Aún inmersos en la pandemia, empieza la temporada fuerte de catarros y gripe. Para esquivar estas enfermedades, además de seguir las medidas sanitarias habituales, el conocimiento científico es el mejor aliado. Esta lista de preguntas y respuestas rápidas servirá para desmentir las creencias más populares acerca de estas dolencias y resolver las dudas más frecuentes.
¿Qué diferencia hay entre la gripe, los catarros y la COVID-19?
La gripe y los resfriados son enfermedades muy diferentes, pero al principio presentan síntomas muy similares. Con la COVID-19 pasa lo mismo, sobre todo para las personas vacunadas, cuyos síntomas suelen ser leves y se confunden fácilmente con los de un catarro común. La mucosidad, la tos o la inflamación local no son más que la respuesta del sistema inmunitario intentando frenar al virus. Normalmente la gripe cursa con fiebre y dolores musculares, mientras que los catarros empiezan con congestión nasal y dolor de garganta.
Las tres enfermedades están causadas por virus, pero son virus diferentes. La mayoría de los catarros comunes están causados por rinovirus, de los cuales existen más de 100 subtipos, aunque a veces pueden causarlos adenovirus, metapneumovirus humanos y varios tipos de coronavirus. La gripe está causada por influenzavirus. Y la COVID-19 por un coronavirus en concreto, el SARS-CoV-2.
¿Cómo saber si es catarro, gripe o COVID-19?
Hacer un buen diagnóstico a partir de los síntomas no siempre es posible, por eso la forma más fiable son las pruebas, como los test de antígenos o las PCR.
¿Por qué es tan importante vacunarse contra la gripe este año?
Cada año se registran entre 3 y 5 millones de casos de gripe grave y alrededor de 650 000 muertes en todo el mundo. Esto representa una enorme sobrecarga sanitaria y un gran impacto económico para un sistema ya bastante fatigado por la pandemia. Por eso los objetivos establecidos por la Organización Mundial de la Salud y por la Comisión Europea pretenden alcanzar una cobertura de vacunación superior al 75 % en mayores, y total para profesionales sanitarios y grupos de riesgo. Gracias a las vacunas se reducirá la presión sanitaria y económica, se evitarán muertes, complicaciones de salud asociadas a la gripe y se reducirán los contagios.
¿Es posible tener gripe y COVID-19 al mismo tiempo?
Al ser dos enfermedades causadas por virus diferentes, sí es posible infectarse a la vez. De hecho, el riesgo de muerte de las personas infectadas por SARS-CoV-2 se duplica cuando los afectados también padecen gripe. También por esto es muy importante vacunarse de la gripe.
¿Quiénes se deberían vacunar de la gripe?
Deben vacunarse de la gripe las personas a partir de 65 años, las mujeres embarazadas, niños entre 6 meses y 2 años con antecedentes de prematuridad, personas que residen en centros de acogida, residencias o instituciones penitenciarias; personas que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe por enfermedades crónicas cardiovasculares, neurológicas o respiratorias, personas con inmunosupresión, con diabetes, cáncer, obesidad mórbida, etc.
También es importante que se vacunen las personas que pueden contagiar la gripe a personas con riesgo de sufrir complicaciones. Aquí están los sanitarios, las personas que trabajan en instituciones geriátricas, en centros de atención a enfermos crónicos o que proporcionan ayuda domiciliaria, y también las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, protección civil, bomberos y personal de instituciones penitenciarias.
También es importante que se vacunen de la gripe los ganaderos y las personas que trabajan con aves, cerdos y caballos. Los influenzavirus A son los virus que causan las gripes humanas, pero también las gripes aviares, porcinas y equinas. Como los virus de la gripe poseen una alta tasa de mutación, hay que evitar cruces de especies para evitar pandemias. Con la vacunación se reduce la oportunidad de una infección concomitante de virus humano y aviar o porcino, disminuyendo la posibilidad de recombinación o intercambio genético entre virus.
¿El frío causa resfriados?
