Gracias a la tecnología de ultrasonidos, en combinación con una base de azúcar, se podría ampliar en gran medida el periodo de conservación de la sangre para transfusiones. De esta forma, sería posible evitar su degradación y garantizar su acceso en momentos de mayor necesidad.
Hasta ahora, la sangre puede almacenarse durante un periodo máximo de seis semanas; por lo que es vital mantener en constante movimiento las campañas de donación. Sin embargo, una nueva investigación podría haber dado con la clave para garantizar su conservación durante un periodo de tiempo superior que, en el mejor de los casos, se traduciría en años.
Para ello, los investigadores de la Universidad de Louisville se han centrado en una metodología que utiliza la tecnología de ultrasonidos para crear poros en las células sanguíneas, de forma que sería posible insertar determinados tipos de azúcar, como la molécula trehalosa. Esto impediría la degradación de la sangre, en el momento en que se lleva a cabo el “secado” de la sangre para su conservación.
El proceso que garantizaría el almacenamiento de la sangre durante más tiempo se basa en la capacidad de la tecnología de ultrasonidos de aumentar el número de células que pueden rehidratarse en el sistema microfluídico, partiendo de las burbujas microscópicas oscilantes de gases inertes.
Sin embargo, pese a los resultados positivos observados en el estudio, sus autores destacan la necesidad de llevar a cabo un mayor número de investigaciones para garantizar la mejora de esta técnica de conservación de la sangre.