Se llama Eduardo Pascual Arxé y fue presidente del banco Eurobank hasta que lo hundió provocando la quiebra (fraudulenta) de la entidad, una quiebra cuya resolución, tras 15 años de tramitación judicial se ha dirimido hace sólo unos meses en la Audiencia Nacional.
La policía española, la Europol e Interpol le buscan desde hace casi cuatro años. En 2015, poco antes de iniciarse el juicio por el 'caso Eurobank', Pasqual Arxé puso tierra de por medio y se fugó, según fuentes judiciales, con 12 millones de euros que se perdieron durante el proceso de quiebra del banco.
Juicio y condena
Así pues, Pascual evitó el juicio, pero no su equipo directivo, también investigado. Así, esta misma semana la Sección de Ejecutorias de la Audiencia Nacional comunicará a los condenados por el caso Eurobank del Mediterráneo el decreto de ejecución que la pena dicta, por el que se verán obligados al pago de las indemnizaciones y al cumplimiento de la condena de prisión.
En concreto, para María Vaqué Molas, número dos de Pascual, dos años y tres meses de prisión por un delito continuado de administración desleal y a Manuel Vicente Fernández Nieto, alto directivo de la entidad, un año, un mes y quince días de prisión por un delito continuado de administración desleal. Así están las cosas en este momento: unos condenados y el capo, de rositas.
Una larga historia
Desde que se presentó la denuncia inicial hasta ahora han trascurrido 15 largos años, una dilación que sin duda ha beneficiado al imputado.
A pesar de que la acusación particular, en representación de accionistas e inversores enganchados en el pufo que protagonizó Pascual, solicitara, en diversas ocasiones, el cambio de la situación personal de Pascual Arxé para que ingresara en prisión provisional antes del juicio que se inició en otoño de 2015, los diversos magistrados del Juzgado Central de Instrucción negaron dicha petición formulada y argumentada por el abogado de la acusación, Ricardo Gómez de Olarte.
Como si se tratase de una premonición del abogado, poco antes del juicio, Eduardo Pascual Arxé aprovechó el cálido verano judicial y desapareció.
¿Quién es Eduardo Pascual Arxé?
Se trata de un comisionista de los 90 que consiguió entrar en el accionariado de un pequeño banco catalán denominado Eurobank del Mediterráneo. Adquirió la mayoría del capital social e hizo de la entidad de crédito un instrumento para sus negocios y propios fines. Préstamos a compañías pesqueras de su propiedad que no se devolvían, comisiones fabulosas por intermediar entre compraventas inmobiliarias entre el banco y empresas propiedad de Eurobank, etc. Parece que con el dinero obtenido nutrió a unas mutuas de previsión social, una de las cuales sería la principal artífice del caso ERE de Andalucía, caso en el que también está imputado.
La fuga
Pascual Arxé está huido desde julio de 2015. Sin embargo, tenía planeada su fuga desde 2005: en aquel año, y con la causa judicial ya en marcha, se casó en Bolivia -en la población de Cochabamba, con una joven natural de aquel lugar, 25 años menor que él-. Aquel episodio no era más que el principio de su plan de fuga. Gracias a esa boda adquirió la nacionalidad boliviana y alegando un conflicto con su identidad, consiguió cambiarla por la de Eduardo Monasterio Arce. En años sucesivos, pasó a llamarse Marcelino José Monasterios Arce. El banquero tenía, pues, dos vidas.
De Bolivia, saltó a Guinea Conakry y de ahí a Burkina Faso. En este último país se dedicaba a la producción de cannabis medicinal. Es en su capital, Uagadugú, donde finalmente le localizan y detienen en 2017. El grupo de fugitivos del CNP había hecho su trabajo. Sin embargo, un torpe error del Juzgado Central nº5 de la Audiencia Nacional, cuyo titular es el Magistrado José de la Mata, provocó que las autoridades burkinesas tuvieran que dejarlo en libertad, ya que se encontraba "retenido". La extradición, según dijeron los jueces de ese país africano, estaba mal formulada. Los humildes jueces burkineses habían logrado sonrojar a nuestra flamante Audiencia Nacional.
La suerte le acompaña
Así, con el viento de cara, el banquero y sus 12 millones fueron puestos en libertad al día siguiente de su detención. Como medida cautelar, Pascual tenía la obligación de presentarse cada tres días en el citado tribunal a fin de dejar constancia de que continuaba en el país y no había vuelto a fugarse.
Evidentemente, el fugado tampoco cumplió esta vez y hace pocas semanas, cuando la justicia española rehízo por fin la petición de extradición y la adecuó a la legalidad de los convenios internacionales, Pascual puso pies en polvorosa. Abandonó Burkina faso y las últimas pistas que tiene la policía española es que está en Benín. De hecho, el Grupo de Fugitivos solicita fondos para poder desplazarse hasta allá y seguir el rastro de uno de los mayores fugados de la historia de España. Efectivamente, tendrá que ser la policía española por fuerza quien detenga a Pascual, porque los policías de Burkina Faso ya han comunicado al Ministerio de Interior español que no tienen dinero para pagarse el billete de avión que les traslade a Benin. Cosas del tercer mundo.
Torpe extradición, e imposible detención
Pascual Arxé no es un personaje cómodo para muchos partidos políticos. Cabe recordar lo manifestado por el propio Pascual y la documentación que se le encontró en la cámara acorazada de su domicilio tras su detención hace 5 años: trama socialista de los ERE, sobornos del PP en la Púnica, desfalco en Cataluña y los amigos caribeños de Felipe González.
La laxitud de la legislación de esos países africanos, así como la falta de coordinación entre las policías de dichos países, unida a la velocidad de movimientos del propio Pascual, sus cambios de identidad y la lentitud y falta de compromiso de la administración judicial española, parecen indicar que Pascual no será traído a España, al menos a corto plazo. Le queda dinero, mucho dinero en el zurrón y recodemos que con mucha previsión se compró un colección entera de pasaportes bolivianos. Pascual, se está riendo de todos mientras en su escondite, vive a cuerpo de rey.