1. ¿Por qué el turrón es el dulce típico de la Navidad?
Los alimentos típicos de las celebraciones tradicionales suelen estar vinculados a su estacionalidad. Igual que el magosto se celebra con castañas o el año nuevo se recibe con grelos, la Navidad se festeja con dulces de almendras como el turrón. En septiembre finaliza la época de recogida de la almendra, por eso los turrones son una forma de dar salida a este alimento y de conservarlo al menos por un año.
El turrón blando y el duro se elaboran con almendras, miel, azúcar y clara de huevo. Cuando se llaman respectivamente turrón de Jijona y de Alicante es porque además cuentan con indicación geográfica protegida. En ese caso no llevan ningún otro ingrediente, ni siquiera conservantes, ya que las grasas de las propias almendras y el envasado al vacío hacen esa función.
Los dos tipos de turrón caducan entre 12 y 18 meses después. La fecha de caducidad no es una decisión comercial, sino que responde a una realidad y para calcularla hay que medir cuánto tiempo aguanta el alimento sin alterarse hasta el punto de volverse potencialmente peligroso. Aunque el turrón contiene pocas grasas saturadas, estas son las que con el tiempo se enrancian más fácilmente. Son las principales responsables de que el turrón caduque de una Navidad a la siguiente.
2. ¿Por qué el cóctel de gambas es el aperitivo estrella de estas fiestas?
El cóctel de gambas es el aperitivo típico de Navidad, tan clásico como hortera. A mediados del siglo XIX los crustáceos eran considerados una especie de cucarachas marinas. Se acumulaban en las costas del Atlántico Norte entorpeciendo la pesca. Eran tan abundantes que se utilizaban para dar de comer al ganado, fertilizar suelos y alimentar al servicio. Los crustáceos se convirtieron en un alimento de lujo gracias a una interesante reinvención comercial. En 1841 se fundó en Maine una de las primeras conserveras estadounidenses. Como los crustáceos eran tan abundantes, y por tanto baratos, probaron a prepararlos en conserva. Diseñaron un bonito envase y comenzaron a servirlos a los turistas que viajaban en tren, ya que para ellos era un alimento exótico. La novedad, el aspecto ostentoso y el precio inflado del producto lo convirtieron en un alimento para ricos. La llegada de los ferrocarriles refrigerados permitió la exportación de los crustáceos a Inglaterra, donde se vendían por diez veces su precio original. En los años 20 la langosta alcanzó su precio máximo, convirtiéndose en el alimento más caro del momento. En los años 60 la televisiva chef británica Fanny Cradock popularizó en Reino Unido el cóctel de gambas, una receta que llegaría a España poco después, convirtiéndose en el plato estrella de las navidades de los años 70 y 80.
Los colores rojos y rosas de las gambas cocidas combinan con el color de la salsa cóctel que da nombre a este aperitivo. Los crustáceos se enrojecen al cocinarse a causa de un carotenoide, la astaxantina, que es un pigmento que en su forma libre es de color bermellón. Cuando el crustáceo está vivo, el carotenoide permanece oculto porque está ligado a una proteína, la crustacianina, causante del color pardo azulado. Esta coloración resulta muy útil para pasar desapercibidos ante los depredadores. Sin embargo, cuando la gamba se cocina, la proteína se desnaturaliza perdiendo su estructura y liberando la astaxantina. Durante este proceso la astaxantina sufre un cambio químico –pasa de ser un enolato a una hidroxicetona neutra– revelando su color rojo natural.
3. ¿Por qué se decora el árbol de Navidad?
El origen de esta tradición no está del todo claro, aunque la hipótesis histórica más extendida es que los árboles de Navidad estaban originalmente inspirados en el árbol del paraíso de Adán y Eva. En las obras de teatro medievales, el árbol se decoraba con manzanas y obleas; las manzanas representan el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, y las obleas representan la Eucaristía y la salvación. Se cree que este decorado teatral simplemente se empezó a replicar en los hogares.
