Hace quince días me sometí a una prueba PCR por indicación de mi médico de familia. No tenía fiebre pero me sentía como si la tuviese. Cansancio, malestar general, dolor de cabeza, dolor de garganta y picor de nariz. Podría ser un simple resfriado, COVID-19 o gripe. Llamé al centro de salud y después de unas preguntas el médico me pidió cita en el auto-covid para el día siguiente. Fui en coche hasta allí, me tomaron la muestra desde la ventanilla y a las veinticuatro horas ya tenía el resultado en forma de sms: negativo. Estuve aislada menos de tres días. En una semana todos los síntomas cesaron. Era un simple resfriado común, afortunadamente.
Con la llegada del otoño va a haber miles de casos como el mío. La gripe va a convivir con los resfriados y la COVID-19. Todos producen una sintomatología similar, así que toca reforzar la atención primaria, la vacunación de gripe y las pruebas diagnósticas.
Si la temporada de gripe coincide en el tiempo con la segunda ola de la pandemia de COVID-19, el colapso sanitario está garantizado. Por eso las campañas de vacunación de la gripe que arrancan esta semana van a ser más intensas que otros años.
Cómo sé si tengo gripe, un resfriado o COVID-19
Hay cientos de infografías y tablas circulando en internet con los síntomas más frecuentes de cada una de ellas. El problema es que hay varios síntomas coincidentes: fiebre, tos, fatiga, entre otros. Así que ante la duda, en lugar de autodiagnosticarse consultando una infografía, hay que aislarse y ponerse en contacto con el centro de salud. Un médico valorará la conveniencia de realizar una prueba diagnóstica. Los test son la mejor herramienta que tenemos para diferenciar gripe, resfriado y COVID-19, ya que cada una la producen virus diferentes.
Los test que actualmente se usan para diagnosticar la COVID-19 en personas sintomáticas son la PCR y la prueba rápida de antígenos. Ambas son muy eficaces (alta sensibilidad y alta especificidad) para detectar la presencia del SARS-CoV-2 en fase sintomática, que también suele ser el momento en el que se tiene mayor carga viral.
Imagen: The New York Times
Tanto la PCR como el test rápido de antígenos son pruebas que deben realizar profesionales sanitarios. Ambas necesitan una toma de muestra a través de un hisopo nasofaríngeo que debe hacer alguien con la formación adecuada.
De momento no hay test de autodiagnóstico de COVID-19 en el mercado, aunque se está trabajando en ello. La AEMPS ya alertó sobre este asunto: los test rápidos deben ser manipulados por profesionales sanitarios. No son test de autodiagnóstico y, por tanto, no deben ser dispensados en farmacia ni adquiridos por particulares en internet.
En el hemisferio sur apenas ha habido gripe
La temporada de gripe invernal del hemisferio sur comienza en marzo. Pero este año el registro de casos ha caído en picado. En Sudáfrica se registraron solo 6 casos, cuando lo habitual es estar por encima de los 700. En Australia solo 33, frente a los más de 9.000 del año pasado. En Chile fueron 12, frente a los más de 5.000 de 2019. Y en Argentina 23, frente a los más de 4.000 del año anterior. Hay que tener en cuenta que habrá casos no registrados porque algunas personas no acudiesen por miedo a los centros de salud o se aislasen pensando que padecían COVID-19. Aun teniendo este factor corrector en cuenta, las cifras de gripe han sido exageradamente bajas.
En el hemisferio sur apenas ha habido gripe, pero ojo, la temporada coincidió con la mayor parte de los confinamientos debidos a la pandemia de COVID-19. No es que no haya habido gripe, sino que las medidas tomadas para evitar la propagación del SARS-CoV-2 han evitado también la de la gripe. La distancia social, el lavado de manos, los espacios abiertos y bien ventilados y las mascarillas son útiles para frenar la transmisión del virus de la gripe. Deberíamos tomar nota de esto.
Esta noticia positiva tiene sus sombras. El virus de la gripe muta con relativa rapidez, por eso cada año hay nuevas vacunas. El hemisferio sur hace como de conejillo de indias. Sirve al hemisferio norte para saber qué mutante de la gripe ha causado más estragos y con ello distribuir la vacuna que haya dado mejores resultados. Ahora no contamos con esta información que nos servía de avanzadilla.
En el hemisferio norte apenas hay confinamientos, y los que hay están muy localizados o son menos rígidos que hace meses, así que no se puede descartar la combinación entre gripe y COVID-19. En el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) temen que, sin medidas de confinamiento, el virus de la gripe sí se transmita como en una temporada normal por el hemisferio norte poniendo en peligro la garantía de asistencia sanitaria.
Preocupados por la coinfección
En el Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica (NICD) tenían un plan para estudiar las interacciones entre los virus respiratorios estacionales y el SARS-CoV-2: ¿La infección con uno cambia el riesgo de que una persona contraiga el otro? ¿Cómo les va a las personas cuando tienen ambos?
Debido a que el hemisferio sur se ha salvado en gran medida, los investigadores tienen poca evidencia sobre cómo la COVID-19 podría influir en el curso de un brote de gripe. Una gran preocupación es la coinfección, porque por norma general las infecciones con varios virus a la vez son peores que cada uno por separado.
Las consecuencias de las coinfecciones con el SARS-CoV-2 no se han podido estudiar a fondo. En abril, un equipo de la Universidad de Stanford encontró que entre 116 personas en el norte de California que dieron positivo al coronavirus en marzo, 24 también dieron positivo por al menos otro patógeno respiratorio, con mayor frecuencia rinovirus y enterovirus que causan resfriado. Solo uno de los pacientes tenía gripe. El estudio no encontró una diferencia significativa entre los pacientes con COVID-19 con y sin otras infecciones. No obstante, no se deben sacar conclusiones de un estudio tan pequeño.
