Ayuso mantiene el BOCM, pero la izquierda tiene el BOE. Ayuso puso en riesgo lo que ya tenía para cuestionar el poder central y el de su propio partido y ha consolidado el envite. Una victoria que pone en la picota también a Pablo Casado y su liderazgo. Ahora es la izquierda la que con todo el poder central y, siendo consciente de que la derecha no concibe las reglas del juego democrático nada más que estando en el poder, tiene que comenzar a actuar sin contemplaciones ni piedad, y tiene las herramientas y el poder para hacerlo. La izquierda gobierna en España y tiene que hacérselo notar a una reacción que ha traspasado todas las líneas rojas posibles en esta campaña. Gritan mucho, pues a callarles con el BOE.
En Madrid se ha incardinado y hecho fuerte un nacionalismo esencialista neoliberal. Una ideología identitaria de desprecio al pobre, de soberbia, individualismo y sentimiento de superioridad sobre el resto de comunidades. Los movimientos nacionalistas son reactivos, y Madrid se ha convertido en el centro sobre el que pivota el nuevo orden nacionalista español después de que el eje nacional haya impregnado la política nacional de la última década. Un eje político y semántico que, mientras se mantenga, hará casi imposible que pierdan el poder, porque apela a emociones muy primarias de supremacismo sobre el más débil. Un sentimiento emocional que se ampliará y condensará sobre las cabezas de los colectivos más desfavorecidos ahora que VOX tendrá capacidad para influir sobre Isabel Díaz Ayuso. Madrid vive una guerra de clases que la clase trabajadora pierde por aplastamiento.
El adelanto electoral pilló a la izquierda con el pie cambiado, disgregada y sin un proyecto para Madrid. De la necesidad salió virtud y en solo un mes se armó un proyecto de cooperación sin ataques entre iguales, dejando a un lado la disputa para remar juntos desde proyectos diferentes. Ganar Madrid era una quimera en tan poco tiempo, pero se han puesto los cimientos de un proyecto con la suficiente fortaleza para empezar desde mañana mismo a pensar en asestar un golpe mortal a la derecha madrileña en 2023. La red se ha tejido y no puede deshilarse en estos dos años hasta las próximos comicios siendo consciente de que Madrid es cada vez más de derechas y costará mucho esfuerzo y lágrimas triunfar en Madrid en una deriva reaccionaria casi liberal.
Yolanda Díaz dijo que en mayo comenzaría la legislatura de verdad. Que no sea solo una declaración y si la reacción quiere el pin parental, que se instale la educación afectivo sexual en el currículum educativo. Si la reacción quiere bajar los impuestos a los más ricos, que se recupere el impuesto de patrimonio y sucesiones de manera estatal y que se persiga el dumping fiscal madrileño. La derecha no concibe el juego democrático, pero la izquierda tiene el poder en el Estado y la oportunidad de callar y silenciar a los que con ruido quieren derrocar las leyes que emanan del Congreso. La derecha mantiene Madrid, que la izquierda la derrote de manera inmisericorde con España. Sin complejos ni medianías, con todo el peso de la letra impresa en leyes y decretos.