Diccionario Político
Democracia
Te contamos en qué consiste este sistema de gobierno, cómo se ejemplifica en España, sus diferentes definiciones académicas y cuáles son los países del mundo más y menos democráticos.
¿Qué es la democracia?
La democracia es, literalmente, “el gobierno del pueblo”. El término se deriva del griego dēmokratiā, que se acuñó de dēmos ("pueblo") y kratos ("gobierno") a mediados del siglo V a.C., y se creó para describir los sistemas políticos existentes en algunas ciudades-estado griegas.
Se trata de un sistema de Gobierno en el que las leyes, las políticas, los líderes y los principales objetivos de un estado (u otro sistema) son decididos directa o indirectamente por el "pueblo". Pero, desde el punto de vista histórico de la democracia, ¿qué se entiende por pueblo?
En palabras de la enciclopedia Britannica: “Un grupo históricamente constituido solo por una minoría de la población (por ejemplo, todos hombres adultos en la antigua Atenas o todos los hombres adultos con suficientes propiedades en la Gran Bretaña del siglo XIX)”. Aunque en el siglo XX en las democracias más avanzadas se ha extendido a casi toda la población adulta.
Tipo de democracia en España
España, en la actualidad, cuenta con una democracia representativa. De este modo, la dirección política que tome el país la indican las corrientes mayoritarias que se movilizan a través de representantes elegidos periódicamente (mediante convocatorias electorales).
El Gobierno de España define el sistema político existente en el país así: “Una monarquía constitucional, con un sistema de gobierno que se basa en la soberanía nacional, la división de poderes y un sistema parlamentario. Esto último por el papel central que tiene el poder legislativo o Parlamento”.
Entonces, a diferencia de otros sistemas, los ciudadanos no tienen una participación absolutamente directa en los asuntos políticos: tienen el poder del voto y pueden elegir quién ejerce el mando. Pero no escriben las leyes, no manejan los presupuestos ni deciden la estrategia política y social del país. Para ello están los representantes, que se eligen, según el Gobierno de España, “en elecciones libres, universales, secretas y plurales”.
Ahora bien, el ejecutivo incide en que sí hay algunos casos en los que los ciudadanos participan más activamente: “En los previstos por las normas, por ejemplo: iniciativa legislativa popular, ocupando cargos públicos, ejerciendo el derecho de petición, votando en referéndum y participando en consultas, entre otras”.
Sin embargo, esta representación es visiblemente limitada. En España solo se han celebrado cuatro referéndums desde 1976, como indica el Congreso de los Diputados (un referéndum es, según la RAE, un “procedimiento por el que se someten al voto popular leyes o decisiones políticas con carácter decisorio o consultivo”, es decir, una medida política concreta cuya decisión se delega a los ciudadanos). Además, la Constitución Española indica en su artículo 92 que este solamente podrá ser convocado por el rey, mediante propuesta del presidente del Gobierno. Por tanto, un referéndum siempre dependerá de sus representantes y del jefe de Estado.
Por otra parte, la ciudadanía también participa indirectamente en lo que se conoce como separación de poderes. Como indica el Diccionario panhispánico del español jurídico, “se trata de un principio de las democracias liberales, de tal forma que las funciones del Estado se desarrollan por distintos órganos”. Es decir, por un lado está la Jefatura del Estado (encabezada por el rey o la reina), que ejecuta las leyes; por otro lado las Cortes (el Parlamento y el Senado), que elaboran esas leyes; y por último el Poder Judicial que, mediante los tribunales, aplica esas mismas leyes en las causas civiles y criminales.
Según el Gobierno de España, la división de poderes “no es absoluta, hay relaciones, equilibrios y controles recíprocos entre las distintas instituciones”, aunque insisten en que “esta organización de las instituciones es muy importante, porque evita el abuso en el ejercicio del poder”. De nuevo, la ciudadanía adquiere el poder a través de sus representados (aunque la figura del jefe de Estado no se elige en los comicios).
Sí es el caso, en parte, del Consejo General del Poder Judicial, que se compone de 20 vocales más el presidente. Ocho de esos veinte vocales los escogen las Cortes por mayoría de tres quintos –cuatro el Congreso y cuatro el Senado–, mientras que los otros doce se escogen “entre jueces y magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca la ley orgánica” (artículo 122 de la Constitución).
