El estudio podría permitir a los médicos diagnosticar la enfermedad cuando estos síntomas apareciesen, y así se comenzaría a tratar antes, lo que posiblemente frenaría el daño al cerebro y a la médula espinal. La EM aparece cuando el sistema inmune del cuerpo ataca la mielina, proteína grasa que forma la vaina de protección de las neuronas.
Cuando se daña la mielina, se interrumpe la comunicación entre el cerebro y otras partes del cuerpo, lo que lleva a problemas de visión, debilidad muscular, dificultad para el equilibrio y la coordinación, y deficiencias cognitivas.
Los síntomas previos al diagnóstico a menudo se asocian con otros trastornos, y pueden ser transitorios, por lo que diagnosticarlo antes podría convertirse en un desafío. La enfermedad se confirma, en general, mediante una resonancia magnética (IRM), una prueba de impulsos nerviosos o un examen del líquido espinal.
Los investigadores, dirigidos por Helen Tremlett, profesora de la División de Neurología de la UBC, examinaron los registros de salud de 14.000 personas con esclerosis múltiple de BC, Saskatchewan, Manitoba y Nueva Escocia, entre 1984 y 2014, y los compararon con los registros de salud de 67.000 personas sin la enfermedad.
Tremlett y José Wijnands, exinvestigador postdoctoral, descubrieron que la fibromialgia, dolor muscular crónico de origen desconocido, era más de tres veces más común en las personas que, posteriormente, fueron diagnosticadas con EM, y el síndrome del intestino irritable era casi el doble de común.
Otros trastornos comunes entre las personas con EM son las migrañas y cualquiera del estado de ánimo, como ansiedad, depresión o bipolaridad. Se corresponden con un mayor uso de medicamentos para trastornos musculoesqueléticos, del sistema nervioso y del tracto genitorinario, junto con antidepresivos y antibióticos.
El estudio, publicado en 'Multiple Sclerosis Journal', proporciona evidencia definitiva de que la EM puede presentar síntomas tempranos, llamados pródromos, que no se consideran manifestaciones típicas de la enfermedad, como visión borrosa, entumecimiento o debilidad en las extremidades. En el 2000, los libros médicos apuntaron que la EM no tenía un pródromo.