Las mujeres científicas tuvieron que enfrentarse a muchos obstáculos y muchos de sus nombres ni siquiera resultan familiares, a pesar de ser grandes protagonistas de su tiempo y de nuestra historia.

Por eso, esta es solo una breve lista de las mujeres científicas ya que, sin duda, faltan muchos nombres.

Marie Curie
Marie Curie, una química y física polaca fue capaz de derribar muchos muros ya que logró un gran reconocimiento con dos Premios Nobel. El trabajo con su marido Pierre Curie y su hija Irène Joliot-Curie permitió grandes avances en el campo de la radiactividad.

Sophie Germain
Fue una mujer que realizó importantes contribuciones en el campo de las matemáticas y más en concreto, en la Teoría de los Número y la Teoría de la Elasticidad.  No pudo desepñar su labor como quería y tuvo que esconderse bajo el pseudónimo masculino de Le Blanc para relacionarse con científicos tan prestigiosos como Gauss o Lagrange.

Rosalind Franklin
Rosalind Franklin es un ejemplo de cómo la historia dejó en el olvido a una de las mejores mujeres científicas de todos los tiempos. En 1953, cuando se dio a conocer el descubrimiento de la estructura del ADN, un nombre faltaba entre los investigadores que contribuyeron a este importante hito científico.

Margarita Salas
Mujer española. Discípula del Nobel Severo Ochoa ha sido responsable de la creación de una auténtica escuela de científicos especializados en biología molecular, como María Blasco o Cristina Garmendia. Además es responsable de la patente más rentable de España, por la que el CSIC obtiene casi el 50% de sus royalties.

Jane Goodall
Como primatóloga, estudió el uso de herramientas en chimpancés, a quienes ha dedicado el estudio de toda su vida. Jane ha realizado profundas y fructíferas investigaciones científicas sobre el comportamiento, el uso de herramientas y los modos de vida de los chimpancés. En 2003, sus trabajos fueron reconocidos por la comunidad científica con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Amalie Emmy Noether
Esta mujer podría considerarse como la mujer más importante en la historia de las matemáticas y de hecho, vale destacar que entre otros tantos, así la consideraba Einstein. Nació en Erlangen, Alemania, en el año 1882 y falleció en el 1935 en EEUU, luego de ser expulsada por los nazis unos años antes. La figura de Noether ocupa un imprescindible lugar en el ámbito de las matemáticas, especialmente en la física teórica y el álgebra abstracta, con grandes avances en cuanto a las teorías de anillos, grupos y campos. A lo largo de su vida realizó unas 40 publicaciones realmente ejemplares.

Barbara McClintock
Dejó un importante descubrimiento en el campo de la genética. Barbara se especializó en la citogenética y obtuvo un doctorado en botánica en el año 1927. A pesar de que durante mucho tiempo, injustamente sus trabajos no fueron tomados en cuenta, 30 años más tarde se le otorgó el premio Nobel por su excepcional e increíblemente adelantada para su época: teoría de los genes saltarines, revelando el hecho de que los genes eran capaces de saltar entre diferentes cromosomas. Hoy, este es un concepto esencial en genética.

Lise Meitner
Lise Meitner fue una física con un amplio desarrollo en el campo de la radioactividad y la física nuclear, siendo parte fundamental del equipo que descubrió la fisión nuclear, aunque solo su colega Otto Hahn obtuvo el reconocimiento (imaginen el por qué). Años más tarde, el meitnerio (elemento químico de valor atómico 109) fue nombrado así en su honor.

Augusta Ada Byron
Más conocida como Ada Lovelace, Augusta Ada King, Condesa de Lovelace, fue una brillante matemática inglesa. Fue la primera programadora del mundo. Ella descubrió que mediante una serie de símbolos y normas matemáticas era posible calcular una importante serie de números. Como curiosidad, y por si su apellido te suena, ella fue la hija de uno de los poetas más grandes en la historia de la literatura universal, por supuesto: el magnífico Lord Byron.

Jocelyn Bell
Susan Jocelyn Bell Burnell es la astrofísica británica que descubrió de la primera radioseñal de un púlsar. Este descubrimiento fue parte de su propia tesis. Sin embargo, el reconocimiento  fue para Antony Hewish, su tutor, a quien se le otorgó el premio Nobel de Física en 1974. Este injusto acto, que aunque como ya vimos no es nada nuevo, fue cuestionado durante años, siendo hasta hoy un tema de controversia.