La enfermedad del Parkinson afecta a 1 de cada 500 personas y es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común en todo el mundo. Los síntomas no se hacen evidentes hasta que más del 70 % de las células productoras de dopamina del cerebro se han visto afectadas. Algunos de estos síntomas son: rigidez muscular, lentitud de movimiento, temblores, trastornos del sueño, fatiga crónica y una mala calidad de vida.
Los investigadores hicieron una muestra en el Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía (NHNN) de 60 personas que padecen Parkinson, y que utilizaron una inyección semanal de exenatida durante 48 semanas, o un placebo, además de sus medicamentos.
Los científicos descubrieron que las personas con Parkinson que se inyectaron cada semana exenatida, el fármaco, durante un año realizaron mejores pruebas motoras que los que inyectaron placebo.
Este descubrimiento es muy importante porque el fármaco tiene potencial para afectar el curso de la enfermedad en sí, y no sólo los síntomas, que se alivian con los tratamientos existentes, pero sin percibir una mejora en la enfermedad.
La exenatida, un fármaco para la diabetes, podría usarse también como potencial terapia contra el Parkinson. Desde 2005 se utiliza para tratar la diabetes tipo 2. El fármaco activa receptores de la hormona GLP-1 en el páncreas para estimular la liberación de insulina.
Estos receptores GLP-1 también se encuentran en el cerebro, y una investigación previa ha demostrado que su activación puede aumentar la función de las conexiones de dopamina, actuar como un anti-inflamatorio, mejorar la producción de energía, y cambiar las señales de supervivencia celular.
Otras investigaciones tratan de aclarar cómo funciona el fármaco para las personas con Parkinson, ya que un estudio previo realizado en animales demostró que la exenatida mejoraba el rendimiento motor.
Además, en otro estudio también se encontraron evidencias tempranas de que podría ser un agente modificador de la enfermedad, por lo que este último estudio llevado a cabo por el University College de Londres, fortalece aún más la evidencia.
Por el momento, a los médicos no se les recomienda utilizarla hasta que se conozca más acerca de su seguridad e impacto en pacientes con Parkinson, por lo que se seguirá investigando.