Los resfriados los causan virus, no el frío. No obstante, el frío propicia los contagios. Por ejemplo, cuando llega el frío se suele pasar más tiempo en interiores y espacios mal ventilados, lo que facilita la transmisión de todo tipo de virus. Además, la calefacción reseca las mucosas y el ambiente, lo que facilita los contagios. Las temperaturas también afectan a la capacidad del sistema inmunitario, ya que tiene que lidiar a la vez contra el frío y contra los virus, lo que les puede dar cierta ventaja. También hay evidencia científica que indica que las bajas temperaturas benefician a los virus que causan el resfriado y también a los de las gripe, manteniéndolos activos y con capacidad infectiva durante más tiempo.
¿Se puede curar la gripe o el catarro con paracetamol?
El paracetamol no cura la gripe, ni el catarro ni la COVID-19, pero sí alivia alguno de los síntomas. El tratamiento más común para las infecciones respiratorias agudas causadas por virus es aliviar los síntomas mientras la enfermedad progresa y el sistema inmunitario se defiende y elimina los virus. Por tanto, hay que seleccionar aquellos medicamentos que más se adapten en cada caso a los síntomas que se pretenden paliar. Por ejemplo, para la fiebre y el dolor está el paracetamol, para la tos están los antitusivos como el extrometorfano, para secreciones nasales y la congestión está la clorfenamina, y para la fatiga y decaimiento está la cafeína. Son ingredientes que suelen convivir en los medicamentos denominados antigripales.
¿Se puede curar o prevenir la gripe, los resfriados o la COVID-19 con antibióticos?
Los antibióticos no curan ni previenen la gripe, los resfriados o la COVID-19. Los antibióticos son útiles frente a bacterias, pero no sirven de nada frente a virus. Las enfermedades causadas por virus como la gripe o los resfriados no solo no se pueden tratar con antibióticos, sino que hacerlo es contraproducente porque contribuye a aumentar la resistencia a los antibióticos, la otra pandemia en ciernes.
¿La vitamina C sirve curar o prevenir la gripe, los resfriados o la COVID-19?
La vitamina C se encuentra en abundancia en frutas y verduras. Ayuda a la absorción del hierro, a la síntesis de colágeno, favorece el metabolismo de las grasas y previene el envejecimiento celular. Pero la vitamina C ni previene ni cura el resfriado, la gripe o la COVID-19. Esta creencia tiene un origen que resulta muy interesante a la hora de analizar cómo se mantienen vivos algunos mitos. Resulta que el premio Nobel de Química Linus Pauling publicó un texto en el que recomendaba un consumo de 3000 mg diarios de vitamina C para prevenir el resfriado. Desde entonces se han hecho decenas de estudios científicos tratando de vincular el consumo de vitamina C con el resfriado, pero en ninguno de ellos se ha encontrado tal relación.
El origen de este mito es lo que se conoce como «falacia de autoridad»: si algo lo ha dicho un premio Nobel, se le da crédito, aunque no haya ninguna evidencia científica que lo respalde. El mito de la vitamina C ha llegado hasta hoy por eso. Muchas personas siguen creyendo que la vitamina C sirve de algo, y demandan suplementos y medicamentos antigripales que contengan vitamina C. Por eso los laboratorios farmacéuticos los ofrecen. No es que los laboratorios no estén al corriente de qué cura o previene el resfriado, es que responden a una demanda que existe y que está fuertemente arraigada. Ver la vitamina C como reclamo en estos medicamentos ha hecho que esta creencia se consolide todavía más.
¿Sirven de algo los suplementos alimentarios o las infusiones para fortalecer el sistema inmunitario contra la gripe, los refriados o la COVID-19?
Las recomendaciones de la SEI (Sociedad Española de Inmunología) para mantener el sistema inmunitario en un estado óptimo son: dieta equilibrada, no fumar, no consumir alcohol, hacer ejercicio moderado de forma regular, descansar, evitar el estrés y, sobre todo, vacunarse.
Los suplementos alimentarios, los "súper alimentos", las infusiones o las "hierbas mágicas" no han demostrado fortalecer el sistema inmunitario. Los suplementos alimentarios solo están indicados para aquellas personas que presentan alguna deficiencia derivada de alguna patología y por tanto, han sido pautados como refuerzo por el médico. Pero las personas sanas no necesitan consumir ningún suplemento alimentario si pueden seguir una dieta equilibrada.