Manuela Carmena ha perdido porque se lo ha merecido. Ha hecho todo lo posible por no revalidar su cargo cumpliendo todos los tópicos de la bourgeois bohème dejando de lado a aquellos que siendo menos glamurosos que Pedro Almodóvar o los Javis merecen mucha más atención. La derrota de Manuela Carmena se rubricó desde Argumosa 11. La respuesta que la alcaldesa dio al ser preguntada por el último desahucio en Lavapiés sirve para explicar de manera concreta su derrota: "Yo quisiera que estos fueran, pues, los últimos desahucios que se producen con estas características... Y ahora, ¿intentamos hacer preguntas de Carnaval que nos sorprendan con respuestas que os sorprendan?"
Hablemos del Carnaval, que los desahucios me molestan.
Existe una discusión en la izquierda, que en muchas ocasiones tiene poco rigor, que tiene que ver con el abandono de la clase obrera tradicional para dar prioridad a los anhelos de la izquierda bobó. Sin embargo, en esta ocasión esa disquisición se ha manifestado de manera concreta y evidente en la derrota de Manuela Carmena. La alcaldesa decidió dar prioridad a los barrios de la izquierda caviar que están mucho mejor tratados y equipados, ignorando aquellos que con menos recursos necesitan más. Era el Madrid de las casas de apuestas y las aceras mordidas el que necesitaba sentir que haber votado una propuesta progresista servía para mejorar de manera sustancial su vida. Y a ese le ha fallado. Le ha dejado de lado considerando que son barriadas suyas por naturaleza, que jamás van a dejar de votar a la izquierda por mucho que les dejen en segundo plano. El sentido patrimonial del voto en los barrios humildes ha vuelto a expulsar a la izquierda de un gobierno, y con razón.
Los distritos del sur de Madrid que lideran el ranking de vulnerabilidad son Puente de Vallecas, Villaverde, Usera, Carabanchel, Latina y Villa de Vallecas. Barrios donde la diferencia de rentas con los otros más ricos provocan un gap de desigualdad que afecta de manera concreta a la vida, a la esperanza de vida. Han sido esos distritos en los que Manuela Carmena ha perdido más apoyos. Los que han cambiado fruterías por casas de apuestas.
El pasado mes de marzo el concejal José Manuel Calvo realizó una entrevista en una web relacionada con el sector del juego en la que negaba que la proliferación de las casas de apuestas en zonas de clase obrera fuera una realidad. Explicaba que se debía tan solo a una "percepción y alarma social" de la ciudadanía. El edil de Carmena aludía a conversaciones con el sector del juego para llegar a esa conclusión. En esa misma entrevista expresaba que estaban trabajando en un plan director para intentar tomar alguna medida. Solo un mes antes de las elecciones hablando de un plan para intentar mitigar lo que es una gran preocupación en los barrios más humildes. Un proyecto para el que tenían como interlocutor preferente a la patronal de las casas de apuestas.
La presencia masiva de casas de apuestas en barrios de clase trabajadora no es una alarma reciente. Hace más de dos años quienes pisamos la calle somos conscientes de cómo las grandes empresas dedicadas al juego buscan hacer negocio con la miseria ajena y pretenden implantar la ludopatía en los barrios con menos recursos, aunque para Manuela Carmena y José Manuel Calvo se trate de una percepción errónea. Los barrios donde más han proliferado las casas de apuestas son aquellos donde existe mayor porcentaje de personas con rentas por debajo de 25.000 euros. Los tres distritos con esas características donde más locales de este tipo se han incrementado desde el año 2014 son Latina, Usera y Puente de Vallecas, seguidos de Tetuán y Carabanchel.
Pero es un problema de percepciones. El Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena no ha hecho nada en los barrios más vulnerables contra las casas de apuestas porque ha hablado con el sector y ha llegado a la conclusión de que los pobres de Usera, Latina y Puente de Vallecas no saben de lo que hablan. Que cuando ven a sus hijos entrando a la hora del recreo del instituto a jugarse cinco euros y lidiar con el peligro de la ludopatía no hay una amenaza real. Es solo una percepción. Una percepción ilusoria del currito que había votado a Carmena y que no se ha reunido con el sector del juego para conocer de manera ponderada la situación. Para saber de lo que habla. Una percepción que, por soberbios, les ha mandado a casa.