A menudo, tendemos a comprar alimentos como carne, legumbres o, si estamos en estas fechas, otros productos como el gazpacho o el salmorejo. El pescado es uno de los platos más beneficiosos para nuestra salud por, entre otras cosas, su alto contenido de Omega 3 que precisamente favorece a nuestro estado cardiovascular.

En este sentido, se ha recomendado la ingesta depescados azules como el atún, la sardina o el salmón. Más aún en estos últimos días tras las recientes investigaciones de la Universidad del Este de Finlandia, cuyos datos demuestran que su consumo mejora la fluidez de la membrana celular y, por tanto, conlleva a un menor riesgo cardiovascular. De forma más significativa, si comiesen este tipo de pescado al menos cuatro veces por semana.

Sardinas
Sardinas | Portugal

Sus trabajos, publicados en la revista 'Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases', determinan que esto se debe a que los denominados pescados grasos -contienen al menos un 5 por ciento de grasa- disminuyen nuestros índices lipofílicos, en especial si se habla de personas con alteraciones de metabolismo y enfermedades coronarias. Un porcentaje lipofílico que sirve para describir la fluidez de la membrana y que cuanto más bajo sea, más se asocia con un tamaño medio de partículas de lipoproteínas de alta intensidad (HDL) más grande y ventajoso para el sistema cardiovascular.

De cara a los resultados finales, sus investigadores han revisado y estudiado dos veces los efectos de los aceites de pescado y camelina, y de los ácidos grasos omega-3 en el índice lipofílico. Para el primer caso han participado 79 hombres y mujeres con intolerancia a la glucosa, divididos en cuatro grupos (aceite de camelina, pescado graso, pescado magro y de control). Por su parte, para la segunda ocasión han hecho lo propio 33 hombres y mujeres con enfermedades cardiovasculares, todos ellos repartidos en tres grupos (pescado grado, pescado magro y de control).

El salmón es una fuente de ácidos grasos omega 3
El salmón es una fuente de ácidos grasos omega 3 | Pixabay

Pese a poder calcular su índice lipofílico, en base a los ácidos grasos de la membrana de los eritrocitos (primer estudio) y de los fosfolípidos séricos (segundo estudio), a día de hoy, aún no se ha logrado determinar el tipo de relación del aceite de camelina con la fluidez de la membrana. Tampoco se ha podido demostrar que el pescado magro (blanco) y el aceite de camelina tengan efectos positivos en los índices lipofílicos y en los niveles cardiovasculares. De hecho, ni siquiera puede asegurarse que perjudiquen en estas clases de desarrollo.