Argentina es un país incomprensible con los marcos políticos y culturales de Europa. Solo partiendo de esa base puede comprenderse el peronismo y cómo esa representación política es la que incluye a la izquierda a través del kirchnerismo. Un movimiento histórico basado en una figura mesiánica como Juan Domingo Perón, que era de derechas, con filias fascistas, acoge ahora a toda representación de progreso y ha presentado como candidato a un ministro de Economía de derechas que en el último año ha fijado la inflación en un 115%. En ese contexto, hay una oposición fijada por Patricia Bullrich, una exterrorista montonera, amiga de Cayetana Álvarez de Toledo, y por Javier Milei, un paleolibertario que considera que no hay que financiar las pruebas para detectar cardiopatías infantiles y que tiene un gabinete de perros clonados con nombres de economistas.
En las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias), que eligen a los candidatos para las elecciones del próximo mes de octubre, ha resultado ganador Javier Milei con el peor resultado histórico del peronismo. La victoria de Javier Milei en las elecciones supondría un desastre sin paliativos para las clases populares en un país donde llevan sufriendo desde que hay uso de razón. Al igual que Pinochet con la Escuela de Chicago, la cercanía y sensibilidad de Milei con la dictadura de Jorge Videla dan una muestra de que el pensamiento anarcolibertario es la decantación más pura del capitalismo a través de las dictaduras criminales. Una visión integrista del liberalismo económico que al quedar despojada de su visión social es el fascismo en su expresión más cristalina. El hecho radica en que Milei y sus satélites son conscientes de que sus medidas solo son posibles si se acompañan de una dictadura genocida que reprima a una parte sustancial de la sociedad.
Javier Milei no solo es un anarcolibertario que dice que habría que poder negociar con los órganos o que una persona esclavizada tiene la opción de elegir morir de hambre. Es un hombre perturbado que dice hablar con dios, con economistas muertos y con sus perros para gestionar su manera de proceder en la política. Karina Milei, su hermana, "la jefa", como la llama el líder de Libertad Avanza, está obsesionada con el esoterismo y a través de Celia Melamed, una médium animalista, dice poder hablar con 'Conan', un mastín al que Javier Milei llama "su hijo". El esoterismo de Javier Milei recuerda a momentos oscuros de la historia argentina, donde otro iluminado como José López Rega, ministro del tercer peronismo y creador de la organización terrorista Triple A, destinada a reprimir al peronismo de izquierdas, era adorador del esoterismo y tenía el apelativo de 'El brujo'. Un ultra anarcolibertario de extrema derecha, que habla con su perro muerto, puede ser el próximo presidente de Argentina.
La falsa dicotomía entre el pensamiento radical liberal económico y la ultraderecha se dio en España con la salida de Iván Espinosa de los Monteros, cuando no hay mayor radicalidad que una doctrina económica que sirve solo a los que más tienen, dejando la supervivencia de los más vulnerables. En España se considera que Espinosa era moderado por ser ultraliberal, cuando es a la inversa: no hay mayores radicales que los que profieren esa doctrina económica. Javier Milei está vinculado a Vox a través de la 'Carta de Madrid', una iniciativa de la Fundación Disenso que tiene como objetivo luchar contra el comunismo en América Latina. De forma paradójica, quienes más se aproximan en España a la doctrina darwinista y sociópata de la economía no tienen demasiada preeminencia en Vox, sino que están integrados en la estructura económica del gobierno de Isabel Díaz Ayuso con personajes como Daniel Rodríguez Asensio en la Viceconsejería de Economía o, en la pasada legislatura, Manuel Llamas, Fernández Lasquetty o Juan Manuel López Zafra.
Javier Milei se considera anarcolibertario en lo filosófico y minarquista en lo político. Es decir, su pensamiento nace de una renuncia. Lo que viene a decir el hombre al que peina el libre mercado es que necesita un Estado fuerte en lo represivo que garantice su pervivencia en el Ejecutivo para poder llevar a cabo sus políticas de abandono de los más vulnerables. No puede renunciar a un Estado fuerte, aunque solo un Estado fuerte en lo que respecta a la seguridad. En un vídeo en el que, con su histrionismo habitual, representa cómo será su configuración ministerial, Milei elimina todos los ministerios de carácter social y asegura la pervivencia de un superestado de seguridad conformado por los ministerios de Justicia, Interior, Seguridad, Defensa y Relaciones Exteriores. La crudeza de su utopía basada en la libertad es que su negación del Estado solo es posible con un Estado hipervitaminado en la restricción de libertades civiles. Eso es Milei, pero eso es Vox y cualquier partido de extrema derecha que base su discurso en el ultraliberalismo económico. No hay nadie más prosistema que aquellos que defienden las ideas de Javier Milei. En un discurso en el Parque Lezama, al lado del museo que exhibe el sable corvo de San Martín al que el dictador Juan Carlos Onganía retiró la custodia del arma, expresó su admiración más fervorosa por el sistema capitalista. Onganía, por cierto, es el único jefe de Estado que eliminó el Ministerio de Educación desde 1854, como propone Milei.
El pensamiento liberal llevado al extremo es la máxima representación del fascismo político y cultural porque trata de erradicar todo aquello que no sea productivo y funcional a sus ideas políticas. Milei argumenta que el Estado debe desaparecer en todo lo asistencial, que no tiene que ayudar a nadie que no sea capaz de valerse por sí mismo, por lo que de facto argumenta que las personas con discapacidad, con enfermedades que conlleven un tratamiento que no pueden costearse, deben desaparecer. Su ideología es un campo de exterminio pasivo por defecto. Las ideas de Milei abogan por dejar morir a las puertas de los hospitales a quien no tiene recursos. Es la concreción extrema de sus palabras, porque Milei es la sublimación del capitalismo.