El Presidente del Gobierno en funciones ha enviado una carta a su militancia repleta de perlas. Algunas nos vuelven a recordar a quien, en similares circunstancias, fue denostado por él. Hemos pasado de Sánchez contra Rajoy a Sánchez emulando a Rajoy. En esa misiva, explica todas las elecciones que ha ganado recientemente el Partido Socialista.
Por lo tanto, viene a decir, no hay derecho a que luego los grupos parlamentarios hayan bloqueado la formación de gobierno. Sánchez escribe: "La mayoría de los españoles progresistas sentimos frustración ante una repetición electoral cuando el resultado era claro".
Mucho más claro era cuando ganó Rajoy y Sánchez se empeñó en hacer lo mismo que ahora denuncia. ¿No le generaba entonces la repetición electoral esa frustración? ¿Sólo le molesta que haya que volver a las urnas cuando es su partido el que no puede gobernar? De verdad, por qué nadie le dice nada y evita estas reiteradas caídas en la incoherencia más absoluta… También dice el Presidente: "En el PSOE sabemos lo que piensan los españoles, porque somos el partido que más se parece a España". No me tengo que ir muy lejos, concretamente hasta julio de 2019, para leer que, según Pablo Casado, "el nuevo equipo de dirección del PP se parece a España".
Todos creen que se parecen a España y en realidad, lo que ocurre es que se parecen unos a otros más que a ninguna otra cosa. Continúa la carta de Sánchez con la siguiente petición a la militancia: "Tenemos que dejar atrás una política inútil que solo sabe de bloqueo y destrucción". Cuando anteriormente se repitieron las elecciones por no apoyar al PP, ¿acaso el problema era que él solo sabía de bloqueo y destrucción? Seguro que no.
Por último, Sánchez incluye dos críticas severas a Unidas Podemos. La primera, cuando insiste en que Pablo Iglesias quería hacer un gobierno dentro de otro gobierno, ejerciendo "el papel de controlador del PSOE". La segunda, cuando presenta a los socialistas, en contraposición con Unidas Podemos, como "la izquierda reformista que combate la injusticia sin embarcarse en aventuras". A Sánchez le ha faltado pedir el voto para que todos podamos volver a dormir del tirón a partir del 11 de noviembre.
A mí me parece un ejercicio de travestismo político bestial: quien antes bloqueaba se viste ahora de hombre de Estado, que era exactamente el traje que llevaba la persona a la que él bloqueó. La evolución en política es realmente rápida. No es cuestión de tiempo, sino del lugar en el que te sitúan los votantes.
Me sigue pareciendo muy chocante la falta de autocrítica de nuestros dirigentes en general, y de los socialistas en particular. La humildad vende. El realismo, en según qué casos, vende. Ver a la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, decir en 'El País' que "las elecciones en democracia nunca pueden ser un fracaso", me parece de broma. El fracaso no es votar, claro que no. El fracaso es que tengamos que votar cada dos por tres porque ellos no hacen su trabajo.