Una de las consecuencias que está teniendo el conflicto político en Cataluña es que se está poniendo de manifiesto con bastante crudeza la división en el PSOE. Hay claramente dos sensibilidades muy diferentes. Por un lado, está el líder del PSC, Miquel Iceta. Él defiende que la negociación con los independentistas es el camino adecuado, cree que Cataluña es una nación e incluso ha reiterado en estas últimas horas que se plantearía pedir el indulto para los presos. No me atrevería a decir si éste es el sentir mayoritario entre los votantes socialistas.
El caso es que Iceta ha declarado este domingo en laSexta que las posturas que defienden Alfonso Guerra o barones como Emiliano García Page o Javier Lambán sí son "ultraminoritarias". Tampoco me atrevería a afirmar esto último categóricamente. Al final, lo que vienen a decir los barones del PSOE o dirigentes relevantes de tiempos pasados es que no ven bien que el gobierno central siga tratando a Cataluña como una Comunidad Autónoma de primera, mientras que el resto siente que recibe un trato de segunda.
En definitiva, consideran que para unos siempre se puede encontrar algo de dinero por los Ministerios, mientras que los otros se han visto permanentemente obligados a esperar tiempos mejores. Me parece una queja legítima. Iceta, por supuesto, niega la mayor. Los críticos han cuestionado también en los últimos tiempos los sucesivos cambios de opinión de su Secretario General.
De hecho, Guerra, cuyo talento para el mal es incuestionable, decía recientemente que él es un militante disciplinado y que le pasa como a su líder, cuando no podía dormir ante la posibilidad de un pacto con Unidas Podemos. Hay que reconocer que el viraje se presta a todo tipo de chanzas…
Lo que resulta muy desconcertante es que Iceta defienda indultos para los presos independentistas o una reforma del Código Penal que rebaje las penas para delitos de rebelión y sedición y al mismo tiempo, el Presidente de Castilla La Mancha asegure que no se debe "mercadear" con el Código Penal, porque equivale a trasladarles a los delincuentes el mensaje de que cada fin de semana pueden repetir el comportamiento que les llevó a la cárcel.
No parecen dos dirigentes de un mismo partido. Y no se puede estar a una cosa y a otra, porque son radicalmente incompatibles. Pedro Sánchez, cuando presentó el gobierno de coalición, dijo que su equipo hablaría "con muchas voces, pero con una sola palabra". No me cansaré de recordar esta frase, porque entre los problemas de comunicación de su Ministro de Transportes y los problemas de incomunicación que parecen imperar en la estructura territorial de su partido, resulta difícil prever cuáles son los planes de nuestros dirigentes en un porrón de temas.