La figura de Felipe VI es la única que aparece separada de su familia por una breve línea de vacío en el cuadro que Antonio López tardó 20 años en pintar. En alguno de los bocetos y composiciones que el genio madrileño esbozó no estaba pintado de esa manera, sino rozando con el brazo a su madre y siendo la Infanta Cristina la que ocupaba la posición de separación. Quizás por ser la que cuando se realizó la sesión de fotos estaba en Boston viendo jugar a España en el Mundial de EEUU. El hecho es que el resultado final acabó con el actual rey levemente separado de la familia real, aunque ahora sean las infantas familia del rey y le sirva al monarca de excusa para no hablar de la vacunación emiratí de sus hermanas. Esa separación que dibujó Antonio López no puede ser casual, algo vio el pintor que se nos escapó y que ahora es evidente.
Tiene que ser un complot. No se entiende de otra manera la campaña contra el reinado de Felipe VI de sus propios familiares. "Se nos ofreció y accedimos", las palabras de las infantas podrían adornar las flores de lis doradas sobre fondo azul del escudo de los borbones como muestra de los privilegios reales. Lo pueden poner en latín que siempre queda más regio, pero es perfecta. Una familia acostumbrada a coger todo lo que se les ofrece sin pararse a pensar si deben o no. Nadie les ha enseñado nunca que no hay que coger todo lo que te ofrecen, que la moral consiste precisamente en todo aquello que rechazas cuando se te ofrece. No les entra en la cabeza. No han vivido otra cosa.
Hay precedentes en la familia de conjuras contra los reyes de los propios cosanguíneos. Los borbones nunca se han querido demasiado entre sí, importa la sangre, pero más la corona y el poder. Hijos conspirando contra padres y líos entre hermanos son casi un tópico histórico entre la familia del rey. En el complot de El Escorial Fernando VII conspiró contra Carlos IV para quitarle la corona, así que no es despreciable la idea de que la número 3 y la 6 en la línea sucesoria sean conscientes de que el ejercicio de sus privilegios con la vacuna erosionen de forma intencionada al dador de agravios a las infantas. De todos es conocido que la relación entre las infantas y su hermano está deteriorada desde hace tiempo, nunca es tarde para pasarle la cuenta de los daños causados. Es más posible que se hayan vacunado porque en su burbuja de privilegios algo así es normal, pero no desdeñemos que les importe tan poco el reinado de su hermano como para que le hagan daño adrede con sus actitudes.
El comportamiento del emérito y las infantas pone un clavo más en el ataúd de la monarquía. Un féretro que también contribuye a crear el monarca y los cortesanos. La responsabilidad sobre la degeneración de la monarquía no deja exento a Felipe VI. El comunicado de marzo de 2020 retirando la asignación al emérito reconociendo la existencia de dos fundaciones en el extranjero en pleno estado de alarma, con el pueblo sufriendo, cuando supo de su existencia un año antes, es una mancha que no podrá borrar.
Pero sigue siendo el vasallaje hasta el paroxismo de los que se creen que defienden la monarquía el que más daño hace a la institución. Los protagonistas principales del ridículo de esta semana en la defensa de Felipe VI tienen representación en los dos grandes partidos. El alcalde de Madrid intentó quitar hierro al asunto diciendo que las infantas no habían quitado la vacuna a ningún español. Miquel Iceta diciendo que se queda con el hecho de que los reyes y las infantas no se habían vacunado. Sería noticia, ministro, que las infantas se hubieran vacunado porque no hay vacuna para los menores de 18 años. Pero la mejor, la más genuflexa y ridícula, ha sido la ministra de Sanidad diciendo que Felipe VI es ejemplar porque esperará su turno como el resto de españoles.
No se dan cuenta de que hacen poco bien a lo que pretenden defender con discursos tan arrastrados. El complot contra Felipe VI está en marcha, pero como casi todos los que afectan a la monarquía en la historia de España no viene de los adversarios de la institución, sino de aquellos que envidian, adoran y protegen el trono.