Esta técnica forma parte de las terapias celulares y génicas que actualmente están revolucionando la investigación oncológica. Implican la manipulación de las células del propio paciente o de donantes y ofrecen enfoques personalizados y precisos para tratar enfermedades complejas.

Linfocitos con una misión

En concreto, la terapia CAR-T consiste en reprogramar las células del sistema inmunitario para dirigirlas específicamente contra las células tumorales.

El proceso comienza con la extracción de sangre del paciente, de la cual se aíslan los linfocitos T, un tipo de célula defensiva especializada en eliminar células infectadas y cancerosas. Posteriormente, dichos linfocitos se modifican genéticamente para que expresen receptores de antígenos quiméricos (CAR), diseñados para reconocer antígenos (sustancias que generan respuestas inmunitarias) presentes en las células malignas del paciente.

Estas células modificadas se cultivan y expanden en grandes cantidades antes de ser infundidas de nuevo en la persona sometida al tratamiento. Una vez en el organismo, los linfocitos CAR-T se multiplican, identifican las células cancerosas que expresan el antígeno diana y las atacan de manera precisa.

Una remisión prometedora

Concretamente, el ensayo clínico de la Universidad de Stanford (iniciado en 2020) incluyó a 11 pacientes diagnosticados con glioma difuso de línea media, un agresivo tumor del sistema nervioso central que afecta principalmente a niños y jóvenes y que hasta ahora carece de opciones curativas.

Como apuntábamos más arriba, la terapia desarrollada por los científicos estadounidenses –en ensayo clínico de fase I– logró la remisión completa en un joven de 17 años, que lleva ya cuatro años libre de enfermedad detectable. Además, el tamaño tumoral se redujo entre un 52 % y un 91 % en otros tres pacientes, lo que genera nuevas esperanzas para tratar estos tumores de mal pronóstico.

Es cierto que el trabajo presenta algunas limitaciones, como el reducido número de personas incluidas en el estudio y el hecho de que los resultados positivos no predominen en la mayoría de los casos. Además, el periodo de observación del joven con remisión completa aún es demasiado corto para obtener conclusiones definitivas. No obstante, los resultados no dejan de ser prometedores, abriendo una vía hacia la posibilidad de cronificar una enfermedad que sigue siendo incurable.

Más allá de los tumores hematológicos

Hasta ahora, las terapias CAR-T han tenido una gran efectividad en cánceres de la sangre. Esto se explica porque los antígenos que reconocen estas células suelen expresarse abundantemente en las células de los tumores hematológicos, lo que facilita su identificación y destrucción de forma selectiva.

En los tumores sólidos, sin embargo, la presencia de barreras fisicoquímicas limita la penetración y eficacia del tratamiento, además de incrementar el riesgo de dañar células sanas. De ahí la relevancia de los resultados del ensayo publicados en Nature, que implican un avance significativo en el uso de CAR-T para tratar tumores sólidos como son los cerebrales.

A esto hay que sumar que hace poco se hizo también público un estudio en modelos preclínicos de cáncer de mama HER2+ con resultados igualmente prometedores, lo que refuerza el potencial de la terapia para abordar una mayor diversidad de tumores sólidos.

Además, la terapia CAR-T tiene un gran potencial más allá del cáncer. Investigaciones recientes sugieren que podría ser clave en el tratamiento de enfermedades autoinmunes, como la diabetes tipo 1 o el lupus. Incluso podría utilizarse en procesos asociados con el envejecimiento.

Celia Vived Maza, Docente Grado en Biomedicina, Universidad San Jorge, Universidad San Jorge

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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