La derrota de España me alegra porque es fútbol. El sentimiento de pertenencia a una camiseta es pura subjetividad y no hay nada menos racional, por lo que poco hay que justificar al alegrarse de una derrota. Es simple emoción y me alegré de que España fuera eliminada. No hay que desdeñar también el peso de la simple provocación para defender el alborozo ante la eliminación de la derrota de la selección española en el Mundial de fútbol de Qatar ante Marruecos. Encima ante Marruecos, cómo no alegrarse al sentir la rabia, la ira y la decepción de quienes veían en el partido algo más que fútbol y lo convirtieron en un discurso humillante ante toda una población y una etnia. Un simple partido que muta en discurso de odio provoca por simple decencia empatía con los odiados.
Pero, además, alegrarse de la eliminación de España está anclado en valores fundamentales de justicia social que pueden argumentarse ideológicamente, porque hay razones de fondo. Las selecciones nacionales mueven emoción por una cuestión identitaria y cada vez son más un vehículo masivo de sentimientos nacionalistas y de instrumentalización política por parte de los más radicales. En las calles de Irán se celebraba la eliminación de su selección nacional porque la ciudadanía no quería que el régimen utilizara el triunfo del equipo en beneficio propio para acallar las protestas. Mehran Sarak, un ciudadano iraní de 27 años que tocaba el claxon alborazado por la eliminación de su país ante EEUU murió asesinado de un tiro en la cabeza por la policía del régimen.
En España el patriotismo, que es la fase previa del nacionalismo, arraigó mediante el fútbol con la victoria de la copa del Mundo en Sudáfrica y el gol de Iniesta como canalizador de un sentimiento soterrado que posteriormente fue instrumentalizado de manera espuria en el más tóxico nacionalismo. La Fundación DENAES difundió la posición de Gustavo Bueno del sentimiento a favor de la nación española que engrasó el gol de Iniesta y que sirvió a los partidos que buscan excluir la diferencia. Pablo Batalla en su imprescindible libro' Los nuevos odres del nacionalismo español' dedica un capítulo a analizar la importancia de Andrés Iniesta para enfervorizar un sentimiento patriótico sin precedentes desde la guerra de la independencia.
Las identidades se crean y son personales. La mía es la de la periferia madrileña mucho más que la de la nación española. España no me dice nada como significante, pero mi barrio sí. El gol que eliminó a España fue el de Achraf Hakimi, un chico de clase trabajadora, nacido y criado en Getafe, en la misma ciudad donde nací, al que sus padres salieron adelante con trabajos poco cualificados. Si hay una identidad con la que me sienta plenamente identificado es la de un chico de clase trabajadora nacido en la periferia sur de Madrid. Hakimi me representa mucho más que la bandera, el himno y la idea de España como nación.
Otro motivo para celebrar la derrota es ser antirracista. En la previa del partido ante Marruecos las redes sociales se convirtieron en un vertedero racista. Algo superado por el postpartido, en el que algunos activistas del odio escudados con el carné de periodista excretaron mensajes de odio contra los marroquíes de nuestro país o contra cualquier elemento que desprecien. Joan Guirado, plumilla de Okdiario, llamó rata a Pedro Sánchez adjuntando una imagen del presidente con la camiseta de Marruecos mientras Negre difundía mensajes de odio contra los magrebíes difundiendo un vídeo de hace años como si fuera de las celebraciones de ayer en Parla. Solo por ese motivo, por ser antagonistas de estos personajes despreciables hay que celebrar la derrota de España. Es de bien nacido ser lo contrario de esta gente.
La excusa del fútbol sirve para saltarse cualquier convención cívica. Una celebración futbolera permite que se tomen las calles y cualquier acto es permitido si la victoria es de España, del Real Madrid o el FC Barcelona. No importa lo que se haga porque la victoria futbolera permite extender una bula sobre cualquier comportamiento incívico. Las calles pueden ser tomadas, el ruido es permitido hasta niveles irracionales, el resto de personas tienen que soportar lo que no se permite en manifestaciones para la defensa de los derechos civiles.
La derrota de España servirá para que deje de mirarse el vergonzante mundial de Qatar con tanta atención, cinismo e hipocresía. No es motivo menor para celebrar que España se vaya a casa. Puedes no haberte alegrado de la derrota de España y defender valores de justicia social, ser de izquierdas y defender todos y cada uno de los principios que he expuesto en este artículo. Es compatible disfrutar del fútbol viéndolo solo con ojos de esparcimiento, ocio y diversión. Yo ya no soy capaz de hacerlo y ver en el fútbol de selecciones más que como una expresión de lo más tóxico de la ideología nacionalista y excluyente. Por eso hoy soy más feliz que ayer.