Las prueba del VIH es la única manera de saber si una persona está infectada o no por el VIH. Este test detecta los anticuerpos que genera el organismo frente al VIH. Existen dos tipos de prueba: muestras de sangre o saliva.
Es importante hacerse la prueba cuanto antes ya que un diagnóstico precoz permite beneficiarse lo antes posible de un seguimiento médico, y acceder a un tratamiento eficaz que evita la progresión de la enfermedad, mejora la calidad de vida y aumenta la supervivencia. El diagnóstico precoz permite adoptar las medidas preventivas necesarias para evitar transmitir la infección a otras personas.
En la mayoría de los casos se usan las denominadas técnicas inmunoenzimáticas (EIA, ELISA) en una muestra de sangre. En caso de que el resultado sea positivo, con la misma muestra de sangre extraída se realiza una técnica más específica para confirmar el resultado, siendo el Western Blot el método más empleado.
El VIH también puede determinarse por métodos directos que incluyen el cultivo vírico, la determinación del antígeno p24 en plasma o suero y la demostración de genoma vírico mediante técnicas de biología molecular (PCR).
Existen también pruebas rápidas, muy útiles en situaciones que requieren un resultado inmediato, es decir, en menos de 30 minutos y no es necesario que se realicen en un laboratorio.
Un resultado positivo a estas pruebas Sí requiere una confirmación posterior de laboratorio. Un resultado negativo no requiere confirmación, aunque puede ser necesario repetir la prueba más adelante.
Las pruebas rápidas emplean generalmente una pequeña muestra de sangre, que se obtiene de un dedo mediante un pinchazo con una lanceta, o saliva.