El 19 de octubre se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, con el fin de incrementar la atención y el apoyo destinados a la sensibilización, la detección precoz, el tratamiento y los cuidados paliativos.
En este sentido, es esencial saber que una detección precoz de la enfermedad, junto con un diagnóstico adecuado y un tratamiento, eleva sus posibilidades de curación, mientras que, si se detecta de forma tardía, es muy difícil ofrecer un tratamiento curativo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que, en 2020, se diagnosticó cáncer de mama a 2,3 millones de mujeres en todo el mundo, y 685.000 fallecieron por esa causa. Además, constituye el tipo de cáncer de mayor prevalencia en el mundo.
Cerca de la mitad de los casos de cáncer de mama se desarrollan en mujeres que no presentan ningún factor de riesgo identificable, a excepción del género (mujer) y la edad (más de 40 años). Sin embargo, hay algunos factores que incrementan el riesgo de padecer esta enfermedad.
Entre ellos, se encuentran el envejecimiento, la obesidad, el consumo perjudicial de alcohol, los antecedentes de cáncer de mama en la familia, el historial de exposición a radiación, el historial reproductivo, el consumo de tabaco y la terapia hormonal posterior a la menopausia.
En este sentido, los antecedentes de la enfermedad en la familia multiplican su riesgo por dos o por tres. Por su parte, los factores reproductivos relacionados con una exposición prolongada a estrógenos endógenos (menarquia precoz, menopausia tardía o edad madura del primer parto) también son algunos de los principales factores de riesgo.
Del mismo modo, las hormonas exógenas, propias de los anticonceptivos orales o los tratamientos de sustitución hormonal, también se asocian con un mayor riesgo de la enfermedad.
Además, se estima que el 21% de las muertes por cáncer de mama registradas en el mundo se pueden atribuir al consumo de alcohol, el sobrepeso, la obesidad y la falta de actividad física.
Para prevenir el cáncer de mama, es fundamental controlar los factores de riesgo modificables a través de una dieta sana, la actividad física y el control del consumo de alcohol, el sobrepeso y la obesidad.
Del mismo modo, el diagnóstico precoz y el acceso, junto con una atención asequible y de calidad, son otro pilar fundamental para controlar la enfermedad. Para lograrlo es fundamental, además, recibir una buena información al respecto.
En cuanto a los signos del cáncer de mama, se presenta con mayor frecuencia como un nódulo o engrosamiento indoloro en el pecho. En caso de detectar una hinchazón anormal en el seno, se debe acudir a un profesional sanitario sin demorarse más de 1-2 meses, aunque no sientan dolor.
Ante la enfermedad, también se puede alterar el tamaño, la forma o el aspecto del seno. Puede surgir enrojecimiento, hoyuelos, grietas u otras alteraciones de la piel; el pezón cambia de aspecto, así como el de su piel circundante (areola), y se produce una secreción anormal a través de él.
A pesar de ello, el cáncer de mama se puede manifestar de formas muy diversas, por lo que es fundamental realizar un examen médico completo. Las mujeres con anormalidades persistentes (más de un mes) deberían someterse a algunas pruebas como la obtención de imágenes de la masa o la toma de muestras de tejido (biopsia) para saber si la masa es cancerosa o benigna.