Las elecciones tienen la capacidad de proclamar ganador a todos los participantes, incluso cuando los resultados han sido un estropicio de tal calibre que la dignidad aconsejaría presentar la dimisión y dedicarse a tareas contemplativas. Los ganadores han sido incontestables, Feijóo y Urkullu. Pero los derrotados son muchos y variados, algunos han quedado tocados para siempre.
Pablo Iglesias y Pablo Casado, que fueron parte importante de las estrategias de los partidos en las regiones en las que sus formaciones han quedado devastadas, están en una posición difícil con un resultado tan nefasto. El caso de Pablo Casado es doblemente complicado. Ni siquiera puede aprovechar el triunfo del PP en Galicia, que se ha producido ocultando las siglas del PP e ignorando la estrategia a nivel nacional y a veces posicionándose de manera frontal contra la vía Cayetana. La mayoría absoluta de Feijóo es una derrota interna de orden definitivo. Alberto Núñez Feijóo usará el capital político logrado para imponer su visión en el partido, veremos si de forma tan radical como para quitarle a Casado la silla de candidato a las elecciones generales dentro de cuatro años.
La mayoría absoluta de Feijóo es una derrota interna de orden definitivo. Alberto Núñez Feijóo usará el capital político logrado para imponer su visión en el partido
Podemos se ha hundido. Sin paliativos. En Galicia ha desaparecido y en Euskadi han perdido 5 escaños empatando con España Suma, la coalición de PP y Ciudadanos, con un candidato tan nefasto como Carlos Iturgaiz. En estos comicios han pasado de 24 escaños a 5. Ya no son necesarios para dos partes importantísimas del país. No se puede ser herramienta de transformación desapareciendo. Si este resultado no hace reflexionar a la dirección nacional y comprender que los navajeos, las luchas internas y la tutela que ejerce Madrid son sinónimo de la desaparición, esta ocurrirá más pronto que tarde.
En Galicia y Euskadi ya todo se juega en clave nacionalista. Un campo de juego que para un partido de izquierdas de ámbito nacional es el peor posible, pero es así en parte gracias a una estrategia de Podemos desde Madrid, que ha planteado el debate en esos términos por su relación cómplice con los nacionalismos, subsumida y nada crítica. Y se lo han comido. Si el tablero de juego se dirime en términos identitarios para su electorado desaparecerá en todas las regiones donde ese sentimiento sea el que vincule la agenda. Su estrategia de implantación territorial ha resultado un absoluto fiasco.
Sánchez puede estar muy satisfecho por unas elecciones que han hecho mucho más daño a la estrategia de confrontación de Casado
El PSOE, sin embargo, pasa sin pena ni gloria por los comicios. En Galicia sube un escaño y el porcentaje de voto de manera mínima. Una mejora insustancial. En Euskadi pierden el segundo puesto en detrimento de EHBildu pero subiendo un escaño. Pedro Sánchez puede estar muy satisfecho por unas elecciones que han hecho mucho más daño a la estrategia de confrontación de Pablo Casado, incluso gana la pedrea al constatar que Inés Arrimadas sabe que acercarse al PP es solo síntoma de desaparición. España resta, no suma, y Ciudadanos ya sabe en su laboratorio de ideas que acercarse al PP es un error dramático. La estrategia de moderación y pactos con el PSOE se consolidará. En clave nacional hay un ganador por el simple hecho de aguantar, a lo Rajoy, y es el presidente del Gobierno.