La noticia, hace unas semanas, del descenso de la natalidad -según los datos del CIS- llamó mucho la atención y me gustaría aclarar muchas cosas. Tener un hijo no es una imposición ni puede ser una presión social. Tener un hijo es un deseo, una oportunidad de aportar a la sociedad tu propia descendencia. No puede ser el deseo que te imprima la sociedad, que quiere que seamos fabricantes de niños para fines (como solucionar el problema de las pensiones) que no sean que estén ceca de nosotros.
Que nos dejen en paz a las mujeres. Las mujeres hemos tenido hijos porque no hemos tenido antes, ni durante muchos años, acceso a los métodos anticonceptivos, ni a formación, ni a trabajo y la sociedad nos condenaba a tener hijos y venga hijos. Hoy en día, la maternidad es mucho más responsable, es un deseo y tu eres la que lo decides, con tu pareja si quieres, o tú sola.
De lo que tienen que preocuparse los políticos es de facilitar que quien quiera tener un hijo no sea despedida, sancionada y no sea vista como una persona a la que su fertilidad le impida trabajar. Mientras no entiendan que las mujeres somos libres y que tenemos que hacer las cosas en función de nuestros deseos y no en función de exigencias no vamos a mejorar la situación.