…Cuando todo vaya mal. Aquello que cantaba Burning se lo ha debido de tomar al pie de la letra el líder de Ciudadanos. Albert Rivera se ha abierto ahora a pactos con el PSOE de Pedro Sánchez, con el líder de aquello que él denominaba "banda", por sus supuestos pactos con los independentistas.
Dice el Presidente del partido naranja que, si vuelven a ganar los socialistas, él accederá a negociar "reformas de Estado". En mi vida había visto una estrategia política tan errática como la que está desplegando Rivera. Hace unos años firmó un acuerdo con Sánchez, a pesar de que sus votos ni siquiera eran suficientes. Después, dijo que con Sánchez ni agua. Y resulta que sacó los mejores resultados electorales de su historia. Sus sueños de grandeza como futuro e hipotético líder de la oposición, le hicieron llevar su veto hasta el final, hasta la repetición de los comicios. Argumentaba públicamente, y frente a las voces críticas y disidentes, que era lo que había aprobado la Ejecutiva de Ciudadanos por unanimidad. En estos momentos, asfixiado por unas encuestas que en algún caso le sitúan al mismo nivel de respaldo que VOX, ha pegado un volantazo. Sin someterlo, por cierto, a ninguna votación interna.
La posición que a día de hoy, ahora, en este minuto en el que estamos, mantiene Rivera es la de tratar de volver a sus orígenes. Este fin de semana ha dicho: "Nacimos para superar dicotomías de rojos y azules". Es tan alucinante que resulta increíble. Cuando Rivera no estaba obsesionado por liderar el centroderecha, fue capaz, efectivamente, de superar dicotomías y de pactar con Rajoy y con Sánchez. También se le criticaba, pero creo que la gente terminó percibiéndole como un partido bisagra. Tenía una identidad y era reconocible. Ciudadanos ya no es actualmente un partido previsible. No se sabe qué quiere ni a dónde va. Desde fuera, parece una formación política sometida a los caprichos de su líder, que mira un día a la derecha, otro a la izquierda, otro al centro, otro a la derecha y a la izquierda y vuelta a empezar.
Al votante se le puede pedir que se acerque a las urnas otra vez. Se le puede pedir "una mayoría más clara", como ha hecho Sánchez. Se le puede pedir un voto útil, como hace el PP. Pero no se le puede marear. Los ciudadanos tienen que saber, más o menos, descontando el porcentaje de engaño que conlleva toda campaña electoral, por dónde respira cada partido político. Y con Rivera, ahora mismo, es francamente difícil.
Las ventoleras afectan a todas sus propuestas. Ayer se negaba a hablar siquiera con Sánchez en La Moncloa, hoy ya está abierto a negociar. Ayer no quiso presentar una moción de censura en Cataluña para no regalar una victoria a los independentistas y hoy ya sí. Y aún hay más: mientras este fin de semana le tendía la mano al PSOE, al mismo tiempo insinuaba que si el PSC no apoya su moción en el Parlament, demostrarán que "están con los de la Goma 2". No se puede estar en misa y repicando. Eso no puede salir bien.