Algunos piden consenso para leyes fundamentales en materia social como la Eutanasia. Estaría bien que antes de eso la derecha española y su excrecencia ultra abandonaran el delirio y fueran conscientes de que la política es algo más que un akelarre en un plató de Intereconomía después de haber acabado con las reservas de Bourbon del Tony-2.
Con una derecha que no distingue lograr una muerte libre, consentida y sin sufrimiento de un asesinato no hay posibilidad de entendimiento para intentar dotar de alivio a quienes sufren una situación vital que no soporta los mínimos de dignidad humana. El único camino es aprobar la ley de eutanasia y esperar a que dentro de diez años la adopten como propia. Como ha ocurrido con todos los avances sociales a los que la derecha se ha negado por sistema desde el comienzo de la democracia. Se hará sin ellos, y a pesar de ellos.
Para quienes como yo, que admiran profundamente a pensadores conservadores de una inmensa talla intelectual como Michael Oakeshott, Carl Schmitt o Leo Strauss es tremendamente frustrante comprobar la inanidad intelectual que asola al Partido Popular. Sobre todo cuando tiene que fijar posición en temas como la relación con la vida y la muerte y el peso del hombre en la toma de esas decisiones en las que el pensamiento conservador lleva siglos instaurando una doctrina de calado estructural en su propia ideología. Pero no, la deriva absurda propia de quien no tiene orden ni concierto, ni una estructura intelectual de peso que le dé sustento y soluciones en época de hambre de poder les ha llevado a tomar una postura contra la eutanasia propia de un debate iletrado: la izquierda quiere instaurar la Endlösung para ahorrarse el dinero que cuestan los viejos en sus últimos años de vida. Esa es la postura del Partido Popular en un debate que sustenta un abrumador consenso social. Asombra la inopia, es difícil comprender que no haya masa gris en Génova.
Uno de los periodistas que marca la agenda al PP, y así les va, desde la cadena de Federico Jimenez Losantos dejaba ayer escrito: "MI TESTAMENTO VITAL: No autorizo a nadie a que me acorte la vida ni un segundo. Mientras tenga vida, seguiré luchando. Y no he pagado impuestos toda mi existencia para ahora permitir a los golfos que nos gobiernan que se ahorren ni un solo mes de mi pensión. Os jodéis, cabrones". Supongo que habrá gente de los suyos que le lea y piense que la ley de eutanasia permitirá acabar con la vida de personas que no lo hayan pedido expresamente y que después de un complejo proceso administrativo se le autorice a acabar con su propia vida. Así funciona la fe y es ahí donde actúa un pensamiento conservador que quizás ayude a comprender estas actitudes desmedidas, irracionales, absurdas y delirantes. Decía Roger Scruton que el papel del intelectual conservador es asegurar a la gente que sus prejuicios son ciertos. Solo bajo esta lógica de consolidar los prejuicios y dogmas de la gente que está en contra de la eutanasia por cuestiones religiosas se puede comprender esta aberración argumentativa que la derecha ha iniciado. Aunque estoy seguro de que Roger Scruton creería que esta enajenación dialéctica lograría el efecto contrario al pretendido y conseguirán con sus desvaríos que muchos conservadores se den cuenta de que sus prejuicios contra la eutanasia eran errados y adoptarán como propio lo que antes rechazaban.
Porque poca gente con una capacidad de raciocinio que esté dentro de los límites de la autonomía puede tomar en serio los argumentos de diputadas como Carla Toscano (VOX), que para hablar del debate de la eutanasia lo ha comparado con el programa Aktion T4. El programa de exterminio que el régimen nazi instaló en Tiergartenstraße 4 y que sirvió para acabar con la vida de quienes los nazis consideraban "Lebensunwertes Leben" o "vidas indignas de ser vividas", y que propició el asesinato de niños, enfermos mentales, ancianos o cualquiera con una enfermedad como la esquizofrenia o la epilepsia que los médicos consideraran que no se ajustaba a los estándares de la raza aria. Se estima que fueron asesinadas más de 100.000 personas bajo el programa Aktion T4. Esta es la comparación que hace Carla Toscano, que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos quiere aprobar un programa de exterminio que asesine a más de 100.000 niños, esquizofrénicos y ancianos. No hace falta más que dejarles hablar mucho y sentarse a recoger beneficios.
Una derecha que no distingue eugenesia de eutanasia. Una derecha que no distingue pedir morir libremente con garantías y dignidad con el exterminio y el genocidio de niños y ancianos. Una derecha que no distingue una muerte voluntaria de un asesinato. Esa es la derecha que nos ha tocado sufrir.