegue sentó las bases para la adopción generalizada de las luces eléctricas en las celebraciones navideñas.
La invención de Edison de las primeras lámparas de filamento de carbono de larga duración en 1879 fue crucial para este desarrollo.
No obstante, la popularización de la decoración con las luces navideñas eléctricas fue gradual debido a su alto costo inicial. En 1903, General Electric comenzó a vender kits de luces navideñas preensamblados, lo que hizo que fueran más accesibles. Pero no fue hasta la década de 1930 cuando las luces navideñas se extendieron.
En 1966, GE introdujo las luces Merry Midget, que eran más pequeñas, baratas y adecuadas para uso en exteriores. Esto dio lugar al nacimiento de la tradición de iluminar las casas.
Las luces de Navidad en España
En España, la tradición de iluminar las calles durante la Navidad se consolidó a mediados del siglo XX. Madrid y Barcelona fueron pioneras en adornar sus calles. En Madrid, las luces navideñas se han convertido en una parte integral de las celebraciones, con alrededor de 12 millones de luces LED iluminando la ciudad cada año.
Otro caso destacado es el de Vigo, que en los últimos años ha ganado renombre por su espectacular alumbrado navideño. Desde 2017, la ciudad ha invertido mucho en sus decoraciones navideñas, convirtiéndose en una atracción turística de primer nivel durante la temporada festiva.
Las luces de Navidad nos hacen sentir bien
Más allá de su función decorativa, las luces de Navidad tienen un impacto real en nosotros. Un estudio publicado en el Journal of Environmental Psychology en 2020 sugiere que las decoraciones navideñas, incluidas las luces, pueden tener un impacto positivo en el estado de ánimo y el bienestar de las personas durante los meses de invierno.
Las luces brillantes y los colores de las decoraciones navideñas pueden desencadenar la liberación de dopamina, una hormona asociada con la sensación de bienestar, lo que contribuye a la alegría que muchas personas experimentan durante la temporada festiva, según la psicóloga Deborah Serani.