Se supone que un debate electoral es el momento de sacar lo mejor de uno mismo. Está claro que a la gente le interesan. No hay más que ver los datos de audiencia y también el vértigo de los candidatos por la influencia que suelen tener después en lo que queda de campaña. Por eso hay algunas cosas que, de verdad, no se entienden. Por ejemplo, Albert Rivera. Si uno repasa su biografía, siempre se destaca, entre otras cosas, que ganó concursos de oratoria. Por lo tanto, cabe suponer que en los debates no le hacen falta fuegos de artificio ni esos abalorios que habitualmente saca para sobreponerse a las embestidas de sus rivales políticos. Lo último que puedes esperar de un campeón de la oratoria es que en las horas previas a la gran cita, se haga un vídeo con un perrito diciendo chorradicas. "Os presento a mi arma secreta para el debate: Lucas", dice Rivera mostrando a cámara al pequeño animal. "Es para comérselo", prosigue el líder de Ciudadanos. "Aún huele a leche y todo. Es un bebito". Y remata: "Así que quien me ataque en el debate, ya sabe, se tendrá que enfrentar a Lucas". En ese momento, te preguntas qué habrá hecho el pobre perro para merecer semejante castigo.
Sin embargo, tampoco te da mucho tiempo, porque de pronto, VOX también quiere jugar a los animalitos. Han decidido animar el debate anunciando que Santiago Abascal también va con ayudante y aparece una foto del amado líder con un tigre. Desde luego, ha llegado un punto en el que tenemos el listón tan bajo, que yo prefiero ver fotos de felinos que a dirigentes políticos, como Ortega Smith, pidiendo en el debate electoral de los teloneros la ilegalización del PNV.
No digamos ya escuchar a Pablo Casado, un dirigente al que se le presuponen menos intenciones incendiarias que a VOX, asegurar que al PSOE le interesaba que hubiera violencia en Cataluña. En serio, no compensa competir por ver quién la dice más gorda. O más absurda. De verdad que no. Podría terminar aquí, pero no puedo ignorar el debate que ha protagonizado en la televisión valenciana Pedro Duque. El Ministro de Universidades ha ridiculizado a Marcos de Quinto, ante la posibilidad de que el futuro de nuestra economía esté en manos de "uno que viene de la Coca-Cola". No sé qué experiencia tenía Duque en asuntos universitarios, pero bueno, no es un currículum del todo desdeñable haber sido alto ejecutivo de una de las mayores compañías del mundo. Lo que sí sé es que cuando la moderadora le dijo a Duque que se le acababa el tiempo, el Ministro de Universidades concluyó con un "...y ya tá". Ya está, sí. Ya nos gustaría.
Cinco días de campaña quedan. Solo falta Echenique cantando "Chúpame la minga, Dominga" y que saquen las urnas cuanto antes, a ver si de aquí al domingo la gente no pierde todas las ganas de ir a votar.