En España existen muchos bares porque no cumplen con la legislación laboral. No todos, existen cisnes negros que no son deficitarios a pesar de cumplir con todas las obligaciones con la seguridad social y los derechos de los trabajadores. Pero son una escasa proporción. El modelo de negocio de la hostelería española está basado en la explotación laboral. Es una regla de trabajo simple, se trabajan 12 horas al día, se pagan 8 y se cotizan solo 4. Eso cuando hay contrato y no se paga todo en negro aprovechando que las inspecciones de trabajo son nulas. Es un hecho constatado por todos aquellos que han sufrido en algún momento de su vida el trabajo en la hostelería que si muchos de los negocios de restauración cumplieran con los derechos laborales tendrían que cerrar. Pero este país tiene que entender que es preferible que cierren si sobreviven a costa de la explotación ajena.

Todo aquel que haya desempeñado algún trabajo de camarero o camarera sabe que jamás ha tenido unas condiciones fijadas por el convenio colectivo. Puede que exista alguna excepción, las habrá, nos costará encontrar a alguien que las tenga.

Si los trabajos son como extra, a tiempo parcial, por horas o para fines de semana es más fácil encontrar un unicornio que un contrato que cumpla el convenio. Lo normal es que te paguen en b, trabajas y cobras al final de la jornada con dinero de la recaudación, sobre la barra, billete a billete. Puedes exigir derechos, acabarás en la calle, pero puedes exigirlos.

Si ustedes, que me leen, no han tenido la suerte de trabajar en la hostelería para pagarse los estudios o complementar el sueldo para el alquiler pueden preguntar a alguien de su entorno, porque conocerán a alguien, si les pagan las horas extras o descansan en festivos o les pagan los festivos trabajados. No me digan la respuesta, porque ya la sé. Es más difícil encontrar un camarero al que le pagan las horas extra que un contrato que cumpla el convenio.

Los derechos laborales en el sector de la hostelería son lentejas. La gran dimisión amenaza con comenzar en España en la hostelería. Un sector que ha vivido de la precariedad de sus trabajadores y que ahora sufre para cubrir su demanda por tener unas condiciones de trabajo que nadie quiere. La profesión peor pagada y con menor incremento de los salarios en diez años.

Los bares y restaurantes han vivido de jóvenes que tenían el trabajo de camarero como un trabajo para lograr recursos de manera temporal mientras estudiaban o para conseguir unos pocos euros con los que compartir piso y sobrevivir. Pero poco a poco empiezan a darse cuenta de que no compensa quemarse en trabajos mal pagados, con condiciones nefastas y sin posibilidad de tener un futuro laboral. Cualquier cosa menos detrás de la barra. El resto, la clase trabajadora más precaria con pocas posibilidad de elegir, migrantes y trabajadores con poca cualificación buscan otros sectores con más estabilidad.

La pandemia ha hecho mucho para que los trabajadores del sector de la hostelería se den cuenta de la pobreza que les espera cuando se jubilen por las cotizaciones que tienen y la extendida práctica de pagar en negro una parte importante del salario. Los ERTES les han demostrado lo que ocurre cuando tienen que vivir solo con los derechos cotizados y la imposibilidad de vivir con un 70%. Les han hecho una demo de la que les espera cuando se jubilen.

La patronal llora. No encuentra trabajadores con esas condiciones de mierda. Ya no quieren trabajar. Ya no pueden explotarlos. La lógica dicta que si no hay demanda tienes que aumentar la oferta, es el mercado, amigo. Ofrezcan ustedes mejores condiciones y puede que algún incauto pique. Los empresarios se quejan de que el ministerio de Trabajo les haya pedido que paguen más y se han indignado, qué desfachatez, pagar más. Gerardo Cuerva, de CEPYME, ha calificado la ocurrencia de "simplista" y "demagógica". Es cierto, las condiciones laborales no solo se reducen a pagar más, también a que se coticen todas las horas, que se paguen las horas extra, que se respeten las jornadas de descanso y las vacaciones. Un compendio de exigencias y obligaciones que se dictan en el convenio laboral.

No es optativo conocer el Estatuto de los trabajadores y aplicarlo, que no todo el mundo tiene la capacidad cognitiva del Niño de Elche. El atisbo de gran dimisión en la hostelería es lo más parecido a una huelga general, una acción colectiva que no está coordinada pero que provocará de manera irremisible que si quieren cubrir sus puestos de trabajo tengan que mejorar las condiciones laborales. Cuando la clase trabajadora se moviliza de manera colectiva mejora su situación.

Hay un dicho popular que es ley en los barrios, y es que se conoce a una persona por cómo trata a los camareros. Un camarero no es tu criado. Respeta a los camareros. Respeta a las camareras. Esto sirve si eres su empleador o su cliente. Háblales con educación, no les chistes porque no son tu perro, da las gracias cuando te atiendan, facilítales el trabajo, acerca tus cubiertos a la barra cuando termines, no tires mierda al suelo, saluda al llegar y despide al irte. Sé una persona decente. No seas un gilipollas.