El mecanismo de evolución de los seres vivos que Darwin propuso, en 1985, fue la selección natural.
En ella explica que, debido a los recursos limitados de la naturaleza, los organismos con los rasgos heredables más favorables para la supervivencia y la reproducción de la especie dejan una mayor descendencia que el resto, lo que hace que la frecuencia de estas características aumente a lo largo de las generaciones.
Por lo tanto, la selección natural se refiere a que las poblaciones se adaptan a su entorno y se vuelven cada vez más fuertes con el paso del tiempo.