Para favorecer su crecimiento y malignidad, las células tumorales se comunican entre ellas y con su entorno, modificándolo. De este modo, existen muchas comunicaciones que van desde moléculas sencillas, como son los factores de crecimiento, hasta vesículas que son pequeñas bolsitas llenas de información y, aunque existen muchos tipos de vesículas, no siempre está claro su origen dentro de la célula y cómo se transportan.
Empleando microscopía electrónica, el equipo dirigido por la catedrática de Biología de la Universidad de Zaragozae investigadora del IIS Aragón, Concha Junquera, ha identificado que los gliomas de bajo grado emplean unas vesículas que se conocen como esferosomas, los cuales se producen en las células tumorales y se liberan al medio extracelular para transportar información a las células vecinas.
Sin embargo, aunque las vesículas extracelulares más estudiadas son los exosomas, este equipo ha encontrado que otras vesículas, los esferosomas, son más habituales en estos tumores cerebrales.
Por ello, el equipo ha descrito con mucho detalle el origen de estos esferosomas y cómo se producen, demostrando que tienen diferente origen y biogénesis que los exosomas hallados en otros tumores y que presumiblemente transportan diferentes moléculas, es decir, diferente contenido o información.
Además, este estudio ha revelado la presencia de una estructura celular, el cilio primario en los gliomas de bajo grado, que funciona como una antena y desempeña un papel importante en la detección y transmisión de señales oncogénicas, lo que la convierte en una prometedora diana terapéutica.