Pese a la pandemia de Covid-19, en la actualidad no hay restricciones de aforo en aviones, trenes y autobuses de larga distancia. Aunque el uso de mascarilla es obligatorio, no todos los pasajeros llevan la protección adecuada ni la usan correctamente. La probabilidad de contagio en los medios de transporte de momento es desconocida, pero sí hay una serie de peligros que es conveniente conocer y sortear. Está en nuestra mano evitar alguno de ellos, otros dependen del buen hacer de las compañías y las autoridades.
Uso adecuado de mascarillas
Igual que en cualquier espacio cerrado en el que además es imposible mantener la distancia de seguridad, hay que llevar mascarilla. La mascarilla recomendada de uso común es la quirúrgica o la higiénica, que sobre todo evita contagiar a los demás. Si todos los pasajeros llevan puesta adecuadamente una mascarilla, cabe esperar que el riesgo de contagio disminuya drásticamente.
Existe la obligatoriedad de llevar mascarilla en el trasporte, no obstante, es sabido que esta norma no siempre se cumple, o se cumple a medias porque en algunas comunidades es poco precisa. No se indica qué tipo hay que llevar, ni qué se entiende por hacer un buen uso de la mascarilla. Por ejemplo, hay aerolíneas en las que los pasajeros pueden acceder al avión tapándose la boca con un pañuelo o bufanda. Así lo indica su documento de restricciones de salud pública específico para la COVID-19. Otras aerolíneas solo permiten el acceso al avión con mascarilla, esté homologada o no, incluso con mascarillas de confección casera que no ofrecen ninguna garantía.
Las mascarillas con válvula –cuyo uso está prohibido en algunas comunidades autónomas salvo excepciones de tipo médico o profesional- protegen a uno mismo pero no a los demás, por eso se conocen como "mascarillas egoístas". Algunas aerolíneas las permiten y otras no.
Tras denunciar los peligros de volar en esas condiciones, algunas aerolíneas tomaron la medida de dotar a cada pasajero de una mascarilla quirúrgica homologada antes de acceder al avión. Una vez allí, la tripulación les indica cómo deben utilizarla correctamente: manipulándola sólo por las tiras de ajuste, cubriendo nariz, boca y mentón, etc.
Otra de las medidas sería no quitarse la mascarilla durante todo el trayecto. Esto significaría no poder beber o comer en todo el viaje, o al menos, evitarlo dentro de lo posible.
Como de momento no hay una normativa homogénea en vigor, cada compañía de trasporte puede tomar las medidas que quiera. Hasta que las autoridades no concreten las medidas de seguridad y no verifiquen su cumplimiento, lo más sensato es extremar las precauciones a título individual. Por eso es recomendable llevar una mascarilla que ofrezca protección en ambas direcciones, a uno mismo y a los demás, como las FFP2, FFP3, N95 o KN95, todas ellas sin válvula. Si a tu lado se sienta un pasajero portador del coronavirus y no lleva una mascarilla adecuada, o no la lleva bien colocada, estás vendido. Mejor prevenir que curar.
Filtros HEPA
La mayoría de los aviones modernos cuentan con filtros HEPA, High-efficiency particulate air, que es un estándar de eficiencia de filtración que reduce la propagación de patógenos en el aire recirculado. Elimina partículas menores que 0,3 micras, es decir, prácticamente el 100% de los microorganismos, entre ellos el coronavirus.
Como el flujo de aire en cabina es vertical, estos filtros eliminan patógenos de arriba a abajo, renovando el aire en ciclos de entre cinco y diez minutos. El problema es que si a tu lado tienes un pasajero portador de coronavirus, no hay filtro HEPA que pueda mantenerte a salvo.
Los filtros HEPA son una buena medida de higiene, pero no son suficientes para proteger del contagio. El peligro de viajar en avión es que no se mantiene la distancia de seguridad entre pasajeros, y eso no hay filtro HEPA que lo solvente.
Algunos trenes y autobuses también cuentan con filtros y otros sistemas de ventilación, generalmente menos sofisticados que los HEPA. Si alguien portador del virus se sienta cerca de ti en el avión, estás en peligro. También en el tren y en el autobús.
