Los expertos consideran que la mayoría de las personas, durante la edad adulta, han estado expuestas al VPH y las mismas cepas que causan cáncer de cuello de útero, principalmente los tipos de 16 y 18, son también responsables de muchos tumores de cabeza y cuello.
Además, insisten, en que aunque existen pruebas verificadas para detectar el virus antes de que se desarrollen los tumores ginecológicos, no sucede lo mismo en los tumores orofaríngeos. De hecho, está previsto que estos tumores superen a los de cérvix en el año 2020.
Aproximadamente, el 5% de las personas infectadas con el VPH desarrollarán cáncer de boca o garganta, lo que sugiere que el sistema inmune de la mayoría de las personas puede frenar fácilmente las infecciones por VPH. Sin embargo, la clave era saber por qué en este pequeño porcentaje se desarrolla el cáncer.
Los investigadores han descubierto que la respuesta puede estar en unas láminas delgadas y viscosas de bacterias localizadas es unos orificios situados en la superficie de las amígdalas, tras analizar muestras de tejido de 120 pacientes que presentaban una amigdalectomía.
Cinco de ellas presentaban restos del VPH y cuatro contenían las cepas más peligrosas, el VPH 16 y 18. Y en todos los casos estaba presente estas películas en esos orificios.
El grupo cree que el VPH se elimina de la amígdala durante una infección activa y queda atrapado en esa zona, donde queda protegido ante ataques inmunes, esperando su oportunidad como si estuviera en una trinchera para restablecer la infección o invadir el tejido de la amígdala y desarrollar cáncer.
Los expertos planean, ahora, investigar posibles herramientas de diagnóstico, como un enjuague bucal, para detectar el VPH en la boca o la garganta así como desarrollar antibióticos tópicos que interrumpan la formación de esas películas para permitir al sistema inmune eliminar el virus.