Este año, la temporada de invierno se está caracterizando por un aumento en las tasas de infecciones respiratorias agudas (IRA) y de los casos de gastroenteritis aguda por norovirus. Se trata de infecciones que suelen darse en esta época del año pero esta vez ha coincidido con el tiempo y ha generado una doble carga para los servicios de Atención Primaria.
Para hacer frente a esto e impulsar el autocuidado entre la población, la Sociedad Española de medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) ha recordado a los pacientes, familiares y cuidadores que es esencial que puedan identificar los síntomas.
En el caso de una infección de las vías respiratorias por gripe, covid o VRS, los síntomas más comunes son fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, congestión nasal, dolor de garganta o tos.
Si estossíntomas aumentan es importante acudir al médico. Esto se da si: la fiebre, superior a 38,5°C no mejora, si hay coloración azulada en los labios, piel o uñas, si presenta dolor torácico, cambios en el estado de conciencia, somnolencia excesiva o irritabilidad, fatiga severa, vómitos que persisten más de 24-48 horas sin mejora o que no mejoran tras la dieta, signos de deshidratación, empeoramiento o descompensación de enfermedades crónicas o cualquier empeoramiento clínico repentino pese a las medidas de autocuidado.
Reconocer y tratar las infecciones por norovirus
Por otro lado, el aumento de gastroenteritis aguda por el norovirus es importante por su alta transmisibilidad debido al contacto directo con heces y el vómito de personas infectadas, en superficies, alimentos o agua contaminados. También por los aerosoles generados al vomitar y a su elevada frecuencia. Además, hay que prestar atención al riesgo de complicaciones especialmente en personas vulnerables (niños pequeños, menores de 2 años, adultos mayores, inmunodeprimidos).
No obstante, la semFYC hace hincapié en que la mayoría de los casos de norovirus pueden gestionarse desde el hogar, a través del reposo y la hidratación. Los síntomas más comunes suelen aparecer a las 12-48 horas de contagiarse y son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, fiebre y malestar general.
Para tratar la infección hay que prevenir y frenar la deshidratación a través de rehidratación oral y una dieta blanda, y con analgésicos y antipiréticos se puede reducir el dolor y la fiebre. Para las nauseas los antieméticos son efectivos. Los síntomas suelen desaparecer en menos de 3-4 días.
Con todo esto, para evitar los contagios es importante que la persona infectada se mantenga en una habitación individual hasta 48 después de mostrar síntomas, tener una correcta higiene de manos y limpiar y desinfectar las superficies contaminadas con la solución adecuada.
A pesar de ser una infección que se puede tratar desde casa, pueden darse casos de emergencia en los que si que hay que acudir al médico. Esto ocurre cuando se dan signos de deshidratación severa (piel y boca seca, disminución de la orina, somnolencia, apatía y debilidad importante), vómitos persistentes durante más de 3-4 días, dolor abdominal intenso, fiebre alta persistente (superior de 38,5°C), alteraciones del estado en general (confusión, desorientación), empeoramiento o descompensación de enfermedades crónicas.
Los médicos hacen hincapié en la deshidratación como una complicación grave, especialmente en pacientes con otras complicaciones como fallo renal, sobreinfección por otros virus, desnutrición o descompensación de enfermedades crónicas.
En definitiva, las recomendaciones durante esta época del año son el uso de mascarillas en personas con síntomas respiratorios o infectadas, también en el caso de personas vulnerables que se expongan a situaciones de riesgo elevado. A esto se suma, el lavado de manos, la distancia física, reforzar las medidas de limpieza y medidas de higiene en los centros de salud, para evitar el aumento de contagios.