Los meningiomas son tumores derivados de las meninges, envolturas o capas que envuelven al cerebro y la médula espinal. El 90% de los meningiomas son benignos, tumores de crecimiento muy lento que se desarrollan a lo largo de muchos años. Aunque su diagnóstico suele ser casual, al ser de crecimiento lento y no dar síntomas se cree que su prevalencia es superior a la que estiman los estudios epidemiológicos y situarse por encima del 1% en personas asintomáticas.
El doctor Jaime Gállego Pérez de Larraya, coordinador del Grupo de Estudio de Neurooncología de la Sociedad Española de Neurología (SEN), ha explicado que los meningiomas pueden aparecer en cualquier parte de las meninges; el 90% de estos tumores son intracraneales y los restantes se localizan en el canal vertebral. Se limitan a las meninges, salvo en muy raras ocasiones en las que pueden llegar a invadir el cerebro.
Por lo general, la mayoría de meningiomas no producen síntomas y en muchos casos se descubren al realizar una prueba de imagen diagnóstica por otro motivo, lo que hace su diagnóstico incidental o casual. En el caso de que se presenten síntomas, éstos tienen que ver con la zona en la que se localiza el meningioma, con su tamaño y con su ritmo de crecimiento.
El síntoma más habitual son las crisis epilépticas; inmediatamente por debajo de la meninge se encuentra la corteza cerebral, y su irritación o compresión por un meningioma puede ocasionar precisamente crisis epilépticas. Según su localización y el área cerebral afectada, pueden producir también alteraciones visuales o auditivas, cambios en el estado mental, debilidad en las extremidades o dolor de cabeza de predominio nocturno o matutino.
"Como los meningiomas son, en su mayoría, de crecimiento muy lento, el cerebro tiene tiempo suficiente para adaptarse y amoldarse al efecto compresivo del tumor; ello explica el curso asintomático de la mayoría de estos tumores. Son por tanto su localización, tamaño y ritmo de crecimiento, los factores que determinan que el meningioma provoque o no síntomas", aclara el doctor, neurooncólogo de la Clínica Universidad Navarra.
FACTORES GENÉTICOS Y HORMONALES
En la mayoría de casos se desconoce la causa por la que aparecen estos tumores, no siendo posible establecer una relación con posibles factores de riesgo. A este respecto, no hay evidencia científica para establecer una relación con el uso de teléfonos móviles.
En algunos pacientes el desarrollo de meningiomas está relacionado con la presencia de determinadas mutaciones genéticas. Es el caso por ejemplo de las personas con síndromes hereditarios como la neurofibromatosis tipo 2, en los que hay una mutación en un gen que predispone al desarrollo de diversos tumores, entre ellos los meningiomas.
Otra posible causa o factor que contribuye a su aparición es la radiación ionizante, como sucede en pacientes que años atrás han recibido tratamientos como radioterapia a nivel craneal.
Los factores hormonales probablemente también tienen un papel en el desarrollo de los meningiomas, como lo demuestra el hecho de que estos tumores expresen receptores hormonales y sean más frecuentes en mujeres que en hombres.
SÍNTOMAS, VELOCIDAD DE CRECIMIENTO Y EDAD
La sospecha diagnóstica de un meningioma se establece con las técnicas de neuroimagen, especialmente la resonancia magnética, realizada por la aparición de síntomas derivados del meningioma o por otra razón. Esta técnica de imagen muestra una lesión sólida unida o que deriva de las meninges. Otras características radiológicas pueden sugerir un comportamiento benigno o más agresivo de los meningiomas.
Finalmente, tras el hallazgo en neuroimagen de una lesión compatible con un meningioma, la presencia de síntomas, el tamaño y la velocidad de crecimiento del tumor así como la edad del paciente son aspectos que evalúa el neurólogo para decidir la necesidad o no de tratar, y cómo hacerlo.
El diagnóstico definitivo se realiza con el estudio anatomopatológico, esto es, el análisis al microscopio del tejido tumoral obtenido mediante cirugía. Es este estudio el que determina la benignidad, en la mayoría de los casos, o agresividad del tumor.
Si el tumor es pequeño, es de crecimiento lento, no da síntomas y la persona es de edad avanzada, puede no ser precisa la intervención quirúrgica, y se puede vigilar mediante la realización periódica de pruebas de imagen, cada tres a seis meses. Sin embargo, si existen síntomas o el ritmo de crecimiento del tumor es rápido la indicación quirúrgica es más clara; en estos casos, si la localización no permite la cirugía, pueden tratarse con radioterapia.
El meningioma es una patología de personas adultas. Salvo en los casos de síndromes hereditarios específicos, como la ya mencionada neurofibromatosis tipo 2 causada por una alteración en el cromosoma 22, su aparición en niños es excepcional.
En el caso de los meningiomas más agresivos o malignos, con capacidad invasiva y un ritmo de crecimiento rápido, suele emplearse la radioterapia después de la cirugía para intentar evitar su recurrencia.