Toni Cantó no miente a nadie, es un hombre de palabra. Nada más abandonar su tercer partido con la lágrima en el ojo como prueba de lo bien aprendido que tiene el método dijo a la prensa: "Voy a llamar a mi representante para volver a trabajar en lo mío", y cumplió. Lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a lo suyo, ser un chaquetero que cambia de partido siendo un traidor a sus antiguos compañeros para garantizarse un jugoso sueldo público. Tiene un buen representante.
A lo largo de la historia y la literatura hay multitud de ejemplos de personajes de ideología y conciencia distraída que sirven para definir de manera precisa el comportamiento disoluto de Toni Cantó. Viendo la constancia en la actitud del artista devenido en política puede necesitar la adquisición de un nuevo epíteto recreado con su nombre para definir el personaje de ideas laxas que no pierde el rubor para cambiar de ideas, bando o partido sin ánimo de ocultar sus comportamientos. El caso de Toni Cantó es que puede alcanzar un récord al cambiar hasta cuatro veces de partido en solo 14 años. Ni a un partido por legislatura, ya que ha sido diputado por tres partidos en tres asambleas diferentes. Una laxitud de ideas antagónica a la querencia por la paguita pública.
Para Benito Pérez Galdós el chaquetero Toni Cantó sería un 'catacaldos', un término que utilizó en su obra 'Bodas reales' para el comportamiento de aquel que no era capaz de terminar una obra o acto sin dejar espacio para la reflexión y cambiaba de opinión de forma radical defendiendo con fiereza lo que un día antes criticaba con el mismo celo: "Antes no queríais nada con D. Francisco, y ahora que os le han montado en las narices, ya le acatáis y le hacéis el rendibú, lamiéndole la mano para que os eche migajas… ¡Ah, perros lambiones, gorrones y servilones! Antes era el Serenísimo un chupacirios y un motilón, y ahora es Rey de veras, honrado, caballero, valiente, y liberal de añadidura. Pues sí: regostose la vieja a los bledos… El marido de Doña Isabel os dirá: «El liberalismo que yo traiga, que me lo claven en la frente…». ¡Ja, ja!… ¡Apañados están los catacaldos del Progreso! Ayer conspirabais como topos, y hoy como gallos cantáis en el montón de basura más alto del gallinero… Pero no os hacen caso, no… que allá saben del pie de que cojeáis.”
No se me ocurre mejor definición para el papelón de Cantó, un conspirador lambión que ahora cantará como el gallo más chulo del corral en lo más alto del basurero. Porque todos sabemos que los conversos son siempre los más agresivos en sus formas para ganarse el favor del que manda.
Pero el castellano antiguo y los insultos clásicos tienen una riqueza que no se acaba en Galdós. En el siglo XIX el periodista y escritor Modesto Lafuente era muy prolífico en estas construcciones barrocas del insulto. Uno de los que usaba para los políticos era el de 'Viceversas', que también se puede llamar Viceberza. Un calificativo que solía usarse para alguien de pocas entendederas que servía a alquien con menos entendederas aún. Aunque podría entenderse al saberse que Toni Cantó servirá a Ayuso es otra de las acepciones la que mejor encaja al paracaidista valenciano. Los viceversas eran los veletas que no saben muy bien si van y vienen y no saben en qué partido militar, cuál es su ideología y que siempre se muestran indecisos a la hora de mostrar sus ideas y valores. Para Modesto Lafuente, España era "el país de los viceversas", y eso que no conoció a Toni Cantó.
Otro calificativo que se asocia a la traición es el de Magancés, un epíteto que proviene del Conde de Maganza que fue un traidor al caballero Roldán y que propició la victoria de los infieles en Roncesvalles donde murió su propio hijo. No cuesta imaginar a Arrimadas como víctima de la felonía de su compañero en un cantar de gesta. El comportamiento ético del nuevo fichaje de Isabel Díaz Ayuso es una desgracia de la política de nuestro tiempo que cree que una idea o un valor es el importe de la nómina del dinero público ganado por traicionar a tus antiguos compañeros. Toni 'Catacaldos' Cantó, un magancés, un viceversas. Solo un vividor.