Ayuso ha contratado a la clínica Quirón para subrogar rastreadores cuando los casos de COVID en Madrid siguen aumentando de manera exponencial. La razón que ha dado para volver a privatizar un servicio que tendría que ser público es que es incapaz de hacerlo con recursos propios. Reconocer que su gobierno es inepto para así poder privatizar. Les vale todo, hasta quedar en evidencia, con tal de que los suyos hagan negocio. Desde abril sabían que necesitarían una plantilla de rastreadores y el 10 de agosto reconocen que no tienen tiempo para formar y contratar. ¿Qué han estado haciendo el consejero de Sanidad e Isabel Díaz Ayuso estos cuatro meses?
Ruido. Lo único que han hecho es ruido y propaganda. Durante la fase de desescalada lo único que Isabel Díaz Ayuso hizo fue criticar al gobierno central porque no les permitía pasar de fase igual que al resto de comunidades autónomas. Uno de los criterios prioritarios para avanzar de fase era la tener el número de controladores necesarios y el refuerzo de la atención primaria. Dos meses después del fin del estado de alarma los servicios de urgencias ambulatorias siguen cerrados, los centros de atención primaria bajo mínimos y Madrid se declara incapaz de formar ella misma a los controladores que necesita. El mayor error del gobierno central es no haber negado el pase a la nueva normalidad a Madrid y haberla dejado con un estado de alarma ad hoc hasta que cumpliera sus funciones. Es una irresponsabilidad por parte de Pedro Sánchez no haber sido más duro con la gestión de Ayuso para proteger a los madrileños.
Coincidí un día con Isabel Díaz Ayuso en una debate de televisión. La impresión que tuve es la misma que puede tener cualquier ciudadano con un coeficiente intelectual que no sea patológico: era una inepta que solo sabía tragar mierda del partido para poder medrar. Pero reconozco que jamás pensé que esa ineptitud llegaría a presidenta y estuviera poniendo en riesgo nuestras vidas de manera tan evidente.
El perfil bajo, casi insignificante, de la presidenta desde que tiene el control total de la gestión de la pandemia y se terminó el estado de alarma contrasta mucho con el ruido que hacía para culpar al gobierno central de cada error que le correspondía a ella. Está muy modosita ahora que es ella la que tiene que tomar decisiones que afecten a la vida, el movimiento y la economía de los madrileños mientras se demuestra incapaz de tomar decisiones que nos protejan del virus. Solo se atrevió a levantar la voz para escribir un artículo para defender la monarquía. Ella a sus guerras culturales, porque cuando se trata de gestionar demuestra su idiocia sistémica. Estamos desamparados.
Ella callada, y su vicepresidente fantoche más vale que se calle. Un títere que desde la vicepresidencia repite de manera monocorde: Barajas, Barajas, Barajas para ocultar que no han sido capaces de contratar a cuatrocientos rastreadores. Es dramático, no han sido capaces de contratar en seis meses a 400 personas cuando les hacen falta 1.000. El gobierno de Madrid es un barco que se va a pique arrastrando a todos los madrileños que nos encontramos desesperados ante la pandemia por un gobierno de inútiles y sociópatas y por un líder de la oposición que lo mejor que puede hacer es irse a filosofar y dejar paso a alguien que tenga un poco de sangre en las venas. Hace falta algo más que un Don Tancredo.
La realidad de los madrileños es que estamos a la deriva sin que las señales de auxilio sean advertidas por nadie. De Gabilondo ya solo esperamos que dimita. Que lo haga mañana, si es posible. La curva ascendente de contagios va camino de hacerse una cima inexpugnable en las fechas próximas a la vuelta a las clases con un protocolo que tiene como medida estrella poner geles en la puerta de los institutos. Una sensación de impotencia nos invade a los que llevamos tiempo advirtiendo que iba a ocurrir este desastre porque nuestra presidenta y su marioneta están únicamente preocupados en, si seguimos enfermando a chorros, poder culpar a otra administración y salvarse. Son conscientes de que están desbordados y no saben cómo gestionar esta crisis. Lo único de lo que tienen conocimiento es de su propia incompetencia. Alguien tiene que auxiliarnos, porque en Madrid estamos en serio peligro.