Mala Vida

Las trillizas y los 35 millones del "tiet" en Suiza

Imagen del Palau de la Generalitat | laSexta.com
  Madrid | 26/02/2022

Érase una vez un conseller muy importante y muy conocido que ejerció en varios de los gobiernos de la Generalitat que presidió Jordi Pujol.

Les voy a explicar un cuento que no tardará mucho en dejar de serlo y transformarse en noticia. Érase una vez un conseller muy importante y muy conocido que ejerció en varios de los gobiernos de la Generalitat que presidió Jordi Pujol.

El conseller era una verdadero factótum, uno de esos tipos bajo cuyo espectro y tutela había que pasar (y pasar por caja) para ser o dejar de ser alguien en la Catalunya del pujolismo. Este tipo, como le ocurre a todos los de su calaña, siempre estuvo en el disparadero, pero, para su suerte, las balas sólo le fregaban, nunca le alcanzaban. Hace 30 años siendo conseller en activo casi muerde el polvo. Casi.

Una noche, en su casa situada en la parte noble de Barcelona agasajó con un catering de lujo (cuya factura endilgó a las cuentas de la Conselleria) a los amigos que allí congregó. Se trataba de un aquelarre corrupto-conspirativo-criminal (al más puro estilo mafioso) que tenía por objeto interceder y mediar entre amigos, conocidos y saludados suyos que andaban enfrentados entre si.

A un lado de su lujosa mesa, el juez Luís Pasqual Estevill -el llamado bestia negra de la burguesía-. Al otro lado, unos tipos que, por entonces, eran reputados amos de la banca. Uno cobraba comisiones por hacer o deshacer sumarios y los otros se salían de rositas de sus líos con la justicia previo pago del conveniente arancel. El conseller, como buen anfitrión, pillaba un poco de aquí y un poco de allá. Tráfico de influencias. soborno, pertenecía banda criminal sobrevolaban la velada.

La Fiscalía lo supo y lo tuvo a tiro, pero se les escurrió de entre las manos. Dicen que sus señorías abrieron tanto la boca para morder que se les cerraron los ojos. El conceller les vio venir y, en consecuencia, lo tuvo fácil para zafarse de ellos.

Transcurridos 25 años, del factótum seguía siéndolo, aunque ya no con lo galones del conseller. Aunque entrado en años y atiborrado de dinero como para no complicarse la vida, este ex político se dedicaba a mediar entre los suyos (que seguían gobernando, esto es, manejando dinero público a su antojo), y empresarios fundamentalmente del sector de la construcción que seguían untando con sobres repletos de dinero a los adjudicadores de obra pública. Aquí sí, la justicia cayó sobre él como una tormenta de granizo. Le imputaron, le humillaron. Los fiscales que otrora no le pudieron acusar, brindaron con gin-tonics cuándo la tele le mostraba esposado ante el juez. Tras años de instrucción, previo pago de 15 millones de euros de multa, llegó a un acuerdo judicial de conformidad y evitó el ingreso en prisión.

Dinero al factótum se ve que no le faltaba. Sus problemas con la justicia fueron liquidados (por lo que se constata, en este país quien puede "pagar" puede "cometer" un delito de forma impune), y el personaje decidió hacer inventario de la pasta restante que durante años había ido repartiendo (escondiendo) por ahí.

Tenía dinero aquí, allá y por lo que parece, en el mas allá. En pleno proceso de recapitulación económica, el ex conseller falleció. Su mujer, había finado poco antes. No tuvieron descendencia directa. ¿A dónde iría a parar pues la fortuna de innombrable origen que aquel tipo poderoso amasó durante su vida?

Tres sobrinas, hijas de una hermana de su mujer, olieron el vil metal y empezaron a revoletear sobre el testamento (el escrito y el otro) del susodicho. Escarbando aquí y allá, vislumbraron que el factótum tenía 3 millones de euros guardaditos en una cuenta bancaria de Andorra y activaron los mecanismos legales para repatriarlos e ingresaros en sus tres respectivas cuentas de La Caixa.

A continuación llega a su conocimiento que, además, el "tiet" tenía en un banco de Suiza entre 35 y 55 millones de euros, que ya se sabe que la vida política y la comisiones una vez jubilado del cargo dan para eso y para más (Bárcenas, con 15 millones en Suiza, queda como un becario al lado de este ex conseller).

Estas tres mujeres ávidas de una pasta que creen que les corresponde han lanzado sus tentáculos en el país helvético. Veremos. Llegado el momento, veremos que dice Suiza porque no queda claro, ni parece preceptivo, que siendo como se supone ilícito el origen del dinero, las autoproclamadas herederas puedan cobrarlo así, por las buenas.

Colorín colorado, este cuento no ha acabado…