¿Qué se hace con los neumáticos fuera de uso? En España hay un sistema colectivo de gestión de neumáticos. Cada vez que se compra un neumático nuevo, ya se está pagando por la gestión que se hará al final de su vida útil. Una parte se reacondicionan para darles una segunda vida como neumáticos de ocasión, de segunda mano o recauchutados, y otra parte se transforman en nuevos recursos siguiendo los principios de la economía circular. Los neumáticos viejos acaban convertidos en materias primas para fabricar cemento, asfaltar carreteras, fabricar los pavimentos de seguridad de los parques, rellenar campos de césped artificial, confeccionar suelas de zapatos o fabricar aislantes y hormigones más sostenibles.
Cada año en España se recogen unas 200.000 toneladas de neumáticos fuera de uso, lo que equivale a unos 16 millones de neumáticos. Solo en Galicia se recogieron 16.757 toneladas en 2022, en Madrid 20.000 t, en Cataluña 26.457 t y en Andalucía 35.900 t. La mayoría de estos neumáticos proceden de talleres en los que los neumáticos viejos se sustituyen por unos nuevos, de modo que cada año entra en el mercado la misma cantidad que sale.
Los componentes principales de un neumático son caucho, acero y textil. El caucho es un polímero elástico que se extrae mayoritariamente del petróleo. Inicialmente es como una goma de borrar, por eso se le añaden sustancias como el negro de carbón que constituye la carga de refuerzo, aditivos que ralentizan la oxidación y compuestos que minimizan el deterioro producido por la radiación térmica y ultravioleta, como el óxido de zinc. La carcasa del neumático es su esqueleto, conforma la estructura sobre la que van montadas el resto de las partes, está compuesta por diferentes capas de goma, tejido metálico y tejido textil que se colocan de forma radial (de talón a talón, que es la parte del neumático que va en contacto con la llanta) en turismos y camiones, o de forma convencional, como una especie de vendaje colocado en diagonal con respecto al radio de la rueda, en vehículos agrícolas o motos de trial. A pesar de que el neumático cuenta con partes diferentes (carcasa, interior, talones, flancos y banda de rodadura), todo está perfectamente ensamblado gracias al proceso de vulcanización, una reacción química descubierta en 1839 por Charles Goodyear que consiste en calentar el caucho en presencia de azufre. El azufre comienza a formar puentes que "cosen" los polímeros de caucho haciéndolo más duro y resistente sin perder elasticidad y adherencia.
El primer paso de la cadena de gestión es la recogida y clasificación de los neumáticos. Hay muchos neumáticos que se pueden reutilizar, en torno al 12% de los que se recogen. Si están en buen estado y todavía se pueden seguir utilizando, entran en el mercado de ocasión. El desgaste del neumático es muy variable, depende principalmente de los kilómetros recorridos, pero también le influye el paso del tiempo, el tipo de conducción, el estado de las carreteras o la meteorología, de manera que a veces siguen cumpliendo los requisitos de calidad para seguir rodando. En ocasiones solo está afectada la banda de rodadura, así que ésta se puede cambiar por una nueva en un taller de recauchutado. Esta práctica sigue siendo habitual en neumáticos de gran envergadura como los que se usan en el sector agrario. Los neumáticos recauchutados vuelven al mercado como neumáticos reciclados.
Los neumáticos que están demasiado deteriorados como para ser reutilizados o reacondicionados, entran en la fase de transformación: se trituran, se granulan y se separan en sus componentes principales. El triturado consiste en hacer pasar al neumático por una trituradora con cuchillas que giran hasta obtener trozos de entre 20 y 400 milímetros. El neumático triturado se usa como materia prima fundamentalmente en el sector de la construcción. Uno de sus usos consiste en incorporarlo como árido de sustitución en los hormigones, de tal manera que se reduce la cantidad de arena necesaria para producir hormigón y se incorpora un nuevo material que hace que el hormigón sea más resistente, por eso se emplea en las barreras de seguridad viaria. Durante el proceso de fraguado del hormigón se puede producir cierta retracción, por lo que aparecen pequeñas grietas internas, como una piel que se cuartea. La incorporación de neumático triturado minimiza la formación de fisuras. Además mejora el aislamiento térmico y acústico del hormigón. Otra de las aplicaciones es como combustible de sustitución en cementeras. Fabricar cemento emite mucho CO2, aproximadamente una tonelada por cada tonelada de cemento. Esto se debe a que el cemento se fabrica descomponiendo arcilla y caliza a unos 1500 ºC. El gran poder calorífico del neumático triturado hace que sea más sencillo alcanzar estas temperaturas y además reduce las emisiones netas de CO2. El 38% de los neumáticos fuera de uso se reutilizan de este modo.
La fase que va después del triturado es la granulación, que consiste en pasar el neumático triturado por unos molinos que lo convierten en granulados finos (entre 20 y 0,8 mm) o polvo de caucho (menos de 0,8 mm). El 48 % de los neumáticos fuera de uso se granulan. En este punto el acero se puede separar de la mezcla gracias a separadores magnéticos y el textil se separa gracias a su baja densidad con respecto al resto de componentes. El acero recuperado es de muy alta calidad, así que es demandado por la industria siderúrgica como materia prima para fabricar acero nuevo. El textil se reutiliza como combustible sólido, sobre todo en la industria cementera.
El caucho recuperado tiene un destino mucho más variado gracias a sus excelentes propiedades mecánicas (elasticidad, absorción de vibraciones, agarre, resistencia a la abrasión) y su elevada durabilidad (es termoestable). Además de por su bajo coste y su bajo impacto medioambiental, el caucho procedente de neumáticos permite una mejora de determinadas propiedades frente a otros materiales convencionales: mejora de las propiedades mecánicas gracias a sus propiedades visco-elásticas (mayor tensión y alargamiento a rotura, resistencia al desgarro y la abrasión, resistencia a la fisuración y el agrietamiento), elevada durabilidad y resistencia a las condiciones climáticas (rayos UV, ozono, cambios de temperatura y humedad), absorción de impactos, atenuación de ruido y vibraciones, aislante térmico y eléctrico, etc.
Actualmente existe un mercado perfectamente estructurado de caucho granulado y, además, existen especificaciones y requisitos técnicos que se aplican a los productos según sus usos. Los principales nichos de mercado en España son: rellenos para campos de césped artificial (50,1 %), suelos de seguridad en parques infantiles (37,8 %), como modificador mezclas bituminosas para carreteras (3,2 %), bases elásticas en suelos deportivos y ecuestres (4,5 %), aislantes de edificación (2,6 %) y fabricación de piezas moldeadas como ruedas macizas o suelas de zapatos (0,5 %).
En conclusión, gracias a un sofisticado sistema de gestión, a la investigación en ciencia de materiales y a la aplicación de los principios de la economía circular, los neumáticos fuera de uso se han convertido en recursos de gran valor con mil vidas por recorrer.