Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra cada 10 de septiembre, Salud Mental España ha lanzado una campaña de sensibilización con el objetivo de prevenir el suicidio con recomendaciones dirigidas a adolescentes y jóvenes, padres y madres y personal de centros educativos, en la que se detalla, además, una serie de factores de riesgo que se pueden relacionar con la conducta suicida.
Salud Mental España ha publicado una serie de infografías que recogen estas recomendaciones. Todas están difundidas bajo el hashtag #ConectaConLaVida, una campaña financiada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
Con está acción, la Confederación traslada la idea de que “Con el suicidio NO hay CTRL+Z, no hay vuelta atrás”, que el suicidio es una medida definitiva ante un problema temporal, algo que debemos hacer entender a las personas desde la infancia.
“Una sociedad que aboca a las personas a creer que no hay salida, es una sociedad fallida. Entre las personas jóvenes, el suicidio ya es la segunda causa de fallecimiento”, alerta Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España,
Y añade, “es urgente recuperar la dimensión humana de las personas, y tender la mano a quien siente que no puede ya más. Además, necesitamos que se dote de presupuesto la Estrategia de Salud Mental que contiene una línea específica sobre prevención del suicidio y transformar las condiciones de vida (sociales, económicas, de salud…) de las personas para garantizar la preservación de su derecho principal, que es la vida”.
En 2020, se suicidaron en España 3.941 personas, según datos del INE, un 7,4% más que en 2019 y, de ellas, tres de cada cuatro fueron hombres (2.931 personas). Estas cifras hablan de una dramática realidad que sigue en aumento, de manera que las muertes por suicidio casi triplican los fallecimientos por accidente de tráfico. Por cada persona que se suicida, al menos otras seis se ven íntima y profundamente afectadas.
La situación entre la población adolescente y joven ha empeorado: trescientas personas de entre 15 y 29 años decidieron terminar con sus vidas en 2020, y en 2021, según el estudio 'Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar 2021', la ideación suicida entre personas de esas mismas edades se incrementó un 53%, llegando a ser 9 de cada 100 jóvenes quienes experimentaron ideas de suicidio ‘continuamente o con mucha frecuencia’, cuando en 2019 esa proporción era del 5,8% .
Algunos factores de riesgo para la conducta suicida en adolescentes y jóvenes son: experimentar abusos, acoso, violencia o discriminación de cualquier naturaleza, el consumo de drogas, tener depresión o algún trastorno mental, el duelo por separación de padres/madres, por cambio de centro educativo, el suicidio de figuras referentes, o carecer de habilidades sociales.
Recomendaciones para prevenir el suicidio en adolescentes y jóvenes
Paula Gª Valverde Fonseca, psicóloga del Servicio de Apoyo a la Inserción Laboral de AMAFE, Asociación española de apoyo en psicosis, llama la atención sobre el silencio, el tabú y los mitos alrededor del suicidio y de la salud mental: “No es que no exista de lo que no se habla, sino que de lo que no se habla no se conoce y no se aborda, lo que enquista o agrava el posible sufrimiento presente”, explica.
“Sufrir bullying es un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, y a su vez constituye un factor de riesgo para la aparición de experiencia suicida”, alerta Paula.
“Más peligroso aún es el cyberbullying, pues el acoso no termina al salir de la escuela o estando en casa. Perpetuar el abuso a través de redes sociales y servicios de mensajería hace que la víctima se sienta expuesta las 24 horas del día, los siete días de la semana, generando aún más sufrimiento e indefensión”, añade.
Los y las menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de padecer ideaciones suicidas y 2,55 veces más riesgo de realizar intentos de suicido que quienes no lo han sufrido, según un informe de Save the Children.
“Si sufres acoso busca alguien que te dé seguridad para pararlo cuanto antes y, llegado el caso denúncialo” es la recomendación para niños/as, adolescentes y jóvenes. Hay que tener en cuenta queeste daño puede venir del colegio, de las redes sociales, o de otros entornos como la propia familia.
Los centros educativos deben convertirse en espacios seguros y de prevención. Por otra parte, es positivo que el personal docente haga visibles en los espacios recursos y teléfonos de ayuda, que hable de salud mental, suicidio, drogas, autocuidado, etc., y que genere recursos de apoyo para acompañar física y emocionalmente al alumnado.
Además de la influencia de las redes sociales y de los estándares de belleza, establecer una ayuda sólida y eficaz desde las primeras etapas de la vida es primordial, dado que “las experiencias que en estas etapas se produzcan pueden influir en mayor o menor medida en la vida adulta de quien se encuentre en una situación tan compleja”, expone García Valverde.
La familia es otro gran punto de apoyo: padres y madres no deben banalizar, despreciar o infravalorar el sufrimiento de su hija o hijo, ni culpabilizarle o compararle con otras personas. En cambio, es recomendable fomentar la comunicación y prestar atención a señales como autolesiones, pérdida de contacto con sus amistades, abandono de aficiones, etc.