La crisis del coronavirus ha provocado un gran impacto psicológico en la salud mental de la población, especialmente entre niños y jóvenes. El deterioro de la salud mental no solo persiste un año y medio después del inicio de la pandemia, sino que psicólogos y psiquiatras afirman que durará más que el propio virus.
Sin embargo, no se trata de algo nuevo. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que una de cada cuatro personas tiene o tendrá algún problema de salud mental a lo largo de su vida, donde el suicidio constituye la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
La medida principal para hacer frente a esta ‘pandemia de salud mental’ es una mayor inversión y más profesionales dentro del sistema de salud pública. Sin embargo, esta crisis ha revelado carencias de atención a la salud mental en España.
En este sentido, nuestro país destina el 5% del presupuesto sanitario global a esta causa, frente al 7% que destina la media europea. Del mismo modo, la ratio de psiquiatras en España también es un 40% inferior que la de la media europea.
El impacto psicológico de la pandemia está afectando a los sectores más vulnerables de la población, entre los que se encuentran personas con un trastorno mental previo, los profesionales sanitarios y, en especial, la población infanto juvenil.
En este último caso, el mayor incremento se ha producido en los trastornos de conducta alimentaria (TCA), la depresión e intención suicida. No atender estos problemas a tiempo puede suponer que se vuelvan crónicos.
Por su parte, Unicef ha presentado los resultados del Informe Estado Mundial de la Infancia 2020, centrado, por primera vez, en la salud mental. El documento revela que uno de cada siete adolescentes en el mundo entre los 10 y los 19 años tiene un trastorno mental diagnosticado y que el suicidio es la quinta causa de muerte para este grupo de edad.
La pérdida de rutinas, la falta de contacto con otras personas de su misma edad, la mayor exposición a conflictos familiares o dedicar más tiempo a las redes sociales constituyen algunos de los factores que se encuentran tras este deterioro de la salud mental de los jóvenes.
Sin embargo, el estigma conformado en torno a los trastornos psiquiátricos continúa siendo un obstáculo que dificulta o impide la búsqueda de ayuda por parte de quienes la necesitan. Además, existe la idea generalizada de que la salud mental se puede tratar con voluntad.
Finalmente, un aspecto positivo de la pandemia es que ha contribuido a visibilizar los problemas de salud mental, lo que, en cierto modo, supone un avance en su normalización.
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