Las interacciones positivas entre virus son improbables y se consideran poco probadas, como que la infección con un virus pudiese otorgar un efecto protector sobre otro de similar naturaleza. Esta hipótesis se barajó en diferentes estudios que relacionan la gripe A con un efecto protector sobre algunos rinovirus, o la hipótesis ya descartada de que algunos coronavirus que producen resfriados produjesen cierta inmunidad frente al nuevo coronavirus.
La vacuna de la gripe es clave para evitar el colapso sanitario
El temor a la conjunción de la epidemia de coronavirus con otra de gripe estacional ha llevado a los gobiernos a solicitar más dosis de la vacuna que en años anteriores. Se han adquirido varios millones de dosis adicionales y se han reforzado las campañas de vacunación.
Según el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), en la Unión Europea se producen entre 15.000 e 70.000 muertes anuales por causas relacionadas con la gripe.
La vacunación es la medida más eficaz para prevenir la gripe y sus complicaciones. En la temporada 2019-2020 la vacunación evitó el 26% de las hospitalizaciones, el 40% de los ingresos en UCI y el 37% de las defunciones atribuibles a la gripe en las personas de más de 65 años.
Este año, ante la posibilidad de coexistencia con el SARS-CoV-2, adquiere una mayor relevancia, ya que debemos cuidar el sistema de salud para que tenga la capacidad de atender a los pacientes que presentan cualquiera de estas enfermedades ayudando a disminuir el número de muertes, ingresos y enfermos. Por eso es tan importante alcanzar una alta cobertura, tanto por la protección individual como para ayudar a romper las cadenas de transmisión y proteger a los demás.
Este año la vacunación contra la gripe es muy importante para poder redistribuir esfuerzos que en otros inviernos están centrados en la gripe. El papel de las administraciones es reforzar la asistencia sanitaria; el papel de los demás consiste en aliviar el sistema sanitario. Por eso es tan importante vacunarse contra la gripe como seguir las medidas para evitar la transmisión de coronavirus, que también mitigarán la de la gripe.
Cómo se hace la vacuna de la gripe
La vacunación frente a la gripe se realiza todos los años por dos motivos. El primero es que los virus de la gripe tienen una elevada capacidad para variar sus antígenos de superficie (proteínas con especial relevancia en la capacidad del virus para infectar). Estas variaciones implican la aparición de nuevos virus de la gripe frente a los que el ser humano no tiene protección. El segundo motivo es que los anticuerpos (un mecanismo de defensa del sistema inmunitario) producidos por las personas gracias a la vacunación antigripal disminuyen con el tiempo y no son suficientes de un año para otro. A pesar de la necesidad de repetir la vacunación cada año, se trata de una vacuna muy segura y suficientemente eficaz.
La composición de la vacuna de la gripe se actualiza anualmente. Este cambio no se hace al azar si no que es un procedimiento científico complejo. Para ello más de 100 centros nacionales de distintos países mantienen una vigilancia de la gripe durante todo el año. Se estudian muestras de miles de pacientes con gripe y los virus más frecuentes se envían a los cinco Centros de Referencia e Investigación de la Organización Mundial de la Salud (CDC de Estados Unidos, The Francis Crick Institute de Reino Unido, Victoria Infectious Diseases Reference Laboratory de Australia, National Institute for Infectious Diseases de Japón y National Institute for Viral Disease Control and Prevention de China).
Dos veces al año la OMS organiza una reunión donde se hacen las recomendaciones para la composición de la vacuna antigripal tanto para el hemisferio norte como para el hemisferio sur. Esas recomendaciones sirven a las autoridades de cada país para decidir con qué virus fabrican sus vacunas. Los laboratorios requieren un mínimo de 6 meses desde la elección del virus hasta el envío de la vacuna.
Las vacunas de la gripe no contienen virus "vivos". Las vacunas se hacen con virus inactivados, que consisten en fragmentos del virus o antígenos que producen respuesta inmunitaria sin producir una infección. Igual que todas las vacunas, su funcionamiento se basa en despertar al sistema de defensa del organismo sin que para ello tengamos que sufrir la enfermedad.
Este año contamos con vacunas trivalentes que se fabrican con tres subtipos de virus de la gripe (dos cepas de virus A -H1N1 y H2N2- y una B) y tetravalentes, en las que se incluye un segundo subtipo de virus B. Todas ellas son vacunas de virus inactivados.
Quién debería vacunarse de la gripe
Fundamentalmente las personas con alto riesgo de sufrir complicaciones en caso de tener la gripe y a las personas que están en contacto con ellas, ya que pueden transmitírsela. Por ello, las autoridades sanitarias recomiendan la vacunación frente a la gripe con vacuna inactivada en los siguientes grupos de población:
- Personas mayores, preferentemente a partir de los 65 años. Se hará especial énfasis en aquellas personas que conviven en instituciones cerradas.
- Personas entre los 6 meses y los 65 años que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe por presentar alguna condición o enfermedad de base (asma, EPOC, fibrosis pulmonar, cáncer, inmunodeficiencias, diabetes, obesidad mórbida, enfermedades hepáticas, cardiovasculares y renales…).
- Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones.
- Personal sanitario y sociosanitario, así como ciertos grupos considerados esenciales.
- Mujeres embarazadas en cualquier trimestre de gestación y hasta 6 meses tras el parto.