Los adornos fueron evolucionando con los tiempos: bolas de navidad, espumillón, etc. Estos brillantes elementos decorativos se empezaron a fabricar con metales como el aluminio o el plomo. En la actualidad, se han sustituido por materiales más ligeros, seguros y duraderos como los polímeros de PVC.
Las especies más habituales para usar como árbol de Navidad son de la familia de las pináceas, aunque también se utilizan cipreses. En ambos casos son árboles que necesitan una cantidad de terreno importante y les cuesta progresar en maceta. Son especies de exterior, por lo que estar dentro de casa, con calefacción, luces y adornos colgando son para ellos una sentencia de muerte. Si por fortuna el árbol sobrevive a las fiestas, los ingenieros de montes alertan de que estas especies no se deben plantar en cualquier terreno, ya que en muchos casos son especies foráneas que podrían desplazar a las autóctonas y suponer una amenaza para la biodiversidad. Por eso es importante conocer si en la comunidad o en el vivero más próximo hay un servicio de recogida.
4. ¿Por qué la planta más navideña es la flor de Pascua?
La flor de Pascua es una especie de la familia Euphorbiaceae nativa de México y Centroamérica. La flor roja de la flor de Pascua no es realmente una flor, aunque lo parezca, sino que se trata de las brácteas de la planta, que son el órgano foliáceo que rodea a la verdadera flor. Las inflorescencias en el ápice de los tallos están formadas por una única flor femenina sin pétalos ni sépalos, rodeada por flores masculinas individuales contenidas en una estructura denominada ciato exclusiva del género Euphorbia. De cada ciato surge una glándula bilabiada de color amarillo. Estas inflorescencias están rodeadas por largas brácteas de color rojo que conforman la parte superior de la planta con la apariencia de llamativas flores. La floración acontece en invierno, entre noviembre y febrero, y es una planta que responde al fotoperiodo, ya que requiere de días cortos y noches largas para inducir la coloración de las brácteas, fenómeno que acontece durante la época de festejos navideños, de ahí que se haya convertido en la flor de la Navidad.
5. ¿Por qué se decora todo con luces?
Las luces de Navidad empezaron iluminando los árboles y acabaron por decorarlo todo. Además de las manzanas y las obleas, a los árboles de Navidad se les añadieron velas para simbolizar la luz de Jesucristo. Se cree que esta costumbre se inició en los hogares de la clase alta alemana a mediados del XVIII. La iluminación eléctrica popularizó este tipo de decoración a principios de la década de 1880, primero en Inglaterra, desde donde se extendió al resto del mundo por medio de la emigración hacia Norteamérica y Australia. Esta tradición ha ido evolucionando con la tecnología. En la actualidad no se usan bombillas incandescentes, prohibidas en Europa para reducir el consumo de electricidad, por lo que se han ido sustituyendo por bombillas de tipo LED.
Las luces LED consumen menos electricidad que las luces incandescentes debido a su mayor eficiencia en la conversión de energía eléctrica en luz visible. Las bombillas incandescentes funcionan porque el paso de electricidad a través del filamento de wolframio genera una resistencia que se traduce en calor y también el luz. Esto hace que las luces incandescentes sean muy ineficientes en términos de conversión de energía, ya que la mayor parte de la electricidad se desperdicia en forma de calor. En cambio, las luces LED son mucho más eficientes en la conversión de energía en luz. Utilizan semiconductores y diodos emisores de luz para generar luz directamente a partir de la corriente eléctrica, sin la necesidad de calentar un filamento. Además, las bombillas incandescentes emiten luz en todas las direcciones, lo que resulta en una dispersión y pérdida de luz en áreas no deseadas, mientras que las luces LED se pueden diseñar con una emisión de luz direccional, lo que permite que la luz se dirija y se enfoque hacia el área deseada, evitando la dispersión y optimizando la eficiencia de iluminación.