El equipo de investigadores, procedentes del Reino Unido, Suiza, Alemania, Estados Unidos, Italia, Australia y Hungría, investigó las consecuencias económicas sanitarias de los retrasos en el diagnóstico del melanoma, un tipo frecuente de cáncer de piel y uno de los 10 cánceres más comunes en Europa. Personas afectadas Su análisis, recogido este viernes en la revista JAMA Network Open, se basó en información de 50.072 pacientes de dos centros de tratamiento del cáncer de Suiza e Italia, apoyados por datos adicionales de Reino Unido y Bélgica. Los investigadores calcularon cuántas personas habrían visto progresar su cáncer de un estadio al siguiente debido a retrasos en el inicio o en la continuación del tratamiento, ya que tanto los servicios de cribado como los tratamientos fueron interrumpidos en 2020 y 2021 por la restricciones de cierre y escasez de personal sanitario. El resultado es que aproximadamente el 17% de las personas que padecían melanoma en esos años vieron progresar el tumor a una etapa superior en 2020-2021, debido a retrasos en el diagnóstico o tratamiento de dos a tres meses, e incluso de más.
"Como muchas personas faltaron a las citas para detectar o tratar el cáncer de piel, su cáncer avanzó a una fase más avanzada, lo que se tradujo en una atención más costosa y un mayor riesgo de que el tratamiento no tuviera éxito”, subrayó una de las autoras, Elisabeth Roider, doctora en el Hospital Universitario de Basilea. Coste asociado al retraso El equipo de investigación calculó también los costes médicos adicionales debido a estos retrasos, ya que el tratamiento del cáncer en estadio avanzado es más caro y tiene menos probabilidades de éxito. Sus estimaciones incluyeron tanto los costes directos para los sistemas nacionales de salud, como las repercusiones más amplias, como la pérdida de productividad (costes indirectos) debida a la discapacidad y los años de vida perdidos. Su resultado: pérdidas directas e indirectas de 7.100 millones de euros por el tardío abordaje del melanoma asociadas a la pandemia. "Nuestros resultados demuestran que la atención sanitaria preventiva debe ser siempre una prioridad máxima, tanto en tiempos normales como en tiempos de crisis. Cualquier plan para posibles pandemias futuras debe tener en cuenta los efectos secundarios no deseados para otras dolencias y hacerse con una visión integral", añadió Roider.
Aprender de la experiencia “Dada que la detección precoz del cáncer es vital, es fundamental tener muy presentes los efectos secundarios no deseados en cualquier planificación futura de una pandemia”, subrayó otro de los autores, Kaustubh Adhikari, investigador del University College de Londres en un comunicado de esta universidad. "Es alarmante que, por una sola enfermedad, se perdieran muchos años de vida, se redujera la calidad de vida de miles de personas y se generaran miles de millones de impacto económico. Es importante que aprendamos de la experiencia para garantizar que, si surge otra pandemia, podamos equilibrar eficazmente las distintas prioridades sanitarias", incidió Adhikari. La investigación contó con el apoyo de la Fundación de Investigación de la Universidad de Basilea, la Fundación ProPatient, la Universidad de Basilea, la Fundación Goldschmidt Jacobson y la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia.