La política de España en verano es una mezcla de hastío canicular y estampas absurdas. Un Puerto Hurraco en cada escaleta. Esta secuencia que narro a continuación ha ocurrido en una plaza cualquiera de una ciudad media de cualquiera de las Castillas. Un viejo conocido en el pueblo, muy de derechas, asiduo a prostíbulos y maltratador conocido, camina por la calle con un cadáver sangrante entre las manos. La gente le saluda muy educadamente, se le nota que se le respeta en la ciudad, fue alcalde durante muchos años. El viejo entra en una plazuela donde se escucha mucho ruido de juego infantil estival. El viejo caminante apoya el cadáver sanguinolento en un banco y se detiene para recriminar a los niños que juegan a la pelota por la bulla que meten. Ya no hay respeto por la gente mayor. Por las antiguas costumbres. Al reproche se le unen unos cuantos paisanos, que asistían desde hace tiempo con censura a la presencia de la niños, y debaten sobre el poco respeto que tienen hoy en día los zagales mientras asienten entusiasmados a las soflamas del cadáver portante preocupado por el civismo de antaño. Los niños se van con su pelota a otra parte. La plaza queda desierta de la algarabía jovial del juego y solo queda en la plaza el charco de sangre del viejo de orden que se retira con el objeto de su crimen. Todo vuelve a su ser.
No, esto no ha pasado. Es solo un relato alegórico que me sirve para liberar la espita. Lo que sí ha ocurrido es que Alberto Núñez Feijóo ha criticado una fotografía a otra persona. Sí, se ha atrevido a hacerlo. El líder del PP, que tiene en su álbum personal una instantánea en un barco de recreo con el narcotraficante Marcial Dorado, se ha atrevido a salir de manera pública a censurar que Irene Montero se haya sacado una fotografía con su equipo en un viaje político a New York. El moderado ha cogido la última campaña machista y violenta en redes contra la ministra de Igualdad para hacerla aún más violenta y censurar con quién y cómo se hace fotos Irene Montero. Mucha cremita como la que Feijóo tenía en la espalda junto al narco gallego hará falta para vender a este personaje como algo más que un radical que habla despacio.
Irene Montero es mujer, joven y feminista. También es la pareja de Pablo Iglesias. Así que la crítica contra ella hace tiempo que no tiene nada que ver con la política. Los insultos e injurias que sufre cada día son parte del desprecio misógino y el clasismo de quien cree que el poder le pertenece en exclusiva. No importa qué haga ni cómo lo haga Irene Montero, importa lo que es y lo que representa, es algo que algunos que se posicionan del lado de la trinchera equivocada tendrían que comprender cuando se suman a las críticas por gilipolleces de este porte. A Irene Montero la llaman pija mientras critican que sea ministra alguien que ha trabajado como cajera, no hace falta que la crítica sea certera y precisa, es importante saber y conocer que no tiene que haber coherencia en la crítica destructiva porque su único objetivo es inundar entre toneladas de mierda cualquier posibilidad de conocer de forma realista el papel que el ministerio de Igualdad está realizando. Se trata de convertir la opinión pública en algo infecto. Estas campañas buscan que tengas que sumergirte en una cloaca infame de olor putrefacto para poder encontrar las políticas públicas que te mejoran la vida. Esa es la estrategia. Y funciona, porque no todo el mundo está dispuesto a soportar el hedor para encontrar la verdad.
No fue un error sacarse una foto en Times Square, porque hacer crítica de una instantánea que habían repetido Isabel Díaz Ayuso y Elias Bendodo solo busca emponzoñar y no existe debate público coherente posible. Si esa foto no hubiera existido habrían utilizado cualquier otra cosa excusa para criticar que un equipo del ministerio de igualdad fuera a EEUU a trazar estrategias de colaboración con el feminismo en EEUU en un momento de reacción patriarcal y ofensiva contra los derechos de los mujeres. No se me ocurre dinero mejor gastado que el que se utilice en hacerse fuerte contra la ofensiva reaccionaria que ha empezado en el Supremo de EEUU y que llegará a España. La izquierda tiene que entender que nunca va a encontrar un mínimo de consideración en la derecha, así que la próxima foto que sea con corte de mangas mientras Feijóo sale de barquitos con narcos.