Así, según la carta magna del año 1978, España se autodefine como “una democracia, un estado de derecho y un estado de bienestar, con una economía social de mercado”. Y se basa en un modelo de convivencia sujeto por siete pilares: la libertad, justicia, igualdad, solidaridad, pluralismo político, dignidad de la persona y el respeto a los derechos fundamentales y a las libertades públicas.
Otros tipos de democracia
Uno de los sistemas más extendidos en Occidente es la democracia liberal, que encuentra su origen en la corriente de pensamiento liberal, que surgió al mismo tiempo que el libre mercado en los siglos XVI y XVII.
Democracia liberal
Este sistema político encuentra la gran mayoría de sus reglas en la Constitución de los Estados Unidos, “tales como el orden, la separación de poderes, libertades y respeto a los derechos”, afirma Karla Rodríguez Burgos, doctora en Ciencias Políticas,. Realmente, los académicos solo destacan una diferencia visible entre la democracia liberal y la representativa: la alternancia en el poder.
Como apunta Izzat Haykal, este hecho es especialmente visible en los gobiernos de Estados Unidos, cuyos mandatarios no pueden gobernar más de ocho años. El Estado español no cumple este requisito, pero sí sigue la gran mayoría de reglas del sistema, como son la elección de los gobernantes mediante votación (sufragio) y la presencia de representantes que están sujetos a un Estado de Derecho, a unas leyes y a una Constitución que ha emanado del pueblo.
Democracia participativa
En este caso, la población debe de ir un paso más allá. Si bien comparte todos los valores de la democracia representativa y la liberal, en la que hay una serie de derechos básicos y reglas que rigen el sistema, en este tipo de gobierno el papel del ciudadano cobra algo más relevancia (aunque menos que en la directa).
“La democracia participativa contiene una diversidad de formas de participación; sin embargo, todas encerradas en un mismo ideal: los ciudadanos deben ser más activos, informados y racionales no sólo para elegir a sus representantes, sino también para participar en la toma de decisiones”, explica Rodríguez.
En este sentido, la académica apunta que un sistema de este tipo debe darle prioridad “a una mejor educación ciudadana, el desarrollo de una cultura política e incluso en debates públicos que permitan discutir las diferentes opciones”.
Realmente, se puede interpretar que esto ya ocurre en otras democracias, pero en este sistema, como ya indicaba el politólogo argentino Guillermo O’Donnel en 1994, “es necesario robustecer la participación ciudadana, que haga cumplir una parte de la ‘fiscalización’ que es la rendición de cuentas de los funcionarios públicos”. Es decir, las reglas son las mismas, pero los ciudadanos deben tener más mecanismos para tomar decisiones.
Junto con eso, Haykal destaca la existencia de otros tipos de democracia, aunque con una menor popularidad: estos son los casos de democracia democristiana –que consiste en “regir las leyes de la vida pública con los mandamientos y valores de la religión cristiana, incluyendo a católicos y protestantes”–; la democracia parcial –en la que los conciudadanos “no gozan de acceso real a las administraciones del Estado”–; o la democracia popular, en la que “el partido del gobierno ostenta hegemonía, nacionaliza empresas y se opone a la Globalización”. Un sistema que fue especialmente adoptado por la Unión Soviética.
Democracia directa
Otro tipo de democracia que destaca Rodríguez en su texto es la democracia directa. A diferencia de lo que ocurre en la liberal, los ciudadanos ya no se apoyan en representantes: toman decisiones y se empapan de los asuntos políticos. Según Haykal, “es el tipo de democracia más deseada y todavía anhelada en los países superpoblados, ya que la democracia directa suele ser implementada en espacios de pocos habitantes”.
En esta línea, Carlos Sánchez, periodista económico, señala en un artículo de El Confidencial que la democracia directa se ve cada vez con mejores ojos en la ciencia económica, especialmente en asuntos relacionados con la política local. La razón, según afirma, está en la reducción de gasto que supondría no depender de una estructura gubernamental tan compleja: a priori, se necesitarían menos políticos y los ciudadanos adquirían un mayor protagonismo.
