En España se ha considerado que es aceptable tener un mayor número de muertes con tal de no parar la economía. Nadie te lo va a reconocer, ni Salvador Illa, ni Isabel Díaz Ayuso ni ningún responsable político con competencias en la gestión de la pandemia. Pero es un hecho incontestable que se está tolerando con normalidad, y aceptación de la sociedad, que mueran más ancianos con tal de no volver a tener restricciones severas que limiten la incidencia de la pandemia para salvar el mayor número de vidas posibles. Salvar la economía, de algunos privilegiados, es la mayor prioridad. La única prioridad.
En Navidad, fiesta católica, todos los esfuerzos fueron dirigidos a salvar la campaña económica de las grandes superficies. Los centros comerciales eran lugares libres de COVID. Allí nunca se producen contagios, es la magia de la Navidad, sucede como en los Institutos, centros de trabajo o el transporte público. Nunca hay contagios, claro, que para saberlo habría que trazarlo y buscarlos. Miramos para otro lado, no hacemos pruebas asociadas a contactos de positivos en esos lugares y así no hay contagio alguno. Así que todo abierto, sin problemas, salvando las restricciones. Así que se establecen por gracia divina las dispensas covid.
En Semana Santa es preceptivo no comer carne los viernes de cuaresma. Pero eso solo era una obligación cristiana para los pobres, ya que existe una dispensa que se llama la Bula de la Santa Cruzada, que fue concedida a los Reyes Católicos por el Papa Julio II en 1509. Esa bula permitía comer carne pagando a la Iglesia. Las bulas, que no son más que un privilegio dotado al que puede pagar, no son exclusivas de lo sagrado. El mundo laico ha creado una serie de bulas o dispensas de diverso tipo que alcanzan los espacios y temas más insospechados. En lo que respecta a las restricciones para mitigar la pandemia se ha creado una dispensa que podemos llamar la bula Amancio Ortega, y que consiste en librar de cualquier restricción de movilidad para salvar la situación desahogada de los que más tienen.
Este lunes se restringieron las medidas en muchas Comunidades Autónomas. Pero hubo excepciones muy llamativas que no tenían un criterio sanitario y que eludían ciertos lugares de las restricciones y otorgaban salvoconductos para salvar a centros económicos importantes. En Andalucía fue llamativa la excepción que permitía desplazarse entre provincias si exhibías como salvoconducto el forfait de Sierra Nevada. Para ir a esquiar con abono desde Sevilla no hay ningún problema para moverte con libertad. Haya pandemia o no.
En Madrid es donde la bula Amancio Ortega adquiere su nombre en todo su esplendor. Todas las localidades y zonas básicas de salud que quedaron con restricciones de movilidad tienen una aldea gala que resiste a las prohibiciones y queda libre para que todo el mundo pueda ir sin ningún tipo de problemas. Esos lugares son los centros comerciales donde Inditex y El Corte Inglés tienen sus establecimientos. Fuenlabrada, que está perimetrada en su totalidad y nadie puede entrar ni salir, tiene una sola zona libre de esas restricciones: el Centro Comercial Plaza Loranca. Ir a comprarse unos pantalones a Zara es un salvoconducto permitido en plena pandemia. No es una casualidad, todos los centros comerciales y grandes superficies quedan excluidos de las restricciones por orden de Isabel Díaz Ayuso. En Hortaleza queda libre El Corte Inglés de Sanchinarro, en General Oráa sucede con El Corte Inglés de Serrano o en Arroyomolinos el gran centro comercial de Xanadú. Lo único que importa en Madrid es salvar los beneficios de las grandes empresas, ni siquiera importa la economía en su totalidad, porque se preocupan de asegurar bulas y dispensas para los privilegiados mientras pisotean la actividad del pequeño comercio. Hace tiempo que sabemos que la salud no es su prioridad, pero que no mientan, tampoco la economía del que peor lo pasa.