Existen debates y consensos. Un debate en el feminismo es la abolición o la regulación de la prostitución, y un consenso era la autodeterminación de género a través de la simple voluntad y la despatologización del proceso. Lo era porque todos los partidos lo llevaron en una reforma de marzo de 2019. Si ahora hay debate es única y exclusivamente porque el PSOE perdió el poder simbólico y hegemónico del ministerio de Igualdad en las negociaciones del gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Esa pérdida llevó al feminismo clásico, incardinado en el PSOE, a enconar debates históricos superados para poner en cuestión que esa cartera esté en Unidas Podemos. Un problema también generacional, pero sobre todo, de poder, Carmen Calvo lleva mal haber perdido la exclusividad institucional del feminismo.
Altamira Gonzalo es la presidenta del Consejo Asesor de Igualdad del PSOE desde el año 2017. Es completamente imposible que no supiera que el 12 de marzo de 2019 su partido hubiera presentado en el Congreso una reforma de la ley de 2007 reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas en la que incluyeron la autodeterminación de género por encima de los 16 años con la simple voluntad del exponente. Una reforma que se presentó con la firma de Podemos, PSOE, PP, Ciudadanos, PNV y ERC. A pesar de que lo sabía, se atrevió a criticar la norma que ahora presenta Unidas Podemos por la autodeterminación de género que es calcada de la que el PSOE firmó. "Bienvenido al sentido común", me dijo, cayendo en la trampa tendida de forma infantil.
Altamira no tenía problemas con la ley cuando la presentaba su partido. Si lo hace ahora es porque amparándose en un viejo debate histórico del feminismo el PSOE está inmerso en una lucha de poder por recuperar el trono del que han sido derrocados. El del poder simbólico del ministerio de Igualdad. El de ser bandera del feminismo, aquello que tanto preocupaba perder a Carmen Calvo. El debate no era un problema en el PSOE en marzo de 2019 porque hasta Ángelez Álvarez, la más furibunda opositora a las leyes que Irene Montero está impulsando al respecto de la 'ley trans', fue la firmante de esa reforma que impulsaba que solo bastaba la voluntad para cambiarse de sexo en el registro. No había debate en 2019, había un consenso total y por eso todos los partidos presentaron la modificación. La lucha ahora es de poder, y para eso están jugando con la transfobia haciendo daño a personas vulnerables que solo quieren tener los mismos derechos que nosotros. Una infamia.
Porque es muy miserable coquetear con la extrema derecha y comprar los argumentos del autobús de Hazte Oír haciendo daño a un colectivo acostumbrado a sufrir solo porque el ego no permite a las feministas del PSOE pasar el duelo de perder el poder institucional en igualdad. El PSOE en su delirio antipodemos está haciendo la pinza con los posfascistas de VOX siendo los únicos en contra de dotar derechos al colectivo trans sin que el proceso de autodeterminación de género sea un tormento psicológico. Puede que no guste a las feministas del PSOE escucharlo, pero son un colaborador necesario en el discurso de odio de Abascal contra las personas transexuales. Una mancha oscura en la historia de un partido que es vanguardia en la conquista de derechos sociales. Vender su historia al odio por un poco de poder.