Fentanilo es una de las palabras de moda en los últimos meses. Si eres sanitario, probablemente conoces bien este opioide no sea una novedad para ti, porque esta sustancia se utiliza desde hace años en los hospitales. Pero, para muchos, es algo nuevo.
El N-(1-(2-feniletil)-4-piperidinil)-N-fenil-propanamida, conocido como fentanilo, tiene diversas aplicaciones y es fundamental para mejorar la calidad de vida de pacientes oncológicos, por ejemplo. Pero, como todo, tiene una cara B que aparece cuando se usa para otros fines distintos de los médicos.
Es probable que hayas escuchado hablar de la droga zombi: el abuso de fentanilo, que presenta un enorme poder adictivo, tiene unos efectos atroces en quienes lo consumen.
La magnitud del problema en países como EEUU se refleja en cifras escalofriantes como que la proporción de muertes por sobredosis de opiáceos que involucran fentanilo combinado con estimulantes aumentó drásticamente, pasando del 0,6% en 2010 al 32,3% en 2021.
A principios de 2024, la llamada 'crisis de fentanilo' llevó incluso a las ciudades estadounidenses de Portland, Oregón, a declarar estados de emergencia de 90 días para intentar frenar su uso e impacto.
Qué es el fentanilo, quién lo creó y para qué
El fentanilo es un derivado sintético del opio, que se utiliza como analgésico. Es decir, su función principal aliviar o suprimir el dolor. El fentanilo no se encuentra en la naturaleza como tal, sino que se sintetizó por primera vez en 1958 por el químico belga Paul Janssen, aunque su utilización como medicación no fue aprobada hasta 1963 en Europa y 1968, en EEUU.
Paul Janssen buscaba desarrollar un analgésico más potente que la morfina, y logró crear el fentanilo. Desde entonces, se ha utilizado ampliamente en medicina, en anestesia y para el tratamiento del dolor crónico intenso, aunque en años recientes su uso ilícito se ha convertido en un grave problema de salud pública.
El fentanilo se utiliza especialmente en los quirófanos, donde se combina con otros fármacos en el proceso de la anestesia del paciente. Su potencia es muy alta y penetra fácilmente en el sistema nervioso central.
Desde una perspectiva estructural, el fentanilo pertenece a la familia de los opioides (como la morfina, la codeína o la heroína) siendo uno de los más potentes dentro de este grupo. Se estima que es aproximadamente 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína.
Qué hace el fentanilo en las personas
Este analgésico opioide tiene un doble mecanismo de acción:
Por un lado, actúa como agonista en algunos receptores que se encuentran en el sistema nervioso y en otros tejidos. Su efecto principal es bloquear la transmisión de las señales que el cerebro percibe como dolor. Es decir, cuando el fentanilo se une a dichos receptores, se produce un bloqueo o modulación en la transmisión de las señales de dolor que viajan a través de las neuronas hacia el cerebro.
Así, aunque en realidad no está tratando la causa del dolor, el fentanilo modifica la manera en que las señales son interpretadas por el cerebro: el origen del dolor permanece, pero la activación de los receptores opioides altera la percepción de esas señales en el sistema nervioso.
Por otro lado, el fentanilo hace que se incremente la liberación de dopamina, una sustancia química relacionada con la sensación de bienestar, en áreas cerebrales vinculadas a la recompensa. Este proceso genera la sensación de relajación y placer, y a la vez se asocia a su uso indebido en contextos recreativos por crear adicción.
En resumen, el fentanilo, además de aliviar el dolor, genera una sensación de bienestar, relajación o euforia.
Para qué se usa el fentanilo
Gracias a sus características, el fentanilo tiene interesantes usos médicos. Es utilizado para la inducción y mantenimiento anestésico en el quirófano, como agente anestésico tanto principal (junto con relajantes musculares) como complementario.
Entre sus ventajas está que preserva la estabilidad cardíaca en dosis altas, y es capaz de contrarrestar los cambios hormonales relacionados con el estrés quirúrgico.
El fentanilo está disponible para ser administrado de diversas formas: intravenosa, con parches transdérmicos, en tabletas sublinguales e incluso como aerosol nasal, lo que lo hace muy versátil. Además, su inicio de acción es rápido, ya que actúa en unos 5 a 10 minutos cuando se administra por vía transmucosa (sublingual o nasal), lo que es crucial para controlar episodios de dolor.
En definitiva, el fentanilo una herramienta terapéutica valiosa en el manejo del dolor y la anestesia, especialmente en cirugía y en casos de dolor severo que no responden a otros tratamientos.
Por qué es tan peligroso el fentanilo
A pesar de las ventajas que presenta, el fentanilo debe usarse con precaución debido a su gran potencia y su potencial de abuso y adicción. Su uso debe ser estrictamente controlado y supervisado por profesionales de la salud.
Hay que tener en cuenta que tiene una potencia extrema y una dosis muy pequeña (2 mg, comparable al tamaño de unos granos de sal) puede ser letal.
El fentanilo produce depresión ventilatoria y paro respiratorio en cuestión de minutos, incluso antes de que la persona pierda la conciencia, por su efecto sobre el centro de ventilación en el sistema nervioso central.
También puede causar rigidez del músculo esquelético, especialmente en los músculos torácicos y abdominales, en grandes dosis por vía parenteral y administradas rápidamente.
Cómo se consume el fentanilo como droga
El abuso de fentanilo se ha convertido en una grave crisis de salud pública en Estados Unidos en los últimos años. En España, ya se ha detectado su uso, sobre para cortar otras drogas, pero también en comprimidos.
Las personas que abusan del fentanilo suelen utilizarlo de varias maneras para experimentar sus efectos psicoactivos, que van desde la relajación extrema a la euforia.
Algunas de las formas más comunes en que las personas se drogan con fentanilo son:
- Inhalación: es un tipo de consumo similar al más habitual con la cocaína. El fentanilo en polvo se inhala por la nariz.
- Vía oral: a través de pastillas o tabletas que contienen fentanilo, a menudo falsificadas para imitar a otros medicamentos recetados.
- Vía intravenosa: el fentanilo líquido se inyecta directamente en las venas.
- Absorción sublingual: se colocan parches o tabletas debajo de la lengua para que se absorba a través de las membranas mucosas.
- Vía transdérmica: con parches de fentanilo (diseñados para uso médico) que se consiguen de forma ilícita, aplicándolos sobre la piel. Pero no solo eso, algunas personas abusan de estos parches extrayendo el gel de fentanilo para fumarlo, o incluso lo inyectan para recibir una dosis masiva. Otros usan varios parches al mismo tiempo o los mastican para liberar una mayor cantidad de fentanilo en el cuerpo.
- Fumado: el polvo de fentanilo se calienta y se inhalan los vapores.
El elevado caso de muertes que provoca este opiáceo se debe al estrecho margen entre una dosis efectiva y una letal. Además, se trata de una droga que genera mucha tolerancia, por lo que los consumidores aumentan la dosis de manera rápida, con el alto riesgo de sobredosis que eso implica, especialmente cuando se mezcla con otras sustancias.
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