A la derecha le molesta subir al desván a mirarse en su retrato. La imagen mostrada al descorrer el velo que cubre la metáfora de Wilde es la efigie desfigurada que llevan cuarenta años cuidando con toneladas de maquillaje que les brinda un sistema creado para ocultar sus monstruosidades y escarificaciones. Eso es lo que les ocurre cuando quien no tiene la memoria hemipléjica les recuerda que Arnaldo Otegi ha hecho más por la reparación de las víctimas de ETA que el PP y VOX con la de las víctimas del franquismo.
El paso dado ayer por Bildu y Otegi es importante. No es definitivo porque quedan cosas por hacer para no aportar más daño a las víctimas, como no hacer homenajes a victimarios, que es un paso ineludible en esa dirección. Pero solo aquellos que necesitan que ETA siga viva por un interés espurio político pueden negar que la actitud ante la violencia etarra ha cambiado en la sociedad vasca por parte de quienes la practicaban. El reconocimiento del daño causado no puede ser unilateral, porque no fue único el daño sufrido. El Estado debe pedir perdón a las víctimas del GAL y de las torturas y no restituir a esos miembros de la Policía y la Guardia Civil que practicaron la violencia en nombre del estado español y después fueron indultados y ascendidos. La memoria tiene diversas caras y todas tienen que ser atendidas. Por eso hay que ponérsela colorada a quienes se ponen estupendas con quien da pasos, aunque sean insuficientes, mientras ellos niegan cualquier atisbo de alivio y reparación a las que provocó su cultura política.
Manuel Fraga sigue siendo presidente de honor del PP. El responsable de la tortura y el asesinato de Julián Grimau. Nadie ha pedido perdón ni ha lamentado ese daño causado. Por eso es comprensible sentir vergüenza por lo que uno representa y no ser capaz de reconocerlo cuando alguien se lo muestra. Hay una imagen que sirve para entender ese sentimiento humano que impide una memoria completa, la de aquellos miembros de la sociedad vasca que miraron para otro lado cuando la violencia de ETA se producía. Mirar hacia atrás implica reconocer que cuando tuvieron que ser valientes lo único que hicieron fue provocar más daño a las víctimas. Esa vergüenza impide avanzar a toda la sociedad. Aquellos cobardes con ETA son ahora representados por todos los miembros del PP y de VOX que siguen sin reconocer la condición de víctima de los miles de represaliados españoles sin que ni siquiera muchas de las familias tengan un nicho donde ponerles flores. Reconocer ese daño sería reconocer la implicación de muchas de sus familias.
La derecha de este país tiene una oportunidad para expiar sus pecados y culpas si tanto les duele que se les recuerde que Arnaldo Otegi con el paso de ayer ya ha hecho más que ellos por el duelo de las víctimas. En fechas próximas se debatirá la Ley de Memoria Democrática en el Congreso. Que tengan el coraje de imitar al líder de Bildu, reconozcan el daño causado por el franquismo y voten a favor de una ley que busque superar los crímenes de la dictadura y dotar de dignidad y reconocimiento a sus víctimas. Hasta que no lo hagan seguiremos haciéndoles subir al desván como Dorian Gray para descorrer la gasa que les enseñe la verdadera cara de su legado.