Karla Rodríguez sostiene que la democracia, en general, es un sistema político en el que se tiene el derecho al voto para elegir a los representantes en elecciones periódicas, “pero es un concepto que, a lo largo del tiempo, se le han agregado una características que han llevado a pensar que es un sistema político que ya no puede existir más”.
En esta línea, la politóloga define la democracia directa como un sistema en el que “los ciudadanos pueden votar decidiendo lo que se tiene que hacer para el bien de la sociedad”. Básicamente, como señala Carlos Sánchez, sería como dejar que los ciudadanos de un municipio decidan de forma directa las políticas de gasto, por ejemplo.
La democracia en el mundo: ¿cómo se divide?
La Universidad de Oxford tiene una base de datos dedicada, en buena parte, al estudio del reparto de la democracia a lo ancho del globo. Our World in Data (OWD) comparte información variada sobre los tipos de regímenes actuales en el mundo, y permite extraer conclusiones de hasta qué punto se ha extendido este sistema. También, sobre todo, si en realidad los ciudadanos gozan del derecho que se les presupone.
En esta línea, OWD define cuatro tipos de régimen: en primer lugar, la autocracia cerrada “en la que el poder se concentra en una sola figura, cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas”. Según el Parlamento Europeo, un ejemplo de este tipo sería Cuba.
En segundo lugar, la autocracia electoral. En este sistema “se celebran elecciones multipartidistas regulares a nivel nacional, pero violan los estándares mínimos democráticos liberales de manera sistemática y profunda”, afirma Andreas Schedler, investigador de la Universidad de Viena. Rusia, Venezuela o Irán formarían parte de este sistema.
En tercer lugar, OWD utiliza en sus parámetros la democracia electoral, que destaca por su “volatilidad”, según el académico Simone Bohn, de la Universidad de York. Un ejemplo sería Brasil por ser “un país que puede estar sufriendo serios problemas de representación política”. OWD destaca en este grupo también a la gran mayoría de países de América Latina, salvo Uruguay, y a los Estados de Europa del Este. Finalmente, el último parámetro es la democracia liberal, extendida en Occidente, como hemos explicado anteriormente.
A continuación, puedes ver un mapa elaborado por laSexta.com a través de los datos de Our World in Data: en él puedes observar que tipo de democracia tiene cada país (pasando el cursor por encima de cada uno, saldrá el nombre). Como se aprecia en el gráfico, la división entre democracias y autocracias está muy repartida, mientras que África y Asia son los continentes menos democráticos.
Tres canciones sobre la democracia
1- Bob Marley: ‘Get Up, Stand Up’. Un tema lanzado por el mítico cantante de reggae en el año 1973. Entre sus letras, ante todo, un mensaje claro: “Levántate, mantente de pie / lucha por tus derechos”.
2- Nine Inch Nails: ‘The Hand that feeds’ (La mano que alimenta). Un tema de este grupo de rock lanzado en 2005 que alenta a la lucha contra los poderosos, a retomar el poder y, en definitiva, ejercer el derecho democrático: “¿Que tan profundo crees tú? / ¿Morderás la mano que alimenta? / ¿La masticarás hasta que sangre? / ¿Puedes levantarte de tus rodillas? / ¿Eres lo suficiente valiente para ver? / ¿Quieres cambiarlo?”.
3- Ángel Parra: ‘La Democracia’. Del álbum ‘Canciones Funcionales’, lanzado en en 1969, este cantautor chileno deja en sus letras todo un homenaje a la libre elección del pueblo: “Qué linda es la democracia / permite que el rico y el pobre/ tengan los mismos derechos / cuando vayan a votar”.
Bibliografía y fuentes
-Diccionario panhispánico del español jurídico.
-Democracia y tipos de democracia (Karla Rodríguez Burgos).
-Los seis tipos de democracia y sus características (Izzat Haykal, Psicología y Mente).
-Our World in Data (Universidad de Oxford).
-Informe del Parlamento Europeo califica a Cuba como "Autocracia Cerrada" (Cubanet).