Gel hidroalcohólico y guantes
En algunos medios de transporte se ofrecen toallitas desinfectantes y gel hidroalcohólico a los pasajeros justo al entrar. Sabemos que los objetos contaminados con virus son uno de los focos de contagio, así que es conveniente mantener una correcta higiene de manos. Por eso si vas a viajar es recomendable llevar gel desinfectante y aplicarlo con regularidad.
Las autoridades sanitarias nunca han recomendado el uso de guantes porque la piel no es una vía de contagio (a excepción de las lesiones cutáneas, que no se han descartado) y porque dan una falsa sensación de seguridad, lo que promueve conductas de riesgo como tocarse la cara o tocar objetos. Los guantes solo están recomendados para algunos usos profesionales, como por ejemplo sanitarios. No por el coronavirus, sino como parte de su habitual equipo de protección.
La correcta higiene de manos es necesaria, pero por sí sola es insuficiente. Habría que sumarle la distancia interpersonal y uso de mascarillas adecuadas.
Zonas compartidas y su desinfección
Las compañías de trasporte deberían garantizar la correcta desinfección entre pasajero y pasajero. No solo del asiento, sino también de los baños y otras zonas comunes. Para ello Sanidad ha elaborado un listado de viricidas autorizados que han probado su eficacia contra el SARS-CoV-2. Entre ellos no está ni el ozono ni el ultravioleta.
En otras zonas compartidas de aeropuertos y estaciones sí hay una parte importante de responsabilidad individual: uso de mascarillas adecuadas, distancia interpersonal, higiene de manos e higiene respiratoria (toser y estornudar en el codo, también con mascarilla).
Toma de temperatura
La toma de temperatura antes de acceder a un medio de transporte masivo podría servir para detectar algunos casos, pero la realidad es que este método tiene muchas limitaciones. Aproximadamente la mitad de los enfermos por Covid-19 cursan la enfermedad sin fiebre, así que la mitad de los enfermos pasarían este control. Haber tomado un antipirético como el paracetamol o el ibuprofeno también podría haber rebajado la temperatura hasta niveles normales. Otra limitación es que los termómetros que se utilizan son cámaras termográficas de infrarrojos, así que solo miden la temperatura superficial. Esta medida puede falsearse de varias maneras, entre ellas refrescándose la cara con una toallita higiénica. Otra limitación es que la fiebre podría deberse a otra enfermedad diferente a la Covid-19.
Test y declaración de salud
Algunas compañías de trasporte piden a sus usuarios una aceptación de términos antes de hacer el check-in. Solicitan que se confirme no haber sido diagnosticado con COVID-19 en las últimas dos semanas, no haber tenido síntomas como fiebre, tos o pérdida de olfato, no haber estado en contacto directo (a menos de 2 metros durante más de 15 minutos) con personas que hayan padecido COVID-19 en las dos semanas previas al viaje, etc. La confirmación consiste en hacer clic en el botón aceptar de la aplicación.
Esto tiene muchas limitaciones. La primera es que es muy fácil mentir. La segunda es que sabemos que hay gente que ha viajado enferma, con test PCR positivos, o en contacto directo con enfermos de Covid-19. La tercera es que, aunque se cumplan estas condiciones, no son garantía suficiente. Una persona puede portar el virus, no tener síntomas, e incluso haber dado negativo en un test PCR si el contagio es reciente.
Conclusiones y ruegos
Hasta que las autoridades no concreten unas medidas de seguridad más taxativas y no velen por su cumplimiento, tanto los pasajeros como los trabajadores de los medios de trasporte estaremos en peligro. Una parte de la responsabilidad está en nuestro comportamiento individual, otra parte en el buen hacer de las compañías de trasporte, y otra parte de la responsabilidad corresponde a las administraciones. Si una de esas tres patas falla, será muy difícil viajar de forma segura. Por eso quien viaja en las condiciones actuales, asumiendo tantos riesgos, solo puede hacerlo por imprudencia o porque no le queda más remedio. De seguir así es cuestión de tiempo, y de transparencia, que se notifiquen contagios originados en los medios de transporte. ¿La economía o la vida? Es un falso dilema. Es pan para hoy y hambre para mañana. Mucha hambre para mañana.