Un domingo de ramos primaveral de Madrid, con muchas personas pensando en las vacaciones de Semana Santa y muchas otras ya disfrutándolas, ha arrancado la candidatura de Yolanda Díaz a las elecciones generales. Ha cumplido el mandato a dedo otorgado por Pablo Iglesias, pero a su manera, sin tutelas y sin aceptar presiones patriarcales externas. El éxito o el fracaso ya solo dependerá de ella, habrá quien sume en ese empeño y habrá quien ponga palos en las ruedas. Es la vida política, no hay que quejarse por las reglas de un juego que siempre ha sido más complicado para la izquierda, pero lo que ocurra a partir de ahora tendrá el sello de Yolanda Díaz y por lo tanto suya será la responsabilidad de lo que consiga. Sumar se ha emancipado y ha comenzado su propia senda. Ya camina libre.
El acto en el Magariños ya lo he vivido. Mucha gente ilusionada por un proyecto político que al cabo de unos años acaba decepcionada. Aún así, basta ya de infantilizar a la ciudadanía, en el fondo eso es la política, un proceso de frustración y lucha en el que los logros son siempre muy inferiores a las expectativas. Se ilusiona a la gente para luego aportarle solo un escaso legado de todo lo prometido. La política no puede medirse por lo deseado y no logrado, sino por los avances concretos y materiales que siempre serán menores de los imaginados. Sumar es un espacio socialdemócrata reformista que pone las cartas sobre la mesa y explica a quien quiere escucharle que promete diálogo, negociación y mejoras concretas para la clase trabajadora. No promete el cielo, sino un proyecto de país reformista que afiance el estado del bienestar y que mitigue el proyecto neoliberal inhumano que había sido hegemónico durante cuarenta años.
En el fondo Sumar dice que hará lo mismo que ha hecho Podemos, pero sin adornarlo con fuegos de artificio. Podemos y Sumar son dos proyectos reformistas posneoliberales. Ni más, ni menos. Sumar es reformismo honesto. Podemos es solo reformismo. El resto es engañar. Yolanda Díaz aspira a revalidar un gobierno de coalición con el PSOE, que es una creación de Pablo Iglesias, algo que no debiera escandalizar a nadie porque es la verdad. Por eso conviene huir de los golpes en el pecho de quien busca quebrar la unidad con soflamas de traición y rendición. Sumar quiere hacer lo mismo que hizo Podemos. No es algo que debiera sentar mal a quien se atrinchera en la dirección morada, al fin y al cabo es continuar su legado, con sus fortalezas y sus debilidades, adaptándose a un momento de época que pide menos ceño fruncido e hiperventilación y más acuerdo y negociación.
Las debilidades de Sumar como referente de la izquierda poscomunista española no difieren de aquellas que se mostraron cuando Errejón e Iglesias avistaron la posibilidad del momento populista. Un proyecto centrado en ampliar mayorías, apelando a la transversalidad y dando espacio a la ciudadanía mientras se huye de los debates ideológicos duros. Los problemas e incoherencias de ese trayecto discursivo se pudieron avistar en las intervenciones previas al discurso en el que Yolanda Díaz anunció su candidatura. Helio Roque, un creador de contenidos de solo 20 años, defendía el derecho de los jóvenes a quejarse y pelear por no aceptar trabajos precarios y poner en el debate público la salud mental sin que por ello se les llame generación de cristal pero criticando al resto de generaciones por no haber peleado por lo mismo. Un error grave, fruto de la inexperiencia y bisoñez, que ya ha rectificado públicamente, pero que deja en evidencia los problemas de abrir el discurso en la izquierda a quien no ha bebido de la cultura política de la que se siente orgullo. Las incoherencias afloran cuando estos proyectos se conforman. La presencia de Gioconda Belli, poeta y escritora nicaragüense, significó un mensaje político muy potente que marca la separación de Sumar de proyectos dictatoriales latinoamericanos como el de Nicaragua para marcar una línea roja clara que evite la crítica machacona que acució a Podemos desde su nacimiento, pero que choca con la presencia en Sumar del PCE que ha apoyado al régimen de Daniel Ortega. Una incoherencia para los muy cafeteros que puede crear problemas de disenso en el futuro.
Sumar es el nuevo proyecto a la izquierda del PSOE, hubo muchos antes y habrá muchos después, la suerte de su trayectoria se medirá por la consecución de derechos para la clase trabajadora y avances en materia social. Un proyecto que soportará el paso del tiempo en tanto que sea capaz de ser útil a las necesidades de quien le presta su apoyo. Una plataforma que nace con la vocación de seducir a gentes que abandonaron el proyecto anterior y que están cansados de que les insulten y regañen por no seguir las diatribas pablidianas del profeta. Un proyecto de reformismo honesto que a nadie engaña con revoluciones nostálgicas, que busca hacer la vida vivible y reparar las grietas que crisis y pandemias han dejado en los cuerpos maltrechos de las personas de la clase trabajadora.