Parecen lejanísimos los tiempos en los que Pedro Sánchez presentaba eufórico su nuevo gobierno de coalición y nos anunciaba que su ejecutivo hablaría "con varias voces, pero con una sola palabra". Ya en su día sonaba rara la expresión, pero ahora además sabemos que no pasaba de ser una declaración de buenas intenciones. Demasiados gallos en el mismo corral. Una cosa es que los socios de gobierno mantengan tiras y aflojas y otra muy distinta que todo un vicepresidente llame "machista frustrado" a un Ministro del PSOE por retocar la ley de una Ministra de Unidas Podemos. Y más cuando es algo que ha ocurrido siempre. De hecho, la mayoría de proyectos legislativos terminan en la mesa del titular de Hacienda antes de ver la luz públicamente.
Tampoco parece de recibo que ningún dirigente socialista filtre que menos mal que están ellos para salvar las grandes leyes, porque los otros son muy novatos y nos llevarían al desastre. De cualquier manera, no es lo mismo discrepar que insultar, ni es lo mismo discutir en el Consejo de Ministros que discutir en las portadas de los periódicos. Llevan muy poco tiempo conviviendo en La Moncloa para estar ya con semejantes salidas de pata de banco. Las últimas dos semanas han sido especialmente nefastas para la imagen del gobierno. Lo vimos, por ejemplo, cuando la Ministra de Trabajo tomó la iniciativa de hacer público un protocolo sobre el coronavirus para las empresas. Los socialistas salieron inmediatamente para decir que todo lo relativo a la enfermedad tenía que estar liderado por su Ministro de Sanidad.
Asimismo, la formación morada se apuntó un tanto al pedir una comisión de investigación sobre las andanzas financieras del rey emérito. Obligó al PSOE a comportarse como monárquicos de bien rechazando una iniciativa que puede dar clarísimos réditos populares. Da la impresión de que Pedro Sánchez no esperaba que los responsables de Unidas Podemos fueran capaces de tener tanta exposición ocupando carteras secundarias y estando taponados por dirigentes socialistas al frente de aquellos Ministerios que tradicionalmente tienen más peso. Quizá pensó que precisamente el hecho de poner a los suyos en primera línea aplastaría a los que estaban en segunda fila.
Es sorprendente, porque de todos es sabido que Unidas Podemos tiene un muy buen manejo de la comunicación. Sus dirigentes tienen desparpajo, se exponen ante la prensa, hablan claro… En ese aspecto, a los viejos y los nuevos partidos todavía les separa un abismo. Es posible que a Sánchez le llevara a engaño el comportamiento de Unidas Podemos en los primeros días de legislatura, cuando tragaron con todo. Llegados a este punto, está claro que hay una batalla a muerte por vender cada uno su producto. Es como si ninguno de los dos partidos confiara en que esto dure cuatro años. Si siguen así, se arriesgan a que cada día haya tantas voces como palabras. Al menos en este momento, tienen una ventaja: la derecha es una jaula de grillos.