Sostiene Pablo Iglesias que la campaña electoral de Madrid ha sido la más "emocionante" de las que ha vivido. Solo teniendo alma de follonero se entiende el punto de vista del líder de Unidas Podemos, puesto que, en mi opinión, los mensajes a los ciudadanos estos días han sido realmente siniestros. Se han orillado descaradamente las preocupaciones del votante para priorizar los intereses del votado. Así, se nos conminaba en cada mitin a frenar el fin del mundo y a hacer historia eligiendo entre fascismo o democracia, comunismo o libertad.
Llegados a este punto, si hacemos caso de las tendencias que sugieren los pronósticos, en esta noche electoral habrá también vencedores y vencidos, aunque traten de convencernos de lo contrario. Isabel Díaz Ayuso va a mejorar muchísimo su anterior resultado, independientemente de cuántos apoyos necesite para gobernar. Su discurso será fácil. Peor lo tendrá Pablo Casado, diga lo que diga, porque a partir del miércoles tendrá que decidir qué quiere ser de mayor, si Feijóo o Ayuso, que son cosas muy distintas.
VOX, aunque baje, podrá alegar que ha sobrevivido al voto útil del PP. Tendrá que enfrentarse después, si es que su apoyo es decisivo, a la disyuntiva de entrar o no en el gobierno de Madrid. Para VOX, será más fácil seguir siendo lo que es si opta por quedarse fuera. Es mucho más grato criticar que gestionar, y asumiendo consejerías, es más fácil incurrir en contradicciones entre lo que dijiste que harías y lo que finalmente harás.
Mónica García podrá sacar pecho en la noche electoral. No solo ha hecho una buena campaña, sino que todo parece indicar que indudablemente mejorará sus resultados. Para Ciudadanos, no habrá término medio, ni doble lectura posible. Si entra en la Asamblea, será un milagro. Si no lo hace, será un desastre sin paliativos y un augurio de algo peor en el futuro. El socialista Ángel Gabilondo lo tiene muy difícil. Parece imposible mantener los resultados de las anteriores elecciones y ha sufrido, en mi opinión, una pérdida total de identidad. No sé si ha sido la tutela de La Moncloa, pero cuesta encontrar al que pensábamos que era en lo que ha sido estos días. Y Pedro Sánchez se ha implicado personalmente en esta campaña más de lo que quizá era recomendable para sus intereses.
Y por último, Pablo Iglesias es quien tendrá, según las encuestas, más complicaciones para interpretar positivamente la noche electoral. Si no arrasa, no podrá decir que los ciudadanos han escogido en masa el fascismo, frente a la democracia. Además, puesto que abandonó la vicepresidencia del Gobierno para salvar a los madrileños de la ultraderecha, pase lo que pase afectará enormemente a su figura, mucho más que a su partido. Para bien y para mal. Será difícil vender como un éxito todo lo que no sea un resultado incontestable. En todo caso, lo que sí deberían hacer todos a partir del 5 de mayo es esforzarse por rebajar la tensión y por priorizar las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos. Aunque a muchos les parezca mentira, hay problemas a los que ya están llegando